Contracrónica del España-Suecia

España, ¡qué manera de sufrir!

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España sufrió como nunca para clasificarse para el Mundial. (AFP)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • SEVILLA
  • Enviado especial
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

La leyenda de Sevilla sigue intacta, aunque por los pelos. La selección española vive enamorada del embrujo de una ciudad que ha contemplado las grandes hazañas del equipo nacional en territorio nacional. Fue en Sevilla donde se ganó 12-1 contra Malta, fue en este mismo lugar donde España se clasificó para el Mundial 94 venciendo a la vigente campeona de Europa Dinamarca, también donde se registró la mayor goleada que Alemania jamás registró en su historia –un pletórico 6-0– hace un escaso año y ahora donde sella el pase a un Mundial más sufrido de nuestra historia.

Los precedentes nos llevaban a pensar que España lo tendría fácil, pero nada más lejos de la realidad. Se sufrió y de lo lindo frente a un rival que tenía clarísimo lo que tenía que hacer: dejarnos la posesión y buscarnos las cosquillas al contragolpe. Hasta los periodistas suecos desplazados a Sevilla se sabían el plan y por eso justificaban la suplencia de una leyenda como Zlatan Ibrahimovic.

OKDIARIO pudo compartir un taxi –de esos que escasean en Sevilla– con uno de los enviados especiales de la prensa sueca concretamente del periódico Svenska Dagbladet (SvD) conociendo un poco al rival antes de medirse con ellos. Parece ser que el seleccionador Janne Andersson mantiene una relación más cordial con sus compañeros de la prensa hasta el punto que ellos mismos aseguran que sabían lo del banquillazo de Ibra un día antes.

El hecho es que llegamos al estadio de La Cartuja tirándonos el taxista en medio de la autovía para evitar el atasco, mientras el compañero sueco alucinaba con el arte del pueblo español de saltar quitamiedos de carretera. Después de negarse al principio, aceptó su destino y hasta se nos insinuó con tomarnos una cerveza Victoria antes de entrar en el estadio.

Nosotros rechazamos gentilmente su invitación porque además de un poco plasta, teníamos que acreditarnos para entrar y también grabar el ambiente en los exteriores. La Federación montó un ambientazo en cada fondo como si fuese un ambiente diferente de bodas con DJ’s repartidos poniendo en un sitio a Raphael, en otro reggaeton y en otro pop español eligiendo el público donde irse de fiesta una hora antes del inicio del partido.

La prensa española sufrió una pérdida de rumbo conjunta al ver cómo la puerta 3 –la de la Eurocopa– no daba acceso al interior del estadio a los medios acreditados jugando a los exploradores durante unos minutos hasta encontrar la esquiva puerta 16, que era la buena. Una vez acoplados en el estadio todos nos percatamos de que la normalidad había vuelto a nuestra vidas con una Cartuja llena hasta la bandera con 51.847 espectadores.

El público hizo su parte animando sin descanso desde el principio del choque. «Gavi, Gavi, Gavi», se pudo escuchar en varias fases del partido ante la exhibición de dominio de balón del futbolista sevillano. Las olas gigantes e interminables no faltaron en una primera parte que tuvo poca profundidad en cuanto a ocasiones, pero que sí fue espectacular por la impresionante implicación del público.

El plan iba sobre ruedas a una Suecia que encima tenía oportunidades al inicio de la segunda parte. España se las vio y se las deseó para poder meter mano a un combinado muy bien trabajado en todos aspectos del juego. La Cartuja no dejó de animar, aunque sí hubo sectores que tuvieron el pecho encogido ante la opción del accidente.

La entrada de Ibrahimovic con el 0-0 puso a todo el personal en guardia y cuando todos pensábamos que esto sería como la pasión del Cristo del Gran Poder de Sevilla apareció Morata para reconciliarse con el estadio que en verano le pitaba. El delantero madrileño sellaba el pase de España al Mundial despertando el júbilo en el banquillo español. El abrazo que se dio con Luis Enrique con todo el público aplaudiendo certifica que aquí hay equipo y todo vamos a una en Qatar. Luego la vuelta de honor del equipo con todo el mundo vitoreándoles fue para salir por la puerta grande de la Maestranza.

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