La devoción de Paul McGrath: «Iré corriendo desde mi casa a Monserrat para darle gracias por la medalla»
El marchador español atiende en exclusiva a OKDIARIO recién aterrizado en Madrid tras el Mundial de Tokio
Pidió ayuda a la Virgen de Monserrat antes de viajar a Japón y prometió ir corriendo desde su casa si ganaba una medalla
De padre escocés y fiel aficionado al Celtic, el atleta se ilusiona con un homenaje en Celtic Park

Las puertas de llegadas en la terminal 1 del aeropuerto de Barajas se abren y por ellas cruza un joven de sonrisa perenne y mirada plena. Viene de Tokio tras haber hecho escala en Pekín, ergo, con más de 18 horas de vuelo en su mochila «Ha sido largo, pero todo muy bien», asegura cuando se encuentra con OKDIARIO. Paul McGrath (Barcelona, 2002) lleva colgada su medalla de bronce conseguida en el Mundial de atletismo disputado en la capital nipona. La mira, la besa, la muerde y, sobre todo, la disfruta.
El suyo fue un triunfo agónico en los 20 kilómetros marcha. Lideraba la prueba a falta de dos kilómetros, pero las circunstancias le obligaron a reconducir su estrategia. Había recibido dos tarjetas y una más le mandaba a la nevera (pit lane) durante un par de minutos antes de reanudar la marcha. «Esa penalización me hubiera matado. Iba rezando para no tener ninguna amonestación más. Fue un sufrimiento mental porque físicamente me encontraba bien», asegura a este medio.
En ese momento, Paul McGrath, que recordemos debutaba en un Mundial, optó por rebajar las pulsaciones, cuidar la técnica y amarrar el bronce. Del resto se encargó la Virgen de Monserrat. A ella acudió el devoto marchador antes de coger el vuelo a Tokio para pedirle fuerzas y a ella volverá para agradecerle el éxito. «Siempre he creído mucho en ella. Prometí que si ganaba una medalla iría corriendo desde mi casa para agradecérselo. Y mira, ahora es mi próximo objetivo», desvela durante su conversación con OKDIARIO.
El siguiente objetivo, aunque no depende de él, es recibir un homenaje en Celtic Park, hogar del Celtic de Glasgow. El equipo católico es su otra religión, o mejor dicho, la de su padre. No se pierde un partido ni cuando coincide con una competición de su hijo, lo graba y lo ve después como si fuera en directo. McGrath padre hizo a Paul socio del Celtic cuando era pequeño y sólo le deja comer viendo la televisión si el equipo escocés está jugando un partido. «El tiempo dirá si lo tengo, pero sería muy importante para mí y mi familia, que son muy hooligans del Celtic», explica.
Paul McGrath es una persona de herencias. Con una medalla en marcha se habían visto antes Jordi Llopart, Bragado, Daniel Plaza, Paquillo, Josep Marín, Miguel Ángel López y Álvaro Martín, el extremeño que se colgó el oro en los Juegos Olímpicos de París. A los de Los Ángeles en 2028 ya mira McGrath. «Voy bien encaminado. Los Juegos es lo que me motiva y lo que realmente me importa», se sincera. Por el camino ya ha conseguido una plata europea y un bronce mundialista. Queda un color y un evento. Paul McGrath aspirar a cruzar también esa puerta.
Pregunta. Enhorabuena por la medalla y todo el trabajo que hay detrás. ¿Ha vuelto a ver repetida su carrera?
Respuesta. No, la verdad es que no la he visto. Primero porque no tenía conexión en el vuelo y segundo porque no suelo ver mucho mis carreras. Prefiero tenerlas en el recuerdo y quedarme con lo que sentía, pero supongo que la veré. Mi familia reaccionó a los últimos 15 minutos, así que supongo que la veré con ellos y después ya lo haré más detenidamente porque sólo sé mi parte, no cómo me adelantaron ni nada.
P. Dice que prefiere quedarse con los recueros. ¿Cuál es el que le deja esta carrera?
R. Pues recuerdo que en los últimos kilómetros iba liderando y me adelantaron dos y entonces pensaba ‘que no me adelante otro más, que me quedo sin podio’. Además, yo llevaba dos tarjetas y si me hubieran sacado una más me dejaban en el pit lane y claro, iba rezando para no tener ninguna amonestación más porque una penalización me mataba. Fue un sufrimiento mental porque físicamente me encontraba bien.
P. Fue su debut en un Mundial. ¿Esperaba este resultado?
R. La verdad que había estado entrenando muy bien, entonces me notaba que podía optar al top 8 y hasta las medallas. Sabía que también grandes favoritos, por lesión o por retirada, no iban a estar y eso hacía que fuera una ocasión especial para hacerlo muy bien. Siempre he confiado mucho en mí. Mi entrenador también y sabíamos que podíamos optar a a lo más grande. Y bueno, un tercer puesto es algo que me llevo y de lo que estoy muy orgulloso.
P. Menciona que había entrenado muy bien, pero no hizo como otros atletas que se ejercitaron en la cámaras del CAR que imitan la climatología de Tokio, sino que entrenó en altura. ¿Por qué lo decidió así?
R. Sí, así es. Entrenar en altura para las pruebas de marcha de fondo es muy beneficioso. El clima en altura para entrenar y hacer kilómetros, que al fin y al cabo es lo importante, es ideal. Entrenábamos con 20 o 22 grados y eso hace que puedas hacer muchos kilómetros sin ese agotamiento que supone entrenar en Barcelona. Además, Y luego como llegué a Tokio con 15 días de antelación a la final de mi competición, decidimos que no íbamos a hacer tantas saunas y entrenamiento de calor previo, sino que ya lo íbamos a hacer todo en Tokio. Ha salido la perfección.
P. ¿Cómo le impulsa este resultado de cara a todo el ciclo olímpico hasta Los Ángeles 2028?
R. Me da muchísima motivación y muchísimas ganas. Ahora quedan tres años y hay que seguir por el mismo camino. El que estamos haciendo, mi familia, mis amigos, mi entrenador y mi equipo de trabajo. Vamos muy bien encaminados y poquito a poquito. Tengo muchísimas ganas porque los Juegos Olímpicos es lo que me motiva y lo que realmente me importa.
P. Antes de ello tendrá que ir a Monserrat a cumplir su promesa. ¿Cómo influye la religión en usted?
R. ¡Claro que iré! Me influye mucho porque siempre he creído mucho en la Virgen de Monserrat. Antes de coger el avión a Tokio fui a pedir ayuda, fuerzas y salud y tengo que devolvérselo de alguna manera. Dije que si conseguía una medalla iría corriendo desde mi casa hasta Monserrat y ese es mi próximo objetivo.
P. ¿El homenaje del Celtic para cuándo?
R. Eso también es muy importante (ríe), aunque es un poco más difícil porque no está en mis manos, pero bueno. Me haría mucha ilusión. También por mi padre y toda mi familia paterna que son muy hooligans del Celtic. Supongo que en el futuro si gano medallas más importantes y que sean de otro color, de oro… El tiempo ya dirá.
P. La última. De pequeño le gustaba mucho el fútbol y lo cambió por atletismo. ¿Por qué?
R. Siempre me ha gustado el fútbol, pero tampoco era muy bueno. Ahí me di cuenta que no iba a ser futbolista. Mi padre y mi familia siempre han sido muy futboleros, pero mi madre quería que hiciera otro deporte porque en el fútbol el ambiente es un poco tóxico, así que con siete año me fui a la pista de atletismo de Gavá y ahí conocí la marcha, me enamoré del atletismo y he ido creciendo. Desde los siete hasta los 23 años que tengo ahora.