Lo recomiendan los mejores entrenadores

El secreto que me cambió la vida en mis partidos de pádel: se nota desde el primer golpe

En el mundo del pádel, los jugadores buscan constantemente pequeños ajustes

Se pasa por alto un detalle fundamental que puede transformar por completo

Se trata de usar la mano no dominante para apuntar, el truco definitivo

pádel
Un jugador de pádel (iStock)

En el mundo del pádel, los jugadores buscan constantemente pequeños ajustes que marquen la diferencia en la pista. Entre técnicas, palas y estrategias, a menudo se pasa por alto un detalle fundamental que puede transformar por completo la calidad del juego. Se trata de usar la mano no dominante para apuntar. Este sencillo gesto, que muchos profesionales aplican de manera casi instintiva, se ha convertido en un auténtico secreto para lograr golpes más firmes, equilibrados y precisos. Aunque parezca un detalle menor, su efecto se percibe desde el primer golpe y se mantiene a lo largo de todo el partido.

El principio detrás de esta técnica es simple pero poderoso. Al utilizar la mano no dominante para apuntar hacia la pelota o la dirección del golpe, el jugador obtiene un punto de referencia visual y corporal para el impacto. Esto ayuda a coordinar mejor el movimiento del cuerpo, a mantener la vista fija en la bola y a anticipar el momento exacto del contacto con la pala. El resultado es una ejecución mucho más sólida, con una trayectoria más controlada y una sensación de firmeza que se nota inmediatamente. No se trata de un truco pasajero, sino de una herramienta que mejora la precisión y la confianza en cada punto.

El consejo definitivo para mejorar tu pádel

Otro de los grandes beneficios de esta técnica es el mayor equilibrio corporal que aporta. En el pádel, el cuerpo funciona como un conjunto integrado donde cada parte cumple una función específica. Cuando el jugador usa la mano libre para apuntar, activa de forma natural la rotación del tronco y mejora la postura de base. Esto genera una distribución más estable del peso, evita desequilibrios al golpear y permite una recuperación más rápida tras cada golpe. El equilibrio es clave en los movimientos laterales, las voleas y los remates, por lo que una simple corrección de la posición de la mano puede tener un efecto directo en la agilidad y la consistencia del juego.

La firmeza en los golpes es otro aspecto que se potencia notablemente con esta práctica. La mano no dominante actúa como un guía que marca la línea del movimiento, ayudando al jugador a mantener una trayectoria más recta y un impacto más limpio. Esto no solo aumenta la potencia sin necesidad de hacer más fuerza, sino que también mejora la precisión al dirigir la bola hacia el punto deseado. Los entrenadores que han incorporado este enfoque en sus sesiones aseguran que los jugadores experimentan una mejora visible en pocos minutos, ya que el cuerpo se adapta rápidamente al nuevo patrón de coordinación.

El pádel, más allá de la fuerza o la velocidad, es un deporte de técnica, control y equilibrio. Por eso, incorporar gestos como este puede marcar una diferencia notable incluso entre jugadores del mismo nivel. La mano no dominante, muchas veces relegada a un papel secundario, se convierte en un aliado estratégico que aporta estabilidad, orientación y seguridad. Desde que esta técnica se ha empezado a popularizar entre aficionados y profesionales, cada vez son más los que reconocen su valor y la incorporan como parte esencial de su rutina de entrenamiento.

Lo último en Deportes

Últimas noticias