Liga Santander: Real Madrid - Barcelona

El Bernabéu es Can Barça

El Barcelona encargó la Liga en el Bernabéu ante un Real Madrid que fue una oda a la impotencia. Un solitario gol de Rakitic en la primera mitad dio la victoria en el Clásico al equipo azulgrana, sin necesidad de esforzarse demasiado. El equipo de Solari no dejó de intentarlo pero demostró ser tremendamente inferior

El Bernabéu es Can Barça
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Un Barcelona en servicios mínimos se paseó por el Bernabéu, que se ha convertido en Can Barça en la última década. En 18 Clásicos en el campo del Real Madrid desde 2009, los azulgrana ya ha ganado once. De paso, terminó de envolver una Liga que ya tiene encargada. Un solitario gol de Rakitic en el primer tiempo bastó a los de Valverde para superar al equipo de Solari, que no dejó de intentarlo pero que fue una oda a la impotencia.

Segunda taza de Clásico. El Real Madrid afrontaba, entre la depresión, la desesperanza y el pánico, el segundo enfrentamiento ante el Barça con la sensación cierta de que (esta noche sí) Messi iba a aparecer. Una suerte de sentimiento de ir hacia el matadero se apoderaba del madridismo y de quien esto escribe minutos antes del partido. Solari decidió sacar un equipo casi calcado al del miércoles pero con portero (Courtois por Keylor) y con un fan de la Ryder Cup (Bale) en lugar del currante Lucas Vázquez. El resto, los mismos de la Copa.

Enfrente estaba un Barcelona dispuesto a escribir el mítico The End a una Liga que quizá tenían ganada antes de empezar. O cuando el Atleti de Simeone, Oblak y Griezmann decidió que iba a dimitir con la vista puesta en la Champions. Valverde no estaba para bromas y ponía un equipo fotocopiado al de la Copa con el único retoque de la entrada Arthur al centro del campo y Sergi Roberto al lateral derecho.

Antes de arrancar el Clásico las esperanzas del Real Madrid estaban en que Vinicius pasara de rana a príncipe. Bueno, o de que Busquets regalara en el primer minuto una falta en la frontal a Toni Kroos para que la tirara Bale. El galés la echó a las nubes. Menos mal que no se la dejaron ahí a Messi porque el Clásico se habría puesto 0-1 a las primeras de cambio.

El Barça estaba cómodo en el Bernabéu. El Real Madrid menos. No tenía el nervio de la Copa, consciente de que a la mínima que se descuidaran los azulgranas le harían el gol igual que el otro día. Apareció Benzema justo antes del minuto diez para desperdiciar su primera ocasión. El Clásico estaba medio tranquilo en el arranque.

Un Clásico de color azulgrana

Mientras el Clásico se cimbraba de un área a la otra, la peor noticia para el Real Madrid era que Messi había decidido hacer del Bernabéu el sitio de su recreo. Se asomó al gol al filo de los 20 minutos y lo evitó Courtois con una buena salida que punteó la vaselina de Leo. Un poco más tardó Vinicius en comparecer al Clásico, pero su velocidad no fue aprovechada por un Modric cuyo disparo blandito lo despejó un ubicuo Piqué bajo balos.

Y cinco minutos después, zas, gol del Barça. Era previsible. Los de Valverde estaban manejándose con comodidad en el Clásico. Una pérdida de Kroos, cuya baja forma es alarmante, dejó la pelota fácil para que Rakitic se plantara delante de Courtois y, con una picadita maravillosa, hiciera el 0-1 al filo del minuto 25.

El Real Madrid empezó a ser una oda a la impotencia ante un Barcelona que iba sobrado. Luis Suárez tuvo el 0-2 en sus botas al filo del descanso y lo evitó Courtois con una buena mano. Y justo antes del descanso llegó la polémica en una acción de Ramos con Messi en la que el capitán del Real Madrid golpeó en la cara al azulgrana, que reclamaba el golpe amargamente. Undiano decidió hacerse el sueco y pitar el descanso. Quizá fue la mejor noticia para el equipo blanco.

La reanudación comenzó con un Real Madrid dispuesto a igualar el Clásico, pero con Benzema disfrazado de Higuaín. Solari se puso nervioso, igual que el Bernabéu, y metió a Valverde por Kroos en el 54. Luis Suárez había perdonado un par de minutos antes el 0-2 en una carrera que se le fue haciendo larga según consumía metros.

Impotente Real Madrid

Carvajal seguía perpetrando un partido infame y solamente Vinicius lo intentaba sin éxito en el Real Madrid. Al Bernabéu ya no le quedaban uñas que comerse. El Barcelona, con su andar pausado, perdonaba demasiado a un Madrid que sabía inferior y jugaba como tal.

Pero tenía a un voluntarioso Reguilón, que no daba a una pelota por perdida, y a un fallón Vinicius, que volvió a perdonar el 1-1 en un disparo a bocajarro que se topó con el cuerpo de Lenglet. Pasado el 60 quitó Solari a Bale, que estaba de cuerpo presente, para sacar a Asensio. El madridismo dudaba entre quedarse al sufrimiento o irse a casa a preparar la cena.

No se resignaba el Real Madrid, a pesar de saberse inferior a un Barcelona que dibujaba ronditos andando. Sí lo hacía el Bernabéu, sabedor de que los azulgranas estaban perdonando, una y otra vez, el 0-2. El último fue Dembelé justo al filo del 70. Respondió Vinicius con un disparo, el enésimo, que besó el cielo de Madrid. La de pelotas que echa fuera este chico.

Isco por Casemiro en el 75 fue el último intento de Solari por enderezar un Clásico que había nacido muerto y, de paso, resucitar al Real Madrid. La conexión entre el malagueño y Asensio asomó raudo para desarbolar al Barcelona pero lo evitó un ubicuo Piqué.

Pasaron los minutos y el Real Madrid no dejó de intentarlo jamás. No lo consiguió porque lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. El Barcelona, sin alardes, consiguió una victoria (otra más) en el Bernabéu y dejó vista para sentencia una Liga que, posiblemente, había empezado a ganar el día que Zidane dijo que se iba.

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