Misil a la Liga
El Real Madrid se impuso al Sevilla con un partido comprometido, sacrificado e impecable en actitud gracias a un misil de Casemiro y un gol postrero de Modric que mantienen a los blancos vivos una semana más en su pelea por la Liga Santander
Un misil a la Liga. Un golazo imposible cuando todo parecía perdido, digo empatado. Un tiro lejano de Casemiro que ni Vaclik se imaginó dio una victoria merecidísima y muy currada a un buen Real Madrid ante el Sevilla. Hasta el misilazo, los blancos habían sido un diez en conducta y un cero en acierto. Pero el tanto es para el que lo trabaja. Como Modric, que rubricó su gran partido con el 2-0 en el 92. Con una actitud impecable, el Madrid hizo todo lo que debía para ganar al Sevilla. Dominó, jugó y creó ocasiones. Y al final obtuvo el premio de la victoria, que ya era hora.
Supongo que no tengo que contarles que Isco era suplente en el Real Madrid. Se ha convertido en un adjetivo inseparable del malagueño. Igual que se escribe «marco incomparable» o «aledaños del estadio» o «antiguas pesetas», Isco y suplente ya son palabras que van juntas. Tampoco jugaba Marcelo, otro problema gordo (guiño, guiño) para Solari, al que no se le podrá reprochar hacer lo mismo que un cocinero con los filetes del menú del día: poner a los que ve más finos.
Que eran estos: Courtois en su regreso a la portería; Carvajal, Varane, Ramos y Reguilón; Casemiro, Modric y Ceballos; Lucas, Vinicius y Benzema, el hombre de los 9 dedos sanos, el que en Juego de Tronos sería Meñique.
Furioso salió el Real Madrid igual que Echenique después de lo de Errejón. Los blancos presionaban, casi atosigaban al Sevilla, encerrado en su propio área intentando capear un arranque inesperado del equipo de Solari. En el Bernabéu se frotaban los ojos, incrédulos ante tanto ímpetu de los suyos.
Vinicius tuvo la primera y pronto cosió una coalición con Benzema que ni el PP con VOX. El brasileño eligió mal el camino por el que acceder al área y se fue cerrando él solo los espacios. El Sevilla, mientras tanto, no sabía por dónde le caían los ataques del Real Madrid. Lo mismo que Lucas Vázquez, que se llevó un codazo de Sergi Gómez que tanto Mateu como el VAR dejaron impune.
Buen arranque del Madrid
El Madrid fue perdiendo gas y estiróse el Sevilla con un par de córners. Menos mal que estaba Vinicius para agitar los ataques del equipo de Solari, aunque sus compañeros no acompañaban. En una contra vino el primer susto visitante en una contra que finalizó mal Escudero y en la que Courtois se llevó un topetazo involuntario de Carvajal.
Los de Solari se iban desinflando camino del descanso, aunque algún ataque aislado creaba confusión entre la defensa del Sevilla. Pero entre trifulcas, interrupciones sevillistas y alguna que otra chapa de Mateu se fue consumiendo el tiempo hasta alcanzar el intermedio. Con 0-0 y poquito que contar, la verdad.
En el segundo tiempo volvió a dominar el Real Madrid de salida con un Vinicius omnipresente y un poco acelerado y con un Ceballos que comenzó a aparecer. El Sevilla se sostenía con interrupciones de juego que eran permitidas sistemáticamente por Mateu, que vive en su planeta como Puigdemont.
Sendos disparos de Casemiro y Modric dieron aviso de que los blancos se habían juramentado para dar una alegría a un Bernabéu más acostumbrado en los últimos tiempos a los disgustos que la familia Kenedy. Luego, cerca ya de la hora de partido, llegó la ocasión más clara del Real Madrid, que protagonizó Modric con una buena maniobra individual culminada con un tiro al palo. Pero todo pasaba por Benzema. Era el principio del show de Karim.
A la desesperada
Benzema aparecía emboscado por cualquier parte y cosía a toda velocidad los ataques del Real Madrid. Se asomaban Carvajal y Vinicius por los costados, pero faltaba el remate final. Luego el brasileño, presente en todas las acciones agitadas del partido, pudo marcar el gol del siglo si su cuchara 2.0 hubiera cogido puerta. No lo hizo.
Al Real Madrid le quedaban 25 minutos para firmar otro empate y seguir desangrándose en la Liga. Lo volvió a ratificar el travesaño, que esta vez se interpuso en el camino del gol de un disparo maravilloso de Ceballos. Vaclik, que había rozado la pelota con su guante, lo besaba en signo de agradecimiento. Los blancos ya merecían la victoria a los puntos.
Pero les iba comiendo el reloj y Solari no hacía cambios. Atacaba y atacaba el Real Madrid, impecable su actitud, pero el gol tenía la boca cerrada con fuerza como un niño que no se quiere comer la papilla. En el 77, ya casi postrimerías del duelo, metió el técnico madridista a Isco por Lucas Vázquez… y entonces vino él: el gol.
Lo marcó Casemiro. Lo marcó desde lejos, lejísimos. Tiró desde un latifundio de distancia a la portería de Vaclik, que voló para detener el disparo del brasileño, pero no puso la mano cambiada con la fuerza suficiente. Marcaba el Real Madrid y lo merecía. Aaaaaleluya, aleluya, aleluya, aleeeeluyaaaa.
El Real Madrid encontró el premio que había merecido todo el partido con su fútbol serio e infatigable. Lo encontró de forma tardía, pero más vale tarde. Disfrutó y sufrió el Bernabéu los minutos finales pero, al final, llegó el gol postrero de Modric, que sentenciaba al Sevilla y sellaba el 2-0. Los blancos salvaron tres puntos que saben a gloria y que permiten soñar, al menos a los más optimistas, con seguir aferrados a la Liga. ¿Se imaginan?