Cuarenta, par y pasa
Y al cuadragésimo partido… tampoco perdió. El Real Madrid de Zidane estuvo a punto de vivir en el Pizjuán el fin de su impresionante racha de partidos sin perder. Sufrieron, sí, pero sobre todo en el arranque del partido, cuando el Sevilla apretó de lo lindo. Danilo se hizo un autogol recién arrancado el duelo y luego lo igualó Marco Asensio con un golazo propio del mismísimo Bale. Djovetic hizo el 2-1 en el 53 e Iborra el 3-1 en el 76, pero a los de Sampaoli no les quedaban ya ni tiempo ni fuerzas para intentar una remontada imposible. Ramos hizo el 3-2 de penalti en el 83. Y, como el Madrid nunca se rinde, Benzema logró el 3-3 final ya en los minutos de la prolongación.
Devoto de las rotaciones, con la eliminatoria más encarrilada que el futuro de la familia Trump y con el duelo liguero a la vuelta de la esquina, Zidane volvía a voltear su once titular como si fuera una tortilla. Casilla por Keylor bajo los palos. Danilo por Carvajal en la derecha, Ramos para rodarse y dar descanso a Varane en el centro junto a Nacho, con Marcelo intocable en la izquierda. Bueno, y porque poner a jugar a Coentrao era dar demasiada ventaja al Sevilla.
En el medio Casemiro y Kroos, que tienen anticuerpos contra las rotaciones. Junto a ellos en los costados volvía el empleado del mes, Lucas Vázquez, y el dueño del futuro, Marco Asensio. Arriba la titularidad de Morata estaba cantada pero Zidane, como los roscones, se guardaba la sorpresa para el final: Mariano por Benzema.
También rotaba Sampaoli, de justicia es decirlo, y presentaba un once sin Sergio Rico, N’Zonzi, Nasri o Vitolo, entre otros. ¿Tiraba la Copa el Sevilla? Lo iremos desvelando a lo largo de estas líneas, pero parecía claro que ambos técnicos tenían un ojillo puesto en el duelo gordo del Pizjuán, que es el del domingo.
Espoleado por su público y por ese himno que es un temazo, el Sevilla salió en plena hiperventilación. El Real Madrid se presentó de morado y demorado. En 12 segundos un córner en contra y en 30 un disparo a puerta de escudero que rechazó de puños Kiko Casilla. Resistía el Madrid las embestidas hispalenses como el boxeador que encaja los golpes sin bajar la guardia.
En el 5′ volvió a intervenir Casilla a disparo de Correa. Igual que en el Bernabéu el portero del Real Madrid demostró que está para ser titular… cuando Zidane guste. Y en el 9′ entre Sergio Ramos y Danilo quisieron dar esperanzas al Sevilla. Fue un centro diagonal de Sarabia. El central aculó a la zaga del Madrid y se comió un centro que podría haber despejado. El lateral, en su intento de despejar, se cascó un cabezazo picado que batió a Kiko Casilla en propia meta.
Sufre el Madrid
Pues al Sevilla le quedaban 80 minutos para hacer un par de goles y llevar el partido a la prórroga. En las botas de Mariano dio el Real Madrid el primer aviso y en las de Lucas Vázquez el segundo. Respiraba Zidane después de que en el arranque de partido su equipo pareciera un paso de Semana Santa.
Aun así, los blancos seguían incómodos como Pablo Iglesias con corbata o Rajoy en una rave. Poco a poco, los moraos –que así vestía el Madrid en el Pizjuán– iban presentándose al partido. En el 23 Mariano rozó el 1-1 después de un alarde de fe en la presión al meta David Soria. El rechace del delantero del Real Madrid lamió el poste derecho. Pudo haber sido un gol que cerrara la eliminatoria, pero se quedó en casi.
Tres buenas manos de Casilla sujetaban al Real Madrid, que pasaba apuros en cada ataque del Sevilla. Respondió Kroos con un disparo que se fue arriba. Lo mejor para los de Zidane, que ya había transcurrido media hora de partido. El sufrimiento tenía pinta de prolongarse, pero se acercaba el descanso y los madridistas conservaban la renta de la ida casi intacta. Incluso Kroos tuvo en sus botas el empate en el 43, pero el punto de mira de su disparo franco y cómodo estaba desviado. Silbó Undiano y el duelo llegó al intermedio con 1-0.
Asensio imita a Bale
Mariano pudo consagrarse nada más empezar la segunda parte, pero su disparo se marchó arriba. El Real Madrid había salido con otra cara tras el descanso.Y el que sí se consagró fue Asensio, con una galopada propia del mismísimo Gareth Bale en Mestalla. Marco recuperó la pelota en la frontal de su área y empezó una galopada, pelota cosida al pie. Fue eliminando rivales a golpe de potencia, incluido el autopase, aguantó la tarascada de Vietto ya en el área del Sevilla y batió a David Soria igual que Bale a Pinto: por debajo de las piernas.
Poco tardó el Sevilla en hacer el 2-1. Fue en un centro de de Escudero, de nuevo mal defendido por Danilo. La defensa del Madrid, como todo el partido, estuvo a por uvas. Djovetic, el último descubrimiento de Monchi, se encargó de empalar de volea dentro del área. Rugía el Pizjuán, aunque su equipo necesitaba tres goles en poco más de media hora para la machada.
Zidane metía a Kovacic por Mariano en el 57, porque era hora de empezar a guardar la ropa. Y de seguir nadando. El dominicano había estado más acertado que Morata, pero Zizou, listo como él solo, quería respetar los roles en la plantilla. En el 62 Casilla evitó el tercero, de nuevo en las botas de Djovetic. El técnico madridista hacía su segundo cambio: Carvajal por un desfondado Lucas Vázquez.
Sólo Marcelo parecía entender bien el partido. Sin miedo, con descaro, con fútbol. El cronómetro era el mejor aliado del Real Madrid, mientras Sampaoli ponía toda la artillería pesada –Vitolo y Nasri– para intentar una remontada ¿imposible? Morata perdonaba el 2-2 minutos después. Estaba claro que no parecía su noche.
Apretón final del Sevilla
El Real Madrid había cogido aire y la presencia de Kovacic en el centro del campo le había dado mucha presencia a los de Zidane. Pasaban los minutos y lo intentaba el Sevilla, que logró el tercero en el 76. Lo hizo Iborra después de una buena jugada en banda que se vio favorecida por un mal rechace de Kiko Casilla.
En el 83 a Casemiro le hicieron un penalti escandaloso. Lo tiró Sergio Ramos, que se lo había pedido como si fuera el de la final de la Champions. Se lo dedicó a los Biris, que se habían dedicado a insultarle durante todo el partido. Pidió perdón al resto del Pizjuán, pero no a los maleducados que se habían pasado todo el duelo llamándole de todo. Bien por Sergio.
Y todavía le dio tiempo al Real Madrid para empatar el partido. Fue un golazo de Benzema, con el partido ya resuelto, el que permitó a los de Zidane alargar hasta los 40 partidos su impresionante racha sin perder. Ya saben: el Madrid nunca se rinde.