El político infiltrado en la trama

La Policía señala a Albert Soler por sus contradicciones en el ‘caso Negreira’

albert soler Negreira
Albert Soler, señalado por la Policía en el caso Negreira.
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Albert Soler se ha convertido en el hombre clave del caso Negreira. El que fuera directivo del club azulgrana está acusado de cometer tres delitos por la Fiscalía de Barcelona, mientras que la Federación le imputa uno más en el mayor escándalo de la historia del arbitraje en España. Número 2 de Bartomeu y posteriormente número 2 del Consejo Superior de Deportes, sus influencias en este caso van mucho más allá de las casualidades, aunque sus contradicciones están siendo objeto de investigación por parte de la Policía.

Todas las declaraciones señalan a Soler como el principal conocedor del trabajo del clan Negreira para el Barcelona. El alto funcionario fue el único que admitió ante la Policía –quizá porque lo sabía de buena tinta– que desde 2005 se venían haciendo estos pagos pese a no entrar en nómina en el club culé hasta 2014. Un dato a tener en cuenta es que Albert Soler fue el secretario de Estado para el Deporte en 2011 en las postrimerías del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Tanto en su declaración para Hacienda como ante la Policía, el Barcelona señala que los únicos que podían saber con luz y taquígrafos lo que hacían los Negreira eran el ex CEO Óscar Grau y el propio Albert Soler. El directivo formado en el Partido Socialista Catalán (PSC) parecía tener un contacto más cercano con los conseguidores arbitrales por varios detalles. En primer lugar, los whatsapp aportados como prueba entre Javier Enríquez y el directivo y en los que se ve que mantenían una relación más que fluida.

El segundo detalle, quizá uno de los que más ha escamado a muchos, se encuentra en que el hijo de Negreira omitió la presencia de Albert Soler de la reunión en la que cierran la puerta definitiva del Barcelona. Técnicamente acudieron al encuentro el CEO Óscar Grau, el mánager de fútbol Pep Segura y el propio Soler, pero el hijo del ex vicepresidente del CTA omite la presencia de este último en el punto y final a una lucrativa relación de 18 años que terminó con burofaxes llenos de amenazas.

Las conclusiones de la Policía sobre Albert Soler.

La Policía manifiesta en sus escritos «contradicciones evidentes» entre lo expuesto por Óscar Grau y Albert Soler y deja entrever que alguno de los dos ha debido no decir la verdad sobre la relación del club con el ex vicepresidente de los árbitros. El hecho es que Soler sabía a la perfección que Soccercam, la empresa de Negreira Jr. que facturaba por informes arbitrales al Barça a través de la compañía Tresep 2014 –propiedad del directivo Josep Contreras–, tenía esos cometidos arbitrales con los informes e incluso pedía cuentas por whatsapp al hijo del ex número 2 del Comité Técnico de Árbitros como quedó demostrado en una prueba aportada.

Negreira Jr. aportó como prueba estos Whatsapp con Soler.

Grau se enteró de que existía este ‘servicio’ en 2018 y a los pocos meses –presuntamente por problemas económicos– decidió deshacerse de los Negreira tras perder su influencia en el CTA. Por su parte, el mánager general de fútbol Pep Segura declaró que le habían contado que existían informes, pero que nunca los vio en su mesa. Parece que Soler era el único que sabía bien de qué iban los documentos arbitrales.

Agente doble

Metido en cargos de gestión deportiva en el Ayuntamiento de Barcelona desde finales de los 90, Albert Soler, alias El Felón, tejió una red de influencias que le han llevado a muchos puestos de responsabilidad en la última década. Mientras la Policía le llamaba a declarar por este caso el pasado 21 de septiembre de 2022, el directivo ejercía como número 2 del Consejo Superior de Deportes «haciendo y deshaciendo» a su antojo.

Fuentes de dentro del CSD señalan que «Albert fue a cuidar de sus negociados» y a asegurarse de que «la nueva Ley del Deporte saliese como tenía que salir». La aventura de Soler no estuvo exenta de polémica puesto que en mayo de 2022, el Tribunal Supremo anulaba su nombramiento un año antes como director general de deportes al no cumplir con los requisitos para el puesto.

Soler entró en mayo de 2021 en el CSD teniendo más de un mes para denunciar las irregularidades de los Negreira que tan bien conocía como ha quedado demostrado. El directivo prefirió no decir nada –podría haber entrado la Justicia deportiva y no la ordinaria– cometiendo un posible delito de «prevaricación por omisión en el deber de perseguir delitos», tal y como ha denunciado la Federación Española de Fútbol. Esa acusación se une a otras tres formuladas por la Fiscalía en su investigación en el caso Negreira y que consisten en los delitos de administración desleal, corrupción entre particulares en el ámbito deportivo y falsedad en documento mercantil.

Tirando de favores

Soler se salvó de perder su puesto dentro del CSD gracias a un dedazo de una vieja amistad como Víctor Francos. El Secretario General de Cultura y Deporte fue rescatado por su amigo de tiempos del PSC de quedarse en el paro porque interesaba que estuviese presente en la promulgación de la nueva Ley del Deporte. Así se convencieron a las altas instancias de la necesidad aprobarlo en Consejo de Ministros.

El ex directivo del Barcelona estuvo presente en unas duras negociaciones y donde muchos aseguran que «ya trabajaba de facto para la Liga vistiéndolo de que era la opinión del Gobierno». No parece un dato casual que su ex jefe de gabinete en el CSD en 2011, José Antonio Montero, se sitúe dentro de la estructura de la Liga en un puesto directivo en aquel momento y en la actualidad. El dirigente se aseguró de que las infracciones muy graves siguiesen estando prescritas en la nueva Ley a los tres años, mientras que sí se incrementó ostensiblemente el tiempo de vencimiento para las infracciones leves y graves.

Soler se quedó en el Gobierno hasta que la Ley entró en vigor el 1 de enero de 2023 y a los nueve días dejó su puesto para incorporarse poco tiempo después al lobby Acento, donde le esperaba un jugoso acuerdo con la Liga para fomentar una división de entretenimiento y deporte. Por medio, el directivo hasta se saltó la Ley de Incompatibilidades al no esperar dos años para acceder a un cargo donde existe un evidente conflicto de intereses. Hasta Miguel Cardenal, ex jefe del CSD, esperó dos años para ejecutar su puerta giratoria para terminar trabajando para Mediapro tras ayudar a la Liga con la promulgación del Real Decreto del reparto centralizado de los derechos televisivos del fútbol que data de 2015.

Ahora todos los focos se centran en un Albert Soler que se ha visto obligado a salir de Acento tras apenas ejercer un mes en su nuevo puesto. El dirigente ha sido testigo de cómo la red que tan bien había tejido a lo largo de los años se ha caído como un castillo de naipes. El dirigente es el enlace entre Gobierno, Barcelona y los pagos a Negreira.

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