El riesgo de comer la parte verde de las patatas
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Las patatas son uno de los alimentos más conocidos y consumidos de todo el mundo. Aportan un amplio abanico de beneficios para la salud: aportan sensación de saciedad gracias a su alto contenido en fibra, combaten el daño de los radicales libres porque son muy ricas en antioxidantes… Ahora bien, es importante conocer el riesgo de comer la parte verde las patatas.
Al contrario de lo que se cree, cuando las patatas adoptan un color verdoso, no se debe a que están maduras, sino a la a presencia de solanina, un glucoalcaloide tóxico que puede causar serios problemas a la salud.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado recientemente un informe explicando con detalle por qué no hay que comerse nunca la parte verde de las patatas. Los expertos de la OCU basan sus conclusiones en un nuevo estudio de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre los peligros para la salud de los glicoalcaloides en algunos alimentos que contienen solanina, como las patatas.
Según los investigadores, los los glicoalcaloides de las patatas pueden provocar problemas en el aparato digestivo, como náuseas, diarrea y vómitos. Ahora bien, para notar estos síntomas es necesario ingerir 1 miligramo por kilo de peso corporal al día de estas sustancias químicas. Por lo tanto, un adulto de 72 kilos tendría que ingerir 72 miligramos diarios, para lo cual debería comer una gran cantidad de patatas.
Desde la EFSA advierten que los niños y bebés tienen un mayor riesgo de consumir glicoalcaloides en cantidades dañiñas para el organismo por una razón muy sencilla: pesan menos y, por lo tanto, consumiendo unas pocas patatas pueden alcanzar niveles de ingesta peligrosos.
Consejos para reducir los cimpuestos tóxicos en las patatas
Para que no aparezca la parte verde en las patatas, conviene poner en práctica una serie de consejos de los que informa la OCU.
Lo primero y más importante es ser previsores. Debemos comprar únicamente las patatas que vayamos a utilizar en las próximas dos o tres semanas. No debemos caer en la tentación de comprar grandes sacos, aunque estén en oferta.
Por supuesto, en la tienda debemos observar si las patatas tienen zonas verdes o algún brote. Si es así, mejor dejarlas. Una vez en casa, hay que guardarlas en un lugar seco, bien ventilado, sin luz y fresco. No es una buena idea meterlas en la nevera porque las patatatas se estropean con el frío.
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