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El broche de oro de Fainé: convierte a La Caixa en el mayor grupo industrial español

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Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Isidro Fainé -el hombre más poderoso de España, como siempre les decimos en esta columna- ha entrado en un frenesí comprador inusitado. En menos de una semana, el holding de La Caixa que preside, Criteria, se ha hecho con el 17% de Inmobiliaria Colonial y el 9,4% de ACS. Además, alcanzará el 10% de Telefónica y tiene pendientes las opas sobre NaturgyTalgo.

Con todos estos movimientos, La Caixa volverá a ser el mayor grupo industrial de España, como ya lo fue en su día, en la época en que los bancos consideraban su obligación tener participaciones empresariales. Luego llegó la crisis financiera, la elevación de las exigencias de capital y la venta de dichas participaciones porque lastraban su solvencia: consumen mucho capital, en la jerga bancaria, que no pueden usar para su actividad principal, dar crédito.

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Isidro Fainé y Ángel Simón.

Pero La Caixa ha encontrado la piedra filosofal para esquivarlo: separar esta actividad industrial (Criteria) de la bancaria (CaixaBank), de forma que no consume capital a esta última. Ambas bajo el paraguas de la Fundación La Caixa, la mayor de España con enorme diferencia sobre el resto, y bajo el control del propio Fainé. Una fórmula que también ha tenido sus titubeos, como mantener la participación de Telefónica en el banco (aún le queda un 2,5% residual) y no en Criteria.

En los últimos años, su gestión había sido bastante prudente, manteniendo grandes participaciones históricas -Telefónica, Naturgy, Cellnex- y vendiendo otras como RepsolAbertis (donde volverá a estar presente a través de ACS). Y apagando los fuegos ocasionales que se le declaraban, en especial en Naturgy: recuérdese el intento de nombrar un CEO el año pasado.

Garantizar los dividendos

Pero ahora se ha lanzado a comprar como si no hubiera un mañana. Unas operaciones que, obviamente, le van a salir por un pico: casi 1.000 millones en ACS, 622 en Colonial (aunque parte lo pagará con inmuebles), 400 en el 3% de Puig (esto fue para congraciarse con las fuerzas políticas catalanas) y cerca de 600 en Telefónica suponiendo que en el 10% se incluye el 2,5% de CaixaBank. Más lo que le cuesten las opas de Naturgy y Talgo, que está por ver. No tendrá problema para financiar todo esto, porque Criteria tiene capacidad de endeudamiento de sobra.

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Oficialmente, esta acumulación de compras pretende invertir en «empresas líderes en sectores altamente atractivos, con capacidad de crecimiento y generación de valor»… y que paguen importantes dividendos, que es de lo que vive la Fundación. Es decir, Fainé va a dejar a La Caixa con su futuro asegurado durante muchos años. Y como lo de la energía no se sabe muy bien cómo va a acabar -Naturgy es su mayor fuente de ingresos después de CaixaBank-, mejor diversificar para que nunca falte.

¿Por qué ahora? La respuesta exacta sólo al sabe el propio Fainé. Pero cabe aventurar que, con 82 años, quiere poner el broche de oro a su carrera y dejar una gran herencia tras de sí. Además, se han juntado una serie de circunstancias que le han permitido llegar a un pacto global con el Gobierno para poder hacer todas estas operaciones al mismo tiempo y dejar arreglado el asunto de un plumazo. Operaciones en las que el nombramiento como segundo de abordo en Criteria a Ángel Simón ha sido decisivo.

Aprovechar las urgencias de Sánchez

Este pacto, la jugada maestra de Fainé, ha aprovechado la necesidad de Pedro Sánchez de resolver dos problemas: la opa húngara sobre Talgo y -ahora también lo sabemos- garantizar que la saudí STC no se hace con el control de Telefónica. En ambos casos, Criteria le hace un favor al Gobierno: en el primero, buscar una contraoferta o participar en la de Magyar Vagon (aún está por ver); y en el segundo, elevar su participación y su presencia en el consejo de la operadora para «hacer pinza» con la SEPI.

A cambio, el presidente de La Caixa ha obtenido el visto bueno para que Taqa (Abu Dabi), que ha buscado el propio Fainé, pueda comprar el 40% que tienen los fondos CVC y GIP en Naturgy. Y además, que el Ejecutivo no ponga pegas a las compras en ACS y Colonial. Que legalmente no tiene poder para ello, pero en estos tiempos de intervencionismo estatal desaforado, es mejor tener las espaldas cubiertas.

ACS
Junta de accionistas de ACS.

Por cierto, estas dos últimas operaciones suponen la vuelta de La Caixa a las infraestructuras y al inmobiliario. En el primero de estos sectores le fue muy bien con Abertis y vendió su participación en 2018 por 3.300 millones. Y le gusta mucho el negocio de concesiones, porque genera unos ingresos (léase dividendos) estables y predecibles. Además, ACS está apostando por los centros de datos para la inteligencia artificial a través de sus filiales Turner y Hochtief, una vía para lograr un mayor crecimiento que el negocio tradicional.

Lo del ladrillo es más peliagudo después de la mala experiencia del estallido de la burbuja inmobiliaria, que también le afectó (aunque bastante menos que a las entidades con que se quedó, Banco de Valencia, Banca Cívica y Bankia). Fuentes cercanas al holding explican que Colonial no está en el residencial, sino en el «mercado de oficinas, y muy premium. Si Amancio Ortega invierte en eso será por algo.». Y añaden que «en Criteria no se da puntada sin hilo». Desde luego, Fainé no la da.

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