El Barça encarga la Supercopa
El partido nació movidito, confuso e incomprensible, como una canción de electro latino. Presionaba el Sevilla como si no hubiera un mañana, quizá porque al Barça le tenían menos miedo que al Madrid o quizá porque jugaban en casa. A los de Luis Enrique les costaba salir de su campo, pero tuvieron la primera ocasión en una contra. La firmó Luis Suárez, que se plantó solito ante Sergio Rico, pero el meta sevillista aguantó, clavó los pies y se la sacó al uruguayo. Respiraba de alivio el Pizjuán.
Los de Sampaoli seguían a lo suyo: presionar muy, pero que muy arriba. Acorralaban al Barça en su área, pero les faltaba un punto de talento para decidir en el área. Leo Messi, con su pelo teñido color cajera del DIA, esperaba una oportunidad para driblar como un pollito nervioso de supermercado. A los 25 minutos Mathieu que, al contrario que el buen vino no mejora con los años, sintió un pinchazo y pidió el cambio. Salió por él su compatriota Digne, muy conocido en su casa a la hora de comer.
A los 25 también cayó Iniesta después de un choque con Mariano. El mediapunta del Barça es como la pantalla de un iphone: muy bonito de ver, pero se rompe al primer toquecito. Luis Enrique se veía obligado a hacer su segundo cambio en el 34 y dar entrada a otro ex sevillista, Denis Suárez. El partido seguía dinámico, loco e impreciso, pero con pocas llegadas a las áreas.
Mascherano salvó en boca de gol un pase de la muerte del Mudo Vázquez en el 38. Seguía apretando el Sevilla, pero sin ahogar. Al Barça le bastaba a Piqué para sostenerse como a Puigdemont le sostiene la CUP. El duelo tenía mucho vértigo y poco fútbol hasta que Jesús Gil (Manzano) señaló el camino de los vestuarios.
Luis Suárez marca contra diez
En el segundo tiempo al Sevilla se le rompió Escudero y el Barça aprovechó la ocasión para adelantarse contra diez, para no perder la costumbre. Fue en el 54 después de un pase interior de Denis para Arda, que asistió con el pecho para que el pistolero Luis Suarez pusiera por delante a su equipo. Sí, fue contra diez, pero fue un golazo. Un minuto más tarde El Rubito Messi tuvo en sus botas la Supercopa, pero Sergio Rico le cerró todos los espacios y sacó una mano enorme. Si hubiera tenido pelos, Sampaoli se hubiera tirado de ellos.
El Sevilla acusó el tanto y empezó a descoserse como un pantalón del mercadillo. Como un guiri con tres cervezas, el Barça empezó a sentirse a gustito. Luis Suárez se merendaba a los centrales sevillistas a veces con malas artes, pero el trabajo del uruguayo es impagable para su equipo. El Pizjuán temblaba de miedo y le pitaba cada vez que entraba en contacto con la pelota.
Sonados los de Sampaoli, el Barça tenía a su merced finiquitar la Supercopa en el partido de ida. Pidió penalti Sarabia de Mascherano en el 65, pero no era. El Sevilla iba a arreones, como una moto mal trucada, y a los de Luis Enrique les bastaba el ralentí. El Pizjuán se enfadaba con Jesús Gil (Manzano), por enfadarse con alguien.
El duelo se embarró un poco, pero el Sevilla había perdido gas como una nevera vieja. Una cuchara de Vitolo tras despeje de Mascherano a punto estuvo de convertirse en el empate, pero Bravo estuvo atento. Transcurrían los minutos y mejoraban un punto los de Sampaoli. El Barça se refugiaba en la frontal del área con Busquets de tercer central.
Sentencia Munir
En el 80 los de Luis Enrique cerraron el partido y prácticamente la Supercopa después de una contra comandada por El Pollito Messi, que asistió a Munir, que no se puso nervioso y marcó en el mano a mano con Sergio Rico. Pues colorín, colorado. El Pizjuán pitaba e insultaba a Luis Suárez, que se echaba la mano a la oreja como a quien se la sopla lo que le digan. Tenía el partido ganado y la Supercopa, casi.