Alcaraz somete a Musetti con una gran remontada y se estrena en Montecarlo
El murciano conquista por primera vez el torneo de Montecarlo tras fundir a Musetti
El italiano acabó lesionado y aguantó el último set como pudo

Alcaraz grita, sonríe, se lleva el dedo índice a la oreja y se retoza, al fin, sobre la tierra batida de Montecarlo después de remontar (3-6, 6-1, 6-0) a un Musetti que no pudo contener el abrasivo ritmo de bola del murciano y que compitió el último set lesionado. Ha logrado Carlitos la sana costumbre de, cuando llega a una final, ganarla. De 22 ha ganado 17, la última le encumbra como campeón por vez primera de un Masters 1000 de Montecarlo que le había salido cruz hasta el momento.
Las lesiones le privaron de las dos últimas ediciones y, en su única participación, se despidió derrotado en el primer partido que disputó contra Korda. Ahora se marcha de la arcilla monegasca por todo lo alto, después de confirmar otra remontada, aunque con menor sufrimiento que ante Fils en cuartos de final. Musetti inició la final aplicado. Jugando a meter bolas y sin cometer errores.
Y bajo ese orden logró desordenar las ideas de Alcaraz, que no lograba imponer su ritmo en el juego. En un visto y no visto se vio 4-1 abajo, con dos breaks y las sensaciones en contra. El guion de la final era idéntico al de todo su torneo, con complicaciones desde el primer momento. Pero esta vez no hubo desconexiones fatídicas ni enfados que cuestan partidos. Ni siquiera la primera manga favorable a Musetti le hizo perder el foco.
Sobre la arcilla de Montecarlo se vio al Alcaraz que Alcaraz aspira a convertirse. Uno que aguanta cuando vienen mal dadas, que espera paciente su oportunidad y gana incluso cuando no tiene el día perfecto. Resistió el empuje de Musetti hasta que encontró los problemas de su rival y los supo reproducir. Pasó de las dudas a las certezas. De los golpeos que se marchaban fuera la derecha ganadora.
Se vio al Alcaraz que Alcaraz aspira a ser
«¡Sigue ahí!», le animaba su banquillo liderado por Samu López. Y Alcaraz dio rienda suelta al contador. Un break, otro break, sólido al servicio… Así hasta cerrar la segunda manga (6-1) e igualar la final. Equilibrada en el marcador, pero inclinada a su favor en cuanto a sensaciones. Había frenado a Musetti y destapado el tarro de las esencias para llegar a todo. Y por insistencia, poco a poco, el italiano fue de más a menos.
Carlos se sacudía el agobio con un grito. «¡Vamos!», repetido hasta en tres ocasiones tras quebrar al italiano en la manga definitiva. Se confirmaba entonces su lanzamiento al trofeo y la rendición de Musetti, que fue frenado por el empuje de Alcaraz y su propio cuerpo, que dijo basta. Sufrió unos calambres que le privaron de competir a un alto nivel, pero no le impidieron perder carisma.
Acabó el partido por respeto al tenis, al público y al propio Alcaraz, que tampoco hizo daño con sus golpes e incluso llegó a pedir disculpas tras alguna dejada involuntaria. Venció el murciano, se volvió a llevar el dedo índice a la oreja para luego estamparlo sobre el trofeo de Montecarlo. Necesitaba Carlitos un triunfo así después de las durezas de la gira por Estados Unidos. Alcaraz florece con la llegada de la tierra batida. Un tenista español retozándose por la arcilla. ¿Les suena?