Abanca

Deutsche Bank aseguró internamente que BdE frustró la venta a Abanca por su negocio en Venezuela

Los temores del regulador se hicieron realidad el pasado mes de mayo, cuando Maduro intervino Banesco y detuvo a once de sus directivos.

Escotet
El presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, durante una visita al Museo de León en octubre de 2018 (Foto: EFE).

Las reticencias del Banco de España (BdE) frustraron la venta del negocio de banca minorista de Deutsche Bank en España a Abanca, la entidad financiera surgida de la antigua Nova Caixa Galicia, cuyo actual propietario es el empresario venezolano Juan Carlos Escotet, según dijeron internamente desde el banco alemán. Fuentes conocedoras, sin embargo, explican a este periódico que es el MUS (Mecanismo Único de Supervisión) quien ha de tomar esta decisión.

Lastrado por las pérdidas que ha registrado en los últimos años a nivel mundial, el grupo germano anunció oficialmente en junio de 2017 que ponía a la venta su red comercial y su negocio de banca privada en España (aunque el cuaderno de venta ya circulaba entre los principales bancos de inversión del país desde octubre de 2016).

La entidad compradora se haría con una red de 230 sucursales, 2.600 empleados y cerca de 700.000 clientes, en buena parte procedentes del segmento de rentas medias y altas.

Dos grandes entidades financieras españolas mostraron su interés por hacerse con el negocio minorista en España de Deutsche Bank: BBVA y Abanca. El grupo, presidido entonces por Francisco González, planteó una oferta de 300 millones de euros, muy alejada del precio de 700 millones reclamado desde Alemania.

Sousa anunció que la venta estaba hecha

Por su parte, Abanca (la entidad surgida después de que el FROB vendiera la antigua Nova Caixa Galicia al mayor grupo financiero de Venezuela, Banesco, en diciembre de 2013), presentó una oferta más elevada, que rondaba los 350 millones de euros. El propietario de Banesco y Abanca, Juan Carlos Escotet, daba así un paso más en su decidida apuesta de expansión en la península ibérica.

A finales del verano de 2017, la operación se daba por hecha en la central de Deutsche Bank en España, y así lo comunicó el director general de clientes privados y empresas, Fernando Sousa, a los directores regionales en una reunión celebrada en la sede del Paseo de la Castellana, en Madrid. La cúpula del grupo germano en España destacaban la solvencia del presidente de Banesco, Juan Carlos Escotet, que tenía en cartera 2.000 millones para crecer en Europa (alejado de los riesgos y turbulencias políticas de su país) y garantizaba la consolidación de una marca como Deutsche Bank.

Sin embargo, la operación se frustró en el último momento. Tan sólo dos semanas después, el presidente y consejero de Deutsche Bank España, Antonio Rodríguez Pina, celebró una multiconferencia con todos los miembros del comité ejecutivo para anunciarles que el acuerdo se había roto porque el Banco de España no veía con buenos ojos la venta de la entidad a Abanca, según explicaron desde el banco alemán.

El motivo esgrimido oficialmente fue que el grupo matriz alemán había decidido no vender porque la oferta de Abanca quedaba muy alejada de los 700 millones de euros reclamados desde Alemania. Sin embargo, Rodríguez Pina había expuesto ante la cúpula de la entidad otro motivo más sólido.

Golpe letal de Maduro a Banesco

El Banco de España había planteado serias objeciones a la operación, debido a la inestabilidad que podía provocar en el sistema financiero español la situación política en Venezuela, donde tiene su principal negocio el propietario de Abanca, Juan Carlos Escotet.

Los temores del regulador se hicieron realidad el pasado 4 de mayo, cuando el Gobierno de Nicolás Maduro anunció la intervención de Banesco Banco Universal (el gran banco de Escotet en Venezuela) y la detención de 11 de sus principales directivos, bajo la extravagante acusación de atacar la moneda nacional y favorecer la salida de divisas del país.

Pocas horas después, Juan Carlos Escotet abandonó provisionalmente la presidencia de Abanca (que ha pasado a ser ocupada por Eduardo Eraña Guerra) para hacerse cargo de la crisis de Banesco.

Maduro había culminado así la amenaza que ya había puesto sobre la mesa en diciembre de 2017, cuando su hombre de confianza, Diosdado Cabello, advirtió de que el Gobierno venezolano estaba dispuesto a expropiar Banesco. Un terremoto que podría haber tenido consecuencias aún más devastadoras en el sistema financiero español.

El lastre de las ‘hipotecas basura’

Una vez más, el régimen chavista había decidido matar al mensajero y culpar al mayor grupo financiero del país de su propia incapacidad para frenar la depreciación del papel moneda oficial, sustituido por el dólar en el mercado negro, con una inflación que ya supera el 1.000.000% anual.

Pese a lo ocurrido en Venezuela, los expertos destacan la solvencia de Abanca (que el pasado mes de marzo compró la filial portuguesa de Deutsche Bank en Portugal). La semana pasada, el banco gallego propiedad de Escotet culminó la emisión de 350 millones de euros en deuda subordinada, superando con creces la capitalización y los ratios de solvencia exigidos por el regulador.

Tras anunciar la ruptura del acuerdo con Abanca, el director general de Deutsche Bank España, Fernando Sousa, se comprometió ante su matriz alemana a computar en tres años, en forma de beneficios, los 350 millones de euros que el grupo gallego de Escotet ofrecía por su negocio minorista. Un objetivo que en estos momento parece poco realista.

La entidad alemana aún tiene problemas para digerir las pérdidas ocasionadas por su financiera DB Credit, que durante los años más duros de la crisis (2007 y 2008) se lanzó a una carrera para crecer en el mercado de las hipotecas subprime, con elevados tipos de interés, ente clientes de dudosa solvencia, como inmigrantes con poca estabilidad laboral.

‘Multazo’ de 6.800 millones en EE.UU.

Los responsables de DB Credit creyeron encontrar un filón en la concesión de hipotecas a turistas británicos y alemanes para la compra de segundas residencias en la costa. Debido a esta política, algunas oficinas de Deutsche Bank en el Levante español llegaron a registrar una morosidad superior al 35%.

La quiebra de Lehman Brothers impidió que el grupo germano pudiera culminar sus planes para titulizar estas hipotecas subprime, traspasando la deuda a otros fondos de inversión. A ello hay que sumar una desacertada política de concesión de créditos a grupos empresariales con graves problemas de viabilidad económica como Pescanova, al que otorgó 115 millones que hoy se dan por perdidos.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos impuso en diciembre de 2016 a Deutsche Bank una multa de más de 6.800 millones de euros, por su responsabilidad en la emisión y titulización de hipotecas subprime.

Esta sanción ha dejado temblando al grupo germano, que se vio obligado a llevar a cabo una ampliación de capital por importe de 8.000 millones. Desde entonces, se ha desprendido de buena parte de su negocio en Portugal (comprado por Abanca), Polonia y México, para compensar sus pérdidas. Sin embargo, los recelos del Banco de España frustraron la venta de su red española, ante la inestabilidad que podían provocar los riesgos de su potencial comprador, Abanca, en Venezuela.

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