Petardazo de Setién en Mestalla
El Barça tiene un problema. El equipo culé se ha convertido en un equipo previsible por culpa nuevo planteamiento de Quique Setién. Jugando plano, lento y sin profundidad, los azulgrana encallaron en Mestalla siendo vapuleados por un Valencia que hizo buena la frase de Muhammad Ali: «Flotar como una mariposa y picar como avispa».
Los valencianos jugaron a eso con un Barça que tuvo todo el balón para ellos, pero que no encontraron peligro salvo un buen rato de Messi. Ter Stegen fue más fundamental que el argentino realizando varias intervenciones tremendas en la primera mitad, especialmente a Maxi Gómez. El uruguayo se desquitó en el segundo periodo anotando dos tantos que mandaron a la lona al equipo culé.
Y es que el conjunto de Quique Setién se ha especializado en vivir al límite. Tres partidos y tres momentos en la cuerda floja bien resuelta por la calidad de los cracks culés. Si contra el Granada una expulsión de Germán facilitó todo y contra el Ibiza dos fogonazos de Griezmann salvaron el sonrojo, en esta ocasión fue un soberbio Ter Stegen quien evitó una goleada en la primera mitad en Mestalla.
El guardameta alemán puede ser el mejor jugador en su posición en estos momentos. Sus paradas en el feudo del murciélago guardaron mayor trascendencia que cualquier acción de Leo Messi y eso son palabras mayores. Este Barça está muy verde, muy malcriado y muy expuesto para los deseos de Setién.
El entrenador cántabro quiere que en la elaboración de sus jugadas participe hasta Eder Sarabia –su incansable segundo que parece el Mocito Féliz saliendo en cada tiro de cámara de Setién– y no se da cuenta de que para implementar su nuevo estilo faltan muchas cosas. Empezando por la chispa en los metros finales, siguiendo por tímida presión alta y por último, pero no menos importante, colocando a sus jugadores en su sitio. Ver a Sergi Roberto de central hace daño a la vista.
El Valencia fue un torbellino bajo la gran estrategia de Celades. Esperaron al Barça y salieron como flechas con Gayá, Ferrán y compañía a la mínima pérdida comprometida culé. No tuvieron que esperar mucho para encontrar su primer premio. Piqué hizo un penalti que bordeó la roja sobre Gayá. Maxi, en ausencia del especialista Parejo, asumió la responsabilidad y se encontró con una parada catedralicia de Ter Stegen. Sería la primera de muchas.
El Barça dominaba aliviado la posesión, pero eso de acercarse a la portería de Domenech era harina de otro costado. El Valencia leyó a la perfección la situación y en varios oleadas tuvo más ocasiones para abrir el marcador. A la media hora, Maxi soltó un zapatazo desde la frontal que Ter Stegen desvió milagrosamente al larguero. El rechace lo peinó Carlos Soler y se la dio a Gameiro para que marcase a placer. Cuando Mestalla lo celebraba, el portero alemán apareció emulando a Ed Warner –el guardameta de Oliver y Benji que se impulsaba de palo a palo– para sacar una mano milagrosa.
Nadie se podía creer que el Barça saliese vivo de esto. Messi sólo se limitaba a tirar faltas a más de 25 metros que asustaban menos que los desmarques fantasmas de Griezmann. Hasta el minuto 36 tuvieron que esperar los culés para registrar un tiro a puerta, centrado y fácil para Domenech, como no obra de Messi.
Gil Manzano, el colegiado de la contienda, se unió a la fiesta enfadando a Mestalla todavía más. Pitó falta de Umtiti cuando Ferrán se quedaba sólo ante Ter Stegen y hasta pidió perdón por su error. El daño ya estaba hecho a una afición local encendida con el colegiado por errores pasados.
Maxi toma la revancha
El descanso no cambió la estampa. El Valencia, nada más salir de vestuarios, siguió con su plan de atacar en avalancha y por fin encontró el premio en una jugada que Maxi inició y se guisó. El delantero uruguayo centró al segundo palo, Gayá se la devolvió al otro palo y disparó ante la defensa culé atrincherada en el área pequeña tras un rebote sobre Jordi Alba. Ya Ter Stegen no pudo hacer ningún milagro más.
En el minuto 50, la situación se complicó todavía más para los culés. Piqué, Umtiti y Busquets ya tenían una amarilla, al tiempo que el Valencia salía cada vez con más peligro a la contra. Setién daba vueltas al banquillo y se daba cuenta de que necesitaba testosterona para darle la vuelta a la pasividad de los suyos.
Arturo Vidal fue la respuesta y los 15 mejores minutos del Barça en el partido. Messi entró en dinámica de peligro y el argentino perdonó hasta cuatro ocasiones ante un Valencia que se aculaba en su área. El argentino, tantas veces infalible, mostró que contra su inspiración los ché estaban preparados.
El Valencia sufría y sufría y cuando Maxi Gómez pedía el cambio por agotamiento, apareció Ferrán para regalarle al uruguayo el segundo tanto del partido. El jugador recibió escorado en la izquierda y anotó al palo largo un tanto de killer. El Barça, cuando más cerca estuvo del empate, se llevó el tanto que le terminó por aniquilar.
El chorreo pudo ser más grande si el VAR no hubiese invalidado una jugada confusa que terminó en gol de Paulista. Gil Manzano dijo que hubo falta antes del remate del defensa, pero se perdieron tres minutos valiosos para unos ché que tomaron el último impulso para cerrar el partido. Setién no tuvo respuestas para esos minutos finales. El equipo necesita un delantero y un replanteamiento del proyecto. Jugando así de plano lo normal serán sobresaltos como los que vivió en Mestalla.