Keylor Navas se despidió del Real Madrid con un partidazo y el cariño del Bernabéu

No era un partido más ni para Keylor Navas ni para la afición que le ha arropado durante cinco años de manera incondicional. Esa misma que, justo antes del comienzo del encuentro, decidió corear su nombre y finalizar el homenaje con una gran ovación que el guardameta recibió emocionado. Sabía que, salvo sorpresa inesperada, era la última vez que se iba a poner bajo los palos del Santiago Bernabéu con el escudo del Real Madrid en el pecho, por lo que el duelo ante el Betis era muy especial.

Arropado por su familia y los aficionados en la grada y por sus compañeros en el campo, comenzó a jugar el partido de la última vez. El de su despedida. Posiblemente, el más duro para un profesional ejemplar que durante un lustro se ha dejado el alma por defender al Real Madrid. Con sus aciertos y sus fallos, que también los tuvo, pero sobre todo con un compromiso admirable que le ha permitido ganarse el respeto y el cariño de una de las aficiones más exigentes del mundo del fútbol.

Durante el choque tuvo que hacer alguna intervención de mérito. Primero, sacó una buena mano para desviar al balón a córner tras un disparo de Bartra, después voló para evitar un gran gol de vaselina de Lo Celso y en el segundo acto repitió estirada para evitar el tanto bético. Poco pudo hacer en los goles de Loren y Jesé.

Después, Undiano Mallenco, que también se despedía del arbitraje, indicó el final del partido y Keylor, como siempre, se despidió del rival, saludó a la grada, encaró el camino de los vestuarios despidiéndose de la que ha sido su afición, aunque ese paseo hasta la caseta no era como los anteriores. Los ojos del hombre que ha sido titular en las tres Champions seguidas que ha ganado el Real Madrid indicaban que algo se había acabado, que ya nada sería como antes porque nunca más como jugador local repetirá ese recorrido. El Bernabéu, que no dudó en silbar al resto de sus compañeros, se puso en pie para regalarle la última ovación de la temporada. Navas, emocionado, se despidió de su casa.

Keylor se va y deja en la memoria un sinfín de momentos que ya forman parte de la leyenda del club. Las tres finales de Champions, aquellas semifinales de la máxima competición continental ante el Bayern en las que paró todo lo posible para conducir al equipo a Kiev o, en definitiva, un gran número de intervenciones que le han convertido, por méritos propios, en historia viva del Real Madrid.