Mundial 2018 Rusia: España – Marruecos

Una España de segunda acaba primera

Una España de segunda acaba primera
Los jugadores de España celebran el 2-2 ante Marruecos.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Fue una España de segunda. Una España llena de dudas, de regalos defensivos obscenos, de fallos impropios de una selección de nuestro nivel. Fue una España que estuvo en un tris de perder con Marruecos, que ya estaba eliminada del Mundial. Pero un minuto loco y gracias al VAR España pasó de segunda a primera con dos carambolas: el gol anulado y luego validado a Aspas y un penalti que marcó Irán. Pero que nadie se engañe: o mucho cambian las cosas o solamente las genialidades de Isco parecen poca cosa para aspirar a tener una larga vida en este Mundial.

Hierro es con sus alineaciones como Florentino Pérez con sus corbatas: un hombre de pocos cambios. Así que el once de España ante Marruecos era casi calcado a la que se midió a Irán que, a su vez, era primo hermano de el que debutó ante Portugal. El único retoque era la entrada de Thiago y la salida de Lucas Vázquez. Dicho de otro modo: toque por vértigo. El resto repetían todos, desde el cuestionado De Gea al desatado Diego Costa. Se lo saben de memoria: De Gea; Carvajal, Piqué, Ramos, Alba; Busquets, Thiago; Silva, Isco, Iniesta; y Diego Costa. Y con estos once nos jugábamos los octavos.

No salimos bien. Manoseábamos la pelota con los pies con una cadencia cansina como la de una vieja rezando el rosario. Marruecos apretaba más desde el orden táctico que desde el ímpetu. El ritmo del partido era una balada de Álex Ubago: lento y triste. Un pique entre Amrabat y Sergio Ramos agitó el duelo, que se convirtió en una suerte de reyerta. Mala idea para España ante una selección ya eliminada del Mundial.

Un par de caídas a banda de Diego Costa y alguna maniobra de Isco entre líneas dieron noticia de la presencia de España en el partido. Y entonces llegó el regalo español de cada partido. Fue Iniesta, con un fallo de esos que vuelven a poner de manifiesto que es una sombra del futbolista que fue. A Andrés se le escapó un control de esos de los que lleva haciendo bien desde que era del Madrid «a todo poder».

Iniesta la lía, Isco lo arregla

Ramos se fió de Iniesta. Nunca lo hiciera. El más listo fue Boutaib, que se hizo con la pelota y metió la directa hacia la portería de De Gea. Le batió por bajo. España se metía en un lío. Menos mal que lo arregló en cinco minutos en una jugada coral, dirigida por Isco y culminada también por él. En la misma Iniesta expió el pecado del primer gol, con una buena asistencia que culminó el malagueño, su relevo natural y el nuevo líder de esta España a mitad de camino entre la vieja guardia y los millenial.

Consumidos 20 minutos el duelo se mantenía entre la incertidumbre y el ataque de nervios. España seguía dispuesta a suicidarse y otro despiste en un saque de banda provocó un mano a mano entre Boutaib y De Gea. El meta español (por fin) lo resolvió bien y evitó que Marruecos hiciera el segundo. Devolvimos la ocasión en el 26, pero Diego Costa se mostró tan patoso como en los viejos tiempos al rematar al aire un pase de la muerte.

Marruecos empezó a repartir coces con la misma generosidad que los Reyes Magos reparten caramelos en la cabalgata. Se llevaron tres amarillas (merecidísimas) en un decir amén. España se fue apropiando de la pelota, pero los riesgos a la espalda de nuestra defensa daban vértigo y taquicardia. Menos mal que teníamos a Isco, que estaba gobernando el partido con pie firme y varita mágica. Su exhibición en el primer tiempo fue monumental. Llegaremos hasta donde toque, pero esta es la España de Isco.

Se consumió el primer tiempo con Amrabat más nervioso que un tronista sin Instagram y haciendo méritos para una roja que no vio. Iniesta volvió a aparecer en el área para dar una asistencia al filo del descanso a la que Costa no llegó por lo que mide un gnomo.

España en rebajas

En la reanudación España ya sabía que Portugal iba ganando a Irán, así que no quedaba otra que irse a por Marruecos si queríamos acabar primeros de grupo y evitar así un cruce con Uruguay y la parte chunga del cuadro. Pero las dudas defensivas de la selección seguían siendo desesperante. Cualquier ataque marroquí era un sofoco.

Sólo la ubicuidad de Isco daba soluciones a una España endeble, irregular y muy precipitada en su fútbol. Demasiados jugadores tomaban decisiones erróneas. La calma balsámica de Iniesta ponía un punto de orden en el caos. Isco era el Señor Lobo. Pero los problemas los teníamos atrás. En el 55 la escuadra de De Gea cantó el himno nacional español para evitar lo que habría sido un golazo de Amrabat. Otro susto.

España pedía a gritos un cambio, pero Hierro no agitaba el banquillo. Con Iniesta tieso y Thiago desaparecido parecía la hora de Koke y Saúl… o de Asensio. Isco tuvo en su cabeza el 2-1 después de un buen pase de Silva. Lo evitó Saiss con una peinada salvadora bajo palos. También el gol hizo la cobra a Piqué en el córner posterior.

Nos habíamos ido ya al 65 y España no encontraba el camino. Isco seguía en pleno recital, inspiradísimo, resolutivo, genial. Tiraba del carro. En el 70 por fin a Hierro, que se formó con Ancelotti, le sonó la alarma del Nokia y se decidió a mover el banquillo. Concretamente en el 73 entraron Aspas y Asensio como los petisuis: de dos en dos. Se fueron Diego Costa y Thiago.

Se consuma la tragedia

El reloj jugaba en nuestra contra. Nos quedaban doce minutos más el alargue para hacer uno gol. El que casi hizo Marruecos al filo del 80 con un remate de Ziyech que salvó bajo palos Piqué. Pero de resultas del córner llegó el 1-2 de Marruecos. El cabezazo lo conectó En-Nesyri y ni la defensa le sujetó ni De Gea fue capaz de moverse. El desastre estaba a punto de consumarse. Menos mal que la derrota de Irán evitaba una eliminación que habría sido un ridículo Mundial.

Consumíanse los minutos. España apretó y lo intentó. Con suspense y con VAR llegó el gol de Aspas que igualaba el partido, aunque no maquillaba la imagen de una España de segunda. Eso sí, Irán (también con el VAR de por medio) igualaba el partido con Portugal, así que de rebote, y con más flor que Zidane, la España de Hierro se metía como primera de grupo en los octavos y evitaba a Uruguay, pero mucho tendrá que mejorar si quiere que su camino en el Mundial de Rusia sea largo.

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