Nadal arrasa a Ruud (6-3, 6-3, 6-0) y conquista su decimocuarto Roland Garros

La leyenda continúa

Rafael Nadal se proclamó vencedor de Roland Garros 2022 tras vencer en la final al noruego Casper Ruud

Cuánto gana Rafa Nadal por ganar Roland Garros 2022

Los mejores puntos de otra final para el recuerdo

Nadal Roland Garros
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Poco más de dos horas después del comienzo de la última batalla de una guerra de dos semanas y rivales majestuosos por el camino, el rey volvió a reinar en su casa. Rafael Nadal se proclamó, por decimocuarta vez, campeón de Roland Garros tras arrollar a Casper Ruud (6-3, 6-3, 6-0) en una final dominada de principio a fin por un elegido que sigue dando lecciones en el tiempo. Con 36 años, más de tres lustros después de su primera vez, Nadal vuelve a demostrar que es uno de los mejores deportistas de la historia y que en el tenis en tierra batida ha marcado un hito sin parangón, independientemente de las disciplinas. Rafa vuelve a ganar en París, donde consigue además su vigésimo segundo Grand Slam y deja a dos a Djokovic y Federer en una pugna en el Olimpo en la que el más grande se está desmarcando como vencedor a medida que se acerca el final.

Nadal pasó por encima de un rival que, hay que decirlo, no dio la talla en la final, pero que tiene talento de sobra para volver a estas instancias en el futuro. A Ruud le traicionaron un poco los nervios, pero, sobre todo, la figura casi divina de un tenista que lleva tiranizando el juego en arcilla durante toda su carrera. El Rafa más sobrio se llevó el primero, amagando con la épica en un segundo que pasó del 1-3 al 6-3 por obra y gracia del genio de Manacor. Ya en el tercero y ya con el «¡que viva España!» sonando en la Chatrier, Nadal pasó el rodillo y con un rosco cerró su enésima conquista en Roland Garros.

No era un primer domingo de junio cualquiera en París. No lo era pese a que el clásico de los clásicos, Rafael Nadal, se encontraba un año más en disposición de conquistar Roland Garros. Sin embargo, el regreso del balear después de un año ausente en el último día de competición, el duelo ante Casper Ruud, alumno de su academia y, sobre todo, la incertidumbre sobre su estado físico, con una posible retirada en el horizonte, convertían la cita en especial y, con altas probabilidades, de obligada mención en el catálogo histórico del torneo.

Rafa llegaba con confianza después de haberse proclamado vencedor de la parte más dura del cuadro. El manacorí había conseguido torear a Aliassime, cuarto del mundo en 2022; a Djokovic, número uno de la ATP, y a Zverev, opositor a la cima del ranking, pero le quedaba el último escollo, un Casper Ruud de estreno en una final de Grand Slam y con moral y tenis suficiente para poner en apuros al rey de la tierra batida en el día D para su decimocuarto título en París.

Nadal ata el primer set

Todo estaba listo para el comienzo de un encuentro que empezó gris, tanto en el cielo como en las sensaciones de ambos tenistas. Nadal comenzaría rompiendo el saque de Ruud, con la estrategia marcada a acribillar el revés de su rival y con resultados desde el principio. Consolidar con su saque confirmaba que todo iba bien, pero la relajación llegaría a un Rafa sin las mejores sensaciones sobre la pista, y así cedería su saque, permitiendo la posibilidad de que Casper igualara la contienda.

El noruego, sin embargo, estaba acusando los nervios en su estreno en una final y volvería a ceder el servicio. Esto sí resultaría determinante, ya que Nadal volvió a aparecer en escena con la lección aprendida, sin asumir demasiados riesgos, pero sí los suficientes para ir sumando servicio a servicio hasta cerrar la manga con un sólido 6-3. A dos sets del 22.

Ruud debía reaccionar inmediatamente si quería apurar sus mínimas opciones de triunfar en París. Siendo sinceros, el nivel del noruego se esperaba mucho más alto y en el primer parcial no lo había mostrado, pero en el comienzo del segundo algo iba a cambiar. Nadal, aún con un set en el bolsillo, seguía viéndose con dudas y sin enganchar demasiado bien los golpes, tanto de drive como de revés. Casper, por su parte, se despojaba de la presión y aprovechaba los efectos de su derecha para ir mandando a Rafa al fondo, a los lados y finalmente al fallo. Traduciéndolo al marcador, el noruego se adelantaba con break y sin un buen Nadal al servicio.

Remontada de campeón

El nórdico se veía capaz de ganar, remontar y llevarse la final, pero el mal de altura volvió a visitarle de la mano del arma de destrucción masiva del tenis mundial, la mejor versión de Nadal en tierra batida. Acababa de salir el sol en la Chatrier y con él, salió también un nivel que no habíamos visto en Rafael en todo el partido. Con la derecha tomando el mando, Rafa comenzó a enganchar golpes, después puntos y más tarde, juegos, hasta completar un parcial inverosímil de 5-0 que le daba la vuelta al set y lo cocinaba en su punto hasta cerrarlo con el mismo resultado que el primero.

Con un bache entre medias, Rafa había vuelto a subirse en la moto que debía conducirle al título en París. Su capacidad de templar los nervios y gestionar las adversidades había marcado la diferencia, una vez más, mientras sus cualidades tenísticas reseteaban hasta volver a engrasarse. Ahora, con todo ello de vuelta, sólo quedaba cerrar el partido para reescribir la historia por decimocuarta vez.

El rey Nadal

Habíamos visto el nivel de contención de Nadal, el de sobriedad y el de reacción. La faena estaba prácticamente completada, pero quedaba la exhibición, el rodillo al que habitúa el mejor jugador de todos los tiempos en una superficie que le alza más si cabe a nivel histórico. Sucedió en el tercer set, con un 3-0 de inicio en el que Ruud se soltó por fin, pero chocó con el drive de Rafa en su cenit, suficiente para explicar lo vivido en la Chatrier.

Nadal había puesto el turbo hacia un nuevo título en Roland Garros y nada iba a pararle. Es el rey, se abre paso donde haga falta en su tierra a base de tesón, coraje y mucha, mucha calidad. Tanta como para haber conquistado en 2005 su primer Grand Slam en París y en 2022, ya con 36 años, prácticamente cojo de un pie y con las lesiones interrumpiendo más que nunca, volver a arrasar en una final y sumar su decimocuarto título en París, su segundo grande de la temporada y el 22º de su carrera. La leyenda continúa.

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