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El coronavirus asesta otro golpe al AVE de La Meca: Arabia decreta el cierre del servicio hasta nuevo aviso

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Renfe AVE
AVE a la Meca.
Carlos Ribagorda

Renfe no solo va a sufrir el impacto del coronavirus en su negocio en España. La operadora ferroviaria española encadena un nuevo parón en la actividad de la línea de alta velocidad La Meca-Medina, el conocido como AVE del desierto, después de haber estado suspendido el servicio durante meses por un incendio en la estación de Yeda a finales de septiembre del año pasado.

Las autoridades de Arabia Saudí anunciaron el pasado 20 de marzo la suspensión de todos los vuelos nacionales y los servicios de autobuses y trenes durante dos semanas para hacer frente a la propagación del coronavirus en el país.

Esas dos semanas finalizaban el sábado 4 de abril. Sin embargo, unos días antes el Gobierno local anunció que la suspensión se prorrogaba hasta nuevo aviso, asestando un nuevo golpe a Renfe, encargada de la explotación de la línea.

Este nuevo parón se produce unas semanas después de que la línea reanudara su servicio a causa de un incendio en la estación de Yeda -que no era responsabilidad del consorcio español que ha construido la línea ni de Renfe-. El 29 de septiembre se produjo un incendio en la citada estación, provocando 11 heridos.

Este incidente provocó la suspensión de la línea durante más de dos meses, hasta el 11 de diciembre, fecha en que reanudó sus viajes de forma parcial. Una semana después se reabrió el resto de la línea, los 96 kilómetros que faltaban -tiene en total 450 kilómetros-.

Pérdidas

Estos dos golpes vienen a añadirse a una situación ya de por sí complicada para Renfe debido a que las previsiones iniciales de tráfico estaban infladas. En un primer momento la consultora del ex ministro socialista Julián García Valverde calculó que 60 millones de pasajeros al año utilización el tren. Con esta previsión se encargaron los trenes y se construyeron los almacenes.

La realidad es bien distinta. Sin incendios ni coronavirus, la previsión de tráfico es mucho menor, seis veces menos, por lo que será difícil que Renfe pueda hacer rentable el proyecto. Fuentes del consorcio explican que las previsiones iniciales se basaron en que la fase de operación de la línea por parte de Renfe era de siete años, periodo que se ha ampliado a doce años. La ampliación del periodo de explotación de la línea mejora las perspectivas de rentabilidad de la línea.

La operadora ya acumula pérdidas por valor de 150 millones de euros en el periodo 2012-2018, durante la fase de construcción del proyecto, según Hacienda. Así aparece en la Memoria de 2018 de Renfe Operadora. Se trata de sobrecostes, imprevistos y «otras necesidades sobrevenidas», según relata Hacienda, que ha generado a Renfe unas pérdidas operativas de 146 millones en la fase previa a la explotación de la línea. Renfe es la compañía con más peso -27%- en el consorcio que ganó este concurso y ha construido el proyecto.

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