La ‘Liga de los Campeones del Mundo’ en su hora más triste: Tapia no para de generar ira en Argentina
Hace escasos días, Ángel Di María, uno de los diez jugadores más emblemáticos de la historia de la selección argentina, apareció sonriente en una sala abarrotada de dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino, en Buenos Aires. Claudio ‘Chiqui’ Tapia, el presidente de la AFA, le abrazó y entregó imperturbable -entre escritorios- una copa (título nacional oficial) en reconocimiento a que Rosario Central, el club donde juega ‘Fideo’, había sido el equipo con más puntos en la sumatoria del año del engendro de Liga argentina actual.
Lo perplejo de la situación es que más de 40 dirigentes de los demás clubes presentes se enteraron allí mismo, en ese instante, que Tapia había inventado una nueva estrella oficial jamás prevista ni advertida antes o durante la competición disputada. Es decir, nadie sabía que el club que más puntos obtuviese en la suma de los dos torneos anuales (como hoy se subdivide el formato del torneo ‘Frankenstein’ ideado por Tapia y sus laderos) se coronaría campeón. Mucho menos, que el trofeo se concediese en plena disputa de la fase final de playoffs del campeonato argentino, en el que el Central de Di María finalmente quedó eliminado. Traducido, casi todos desconocían que (una vez más) las reglas y normas de los campeonatos de AFA volverían a modificarse en plena disputa del juego, sin buscar el consenso ni al menos la notificación a sus principales actores, los clubes.
Uno de los grandes y últimos escándalos
Este es uno de los últimos grandes escándalos y bochornos que envuelve a la conducción de Tapia y al fútbol argentino en general. La situación tan lastimosa y nauseabunda hoy es tema prioritario de debate acalorado y repudio de una inmensa mayoría de la sociedad argentina que -como es sabido- interpreta al fútbol casi como una religión, como una cuestión de vida o muerte.
Y el fútbol argentino, precisamente, aquel que Tapia promociona como ‘La Liga de los Campeones del Mundo’, se está muriendo puertas adentro con situaciones dantescas, grotescas y rayanas directamente en la alevosía más pueril que Tapia delinea junto a su mano derecha, Pablo Toviggino, y presidentes de algunos clubes del interior de provincias argentinas.
Solo por citar algunos de esos escenarios y decisiones del hombre más poderoso del balón en la ‘tierra gaucha’, y de su séquito (que hoy acaparan las discusiones y quejas mayoritarias de los aficionados futboleros albicelestes) una de ellas es la estructura que Tapia pergeñó para el torneo actual. Primero, dispuso que lo jueguen… ¡30 clubes!, permitiendo ascensos masivos a la Primera División de modestos clubes ignotos de provincias argentinas, con cuyos presidentes se alió para ganar poder y sentarse en el trono ocupado durante más de tres décadas por el recordado Julio Grondona.
En estos años de gestión, también eliminó unilateralmente -en algunas ocasiones- los descensos mientras faltaban un puñado de fechas para terminar los campeonatos, y favorecer (otra vez) a sus clubes ‘amigos’ que corrían serios riesgos de abandonar la máxima categoría.
Claudio Tapia también tiene un estadio que lleva su nombre, el del club Barracas Central. Es presidente desde 2001. Allí juega su hijo. Esta institución diminuta del empobrecido sur de Buenos Aires hasta no hace muchos años vegetaba en la Primera C (torneo de quinto o sexto orden del fútbol argentino). Pero desde que ‘Chiqui’ se sentó en el trono de la AFA, el equipo tuvo un meteórico ascenso imparable, saltando de categorías de manera asombrosa, con la facilidad para elevarse al cielo como lo hace el sueco Armand Duplantis con su garrocha.
Quien esto escribe invita al lector a ver por YouTube algunos de los cientos de obscenos arbitrajes que favorecieron a Barracas en el último lustro, en las categorías menores de la AFA. Solo alcanza con indicar tres palabras en la búsqueda: “Escándalo-árbitros-Barracas”. Tales tratos preferenciales de los referís con la entidad de Tapia obraron el ‘singular milagro’: su institución, con un estadio más pequeño que el del Coslada de España, y con menos socios que el Carabanchel madrileño, no solo consiguió ascender a Primera e instalarse en la privilegiada elite hace algunos años. Jugará en 2026 su primer torneo internacional: la Copa Sudamericana (en equivalencia, como la UEFA de Europa).
Para conseguirlo, la semana pasada dependía de que su club ganara -o al menos empatara- al Huracán de Parque Patricios. Iba perdiendo, pero el árbitro cobró dos penales ficticios y absurdos a favor de Barracas, no echó jugadores que debían irse expulsados, e inclinó alevosamente el campo. Nuevamente: por favor, si tened tiempo echad un vistazo por YouTube.
Claudio Tapia nació en el seno más humilde de San Juan, una provincia del norte argentino. Durante buena parte de su vida fue barrendero, hasta que se casó con Paola Moyano, la hija de Hugo, uno de los sindicalistas más poderosos de la historia del país sudamericano, líder del gremio de los camioneros. Allí empezó su trayecto en el plano dirigencial argentino. Cuando murió Grondona, en 2014, comenzó a elaborar una jugada maestra: aliarse con los postergados clubes de las divisiones de ascenso de las provincias argentinas, dejando de lado al todopoderoso Buenos Aires. Desde allí juntó enorme poder -de la mano también de gobernadores provinciales- y consiguió ser presidente de la AFA.
Los logros frente a la impunidad
Acostumbra proclamar a los cuatro vientos que- durante su mandato- fue el hombre que catapultó a Lionel Scaloni como DT de la Albiceleste (verdad). También, que bajo su gobierno Argentina ganó cuatro títulos inmensos después de 28 años de sequía: el Mundial de 2022, la Finalíssima de ese año, y dos copas América (verdad). Suele vociferar que el predio de entrenamiento de la Selección Argentina es uno de los mejores del mundo y que logró no solo ordenar sus cuentas, sino que la Albiceleste sea una máquina de generar dinero (todas verdades).
Pero su modelo de éxito es claramente ‘for export’. Puertas adentro, está aniquilando los campeonatos argentinos, que se desangran con hechos realmente infames. Es más, literalmente los desprecia en su sentimiento cegado para gobernar bajo sus únicos intereses y los de unos pocos. No tiene vergüenza, no tiene ética, carece de moral…
Toviggino, la mano derecha de Tapia que es el ‘Talibán de las Redes’
Pablo Toviggino, su mano derecha, es el hombre más poderoso del club Central Córdoba de Santiago del Estero. Otra vez, un caso similar al de Barracas: entidad modesta y pequeña que acostumbraba a deambular por las divisiones menores del Ascenso, con pocos aficionados, socios, y que nunca había destacado en el plano deportivo. Pero también logró en estos años ascender de categoría en categoría a Primera, ganar una estrella y jugar copas internacionales. En su ciudad, perteneciente a una de las regiones más pobres del país (donde hay escasez de redes cloacales y malnutrición infantil elevada, entre otras penurias), la AFA y el gobierno provincial santiagueño le construyeron en 2018 el estadio ‘Madre de Ciudades’, donde juega de local, una obra increíble, techado, con capacidad para más de 30.000 personas sentadas. Algo así como un oasis de primer mundo en medio de la pobreza más extrema.
No es casualidad por intereses turísticos gubernamentales afines a Toviggino y a Tapia, para generar mayor volumen de negocio en la pobre Santiago del Estero, que en ese campo se jueguen cada dos por tres finales de los más variopintos e inventados torneos que Tapia ha comenzado a incorporar al calendario, en su premisa patética de “campeonatos y estrellas para todos”: copas de algo, supercopas de algo, recopas de supercopas de algo…
En 2026, los equipos en Argentina podrán optar a ¡casi 10 títulos domésticos anuales! (además de los tres internacionales a los que aspiren los mejores clasificados): Torneo Apertura, Torneo Clausura, Torneo campeón (por sumatoria puntos) de Liga, Copa Argentina, Supercopa Argentina, Supercopa internacional, Recopa… y siguen los nombres…. Una auténtica locura: en cada país de Europa disputan tres o cuatro, como en Brasil.
El señor Toviggino, que es un auténtico talibán en redes sociales, llegó a masacrar hace unos días a Sebastián ‘La Brujita’ Verón, recordado talento del Manchester United y la Selección Nacional argentina, entre otros, con un posteo incendiario en redes. Verón es el presidente del Estudiantes de La Plata y uno de los pocos enfrentados abiertamente con la gestión Tapia. Había posteado que ninguno de los clubes que estaban en la reunión aquella que relata esta columna al comienzo, donde Di María recibió la copa ‘inventada’, fue informado ni consultado previamente sobre la decisión unilateral de Tapia. La respuesta de Toviggino fue también por redes: “¡Dale miamense, sos pecho frío!”, escribió, sin ningún reparo. Ese es el nivel cultural también que utilizan quienes supuestamente defienden los intereses de la casa madre del fútbol argentino, donde nacieron Maradona, Messi y Di Stéfano.
Triste final el de Di María en Argentina .
Pero banco el sacrificio si esto se lleva puesto a la AFA entera.pic.twitter.com/ksKQaTPIdw— Mauro Ezequiel 🇦🇷 (@eMeDmadafakas) November 23, 2025
Cuando este fin de semana el Rosario Central se enfrentó al Estudiantes de la Plata, sucedió algo inédito, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo: los de Verón recibieron al equipo de Di María con un pasillo de espaldas. La AFA había exigido que la bienvenida al campo fuese con honores para los campeones rosarinos Tapia había decretado en los escritorios. Pero los jugadores platenses mostraron explícitamente su repudio por semejante absurdo.
Un robo a mano armada contra el San Lorenzo
El club de Toviggino acaba de pasar a los cuartos de final de los playoffs del Torneo de AFA, tras eliminar el pasado sábado -en medio de otro bochorno gigantesco- al San Lorenzo de Almagro. Ganaba el Ciclón de Boedo en Santiago del Estero y lo dejaba fuera, pero en cuatro minutos el árbitro inventó un penal para los locales, después le echó un jugador de manera inverosímil al equipo del Papa Francisco, y terminó ocurriendo lo que toda Argentina ya sabía: que la entidad santiagueña seguiría en competición.
En Argentina, si el torneo de primera división es espantoso (30 equipos que juegan en dos zonas de quince, y durante todo un año -por sorteo- no pueden dirimirse con la otra mitad de sus competidores), el de la Segunda División ya es surrealista. En el efecto de “ascensos masivos” lo juegan ¡38! Es como una especia de ‘Liga sin Fin’…
En Argentina también existen los denominados “hinchas neutrales” en estadios que se caen a pedazos, con instalaciones más que deficientes, en muchos casos. Por arbitrio, subjetividad y caprichos de Tapia y sus dirigentes amigos, cuando estos dan luz verde, pueden ir aficionados del visitante al campo del local, pero camuflados como “neutros”. En teoría, no pueden exhibir camisetas ni banderas de su club, pero les dejan entrar y cantar por sus colores. En la mayoría de partidos, solo puede acudir la parcialidad local por un tema de “supuesta prevención de la violencia”, pero de vez en cuando AFA deja que esto cambie. Y las reglas, nuevamente, no son las mismas para todos.
Argentina tiene uno de los más obsoletos, baratos y cuestionables sistemas de VAR, la versión low cost del mundo, y en determinados torneos -como la Copa Argentina, por ejemplo, en la que los calendarios se arreglan a conveniencia de la AFA y de los clubes, con fechas a la carta que van modificándose permanentemente- solamente lo pone en práctica en instancias finales.
Argentina cambió 14 veces la forma de jugar los torneos en los últimos años. Quitó los descensos, redujo descensos en mitad de competiciones, decidió cada vez más ascensos, entrega trofeos por doquier y los legitima en escritorios…
El arbitraje, vergonzoso
Y su arbitraje está dirigido por Federico Beligoy, presidente de la AAA, obviamente ladero de Tapia y a quien el futbolero mayoritario en el país también ‘incendia’ en redes y en las calles por los escándalos mayúsculos frecuentes.
Recientemente, el Puerto Madryn y el Deportivo Morón jugaban una semifinal en la segunda división nacional. Fue tal la gravedad de lo ocurrido, por decisiones del árbitro para favorecer al equipo del interior protegido por Tapia, que todo terminó con varios jugadores del Morón detenidos, gaseados con gas irritante en pleno campo por los uniformados, y una golpiza descomunal de todos contra todos. A eso se suma lo que le dijo delante de todos los micrófonos y las cámaras otro árbitro de Beligoy en aquel partido del Huracán contra el Barracas, mencionado más arriba en esta pieza. Cuando el DT del equipo claramente perjudicado se acercó al referí, éste le dijo: “Afuera te voy a romper (golpear) todo”
Esta sea, quizás, la imagen final que resuma lo que pasa hoy en el fútbol argentino. Precisamente se vive eso. “Romper, destrozar, pulverizar”. Así está haciendo Tapia con el fútbol que gobierna “más allá de la Selección”… O mejor dicho, exceptuando su gestión en el ámbito de la Albiceleste. Es quien no para de repetir, casi enajenado, su famoso lema: “No trates de entenderlo, disfrútalo”. Los que amamos el fútbol, en vez de sentirnos orgullosos, tenemos ganas de vomitar y nos falta el aire por toda esta desgracia que él genera.