Leopoldo Abadía: “Aunque ahora lleve corbata, Pablito Iglesias no está preparado para nada”
Escritor, ensayista, conferenciante y profesor. Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933) sonríe bajo la crisis, pero no se ríe en absoluto de todo lo que previsiblemente nos va a caer encima. Y no del cielo, sino, según detalla, desde una gestión económica monclovita dudosa. En ‘Sonriendo bajo la crisis. Claves para dar confianza a un mundo angustiado’ (Espasa), su nuevo libro, hace un repaso por los cambios sociales, económicos y políticos de los últimos años. “Me salió una lista de 38 cosas, cuando llegó el Covid-19, que mi libro ya estaba en imprenta, tuve que añadir algunas más porque con esta situación se te cae el alma a los pies”.
“Gracias a Dios que, económicamente, tenemos a Europa”, agradece elevando los brazos al cielo, “porque los 140.000 millones de euros que nos van a dar, que no los hemos visto juntos en nuestra vida, no se los confiaría a ningún miembro de este Gobierno bis”. Aunque, bueno, tras pensárselo un poco, afirma que, de tener que elegir, lo tendría claro: “Se lo daría a Nadia Calviño. A Sánchez no le veo serio y Pablito Iglesias, aunque ahora se ponga corbata, no está preparado para nada”.
Finalmente, asegura con firmeza, la meritocracia ha dejado paso al auge de la “amigocracia, cosa que siempre ha pasado, pero antes los amigos eran de más categoría”. No rechaza que los ministros o políticos recurran a sus amigos, faltaría más, “pero lo entendería si fueran los números uno de sus carreras, pero no ceporros inútiles”.
No sé cómo tiene usted ganas de reír con la que parece que llega, la verdad.
(Risas discretas) Bueno, sólo de sonreír, no de reír. Piénsalo, es que no es lo mismo. Antes de la pandemia, para el libro, hice una lista de grandes cambios y me salieron 38 de un tirón: deuda global, redes sociales, más populismo, empoderamiento de la mujer, ‘fake news’, etc. Al principio iba a titularlo ‘Cambio de paradigma’, pero me pareció una cursilada, y lo llamé ‘El cambiazo’. Llegó el Covid-19 y, definitivamente, debería haberlo llamado ‘El petardazo del cambiazo’.
De las ‘fake news’, los populismos y el empoderamiento femenino, señor Abadía, ya se está encargando el Gobierno con el Ministerio de Igualdad y el Comité Permanente contra la Desinformación. ¿De qué se queja?
¡No, no! Si yo no me quejo de nada, sólo digo que hace 10 años esto no nos preocupaba o nos preocupaba mucho menos. ¿Crees que podría decir que el Gobierno me hace caso? Ojalá lo pudiera decir, pero no. Digo simplemente que nos debemos dar cuenta de que las cosas han cambiado mucho, así que o nos enteramos o nos quedamos en el S. XV.
¿Cerrar todo es lo correcto para protegernos del Covid-19?
Para empezar, no estamos preparados para la crisis económica y social que está por llegar. Y, además, lo cierto es que nadie tenemos experiencia para paliar algo como lo que está pasando al mundo entero. Al principio había dos enfoques: por un lado, el de Boris Johnson en Reino Unido que ignoraba la crisis y metió a la sociedad en la UCI y, por el otro, la decisión de cerrar todo y encerrarnos en casa que fue el nuestro y que salga el sol por donde quiera. Es posible que sea lo correcto, no sé, pero sales a la calle y se te cae el alma a los pies.
Muchas empresas no van a salir vivas de esta.
Claro. Leí hace poco una noticia que, la verdad, me ha preocupado. El FROB le pide a la banca que elija bien las empresas que salvar y pensé: “Oiga, sabemos que se eleva la morosidad, de acuerdo; pero, por favor, ya que les hemos dado ese golpe tan brutal vamos a ayudarles como podamos”. De verdad, no se pueden conformar mecanismos para elegir a las compañías que deben salvarse o hundirse. Vamos a intentar salvar a todas las que podamos.
Los Presupuestos Generales (PGE), que se aprobarán próximamente tras cinco años con los de Cristóbal Montoro, han sido presentados como “progresistas y de país”. En lenguaje económico, ¿qué significado tiene esto?
¡Tontadas! Te lo resumo así, pero vamos a desarrollarlo. En este momento, creo que hay una bendición que se llama Europa. A mí cuando un político me dice que es euroescéptico, directamente lo tacho porque, mira, para escuchar tonterías ya tenemos bastante. No me interesa nada de lo que pueda decir porque nos vamos a salvar gracias a Europa. Está haciendo en estos momentos una serie de cosas que nos salvarán, primero el BCE está fabricando dinero. ¿Tú has visto ‘La casa de papel’?
No, no la he visto.
Bueno, pues te voy a hacer un spoiler, lo siento. Se trata de un atraco a la Fábrica de Moneda, pero el objetivo no es atracarla, sino fabricar dinero y llevárselo. Pues eso es lo que hace el BCE, pero en legal. Está fabricando 25.000 millones a la semana, ¿y qué pasa aquí? Bien, que la UE ha decidido regalar a España 140.000 millones de euros. ¡No los hemos visto juntos nunca! 70.000 millones regalados y otros 70.000 millones con presentación de proyectos que impulsen la transición ecológica o la igualdad, entre no sé qué cosas más. Es decir, vamos a tener dinero, pero habrá que gastárselo bien, ¿no? A mí me preocupa que este Gobierno se gaste dinero en tonterías y esta es, precisamente, mi sensación.
¿Nos salvará Europa vigilándonos?
Digo yo. Si tú a mí me regalas dinero, vas a controlar muy y mucho en qué me lo gasto. Sería lo normal. Si ves que con ese dinero me he comprado un coche que no tocaba, lo normal es que vengas y me digas: “Bueno, Leopoldo, ¿qué pasa?”. Claro, pero les oyes hablar y están muy contentos porque se están metiendo con el Rey Felipe VI y eso no toca. Están con lo del Pazo de Meirás, una cosa con la también están entusiasmados, pero que tampoco toca ahora. Tenemos a Carmen Calvo contentísima porque ha conseguido 750.000 euros para abrir las cunetas de la Guerra Civil, etc. No, hombre, no, que eso no toca. Es que cuando Europa se entere de que usamos el dinero para eso… ¡Nos lo van a quitar!
Nos van a subir los impuestos de todos modos.
Claro, por eso son sociales. Es que, de verdad, no debemos entusiasmarnos con el adjetivo “sociales” porque los gastos sociales se compensan con los ingresos sociales. Es decir, efectivamente, impuestos. Son sociales porque abarcan a toda la sociedad, cualquier subida de las pensiones o sueldos a funcionarios, por ejemplo, la pagaremos todos. Tú y yo, los dos.
Los Presupuestos no son los números, sino los objetivos que hay detrás de los números. Es decir, si a un Ministerio le metes más dinero que a otro, estás favoreciendo esas políticas y no otras. Cuando se hablaba del primer Ministerio de Igualdad con Zapatero, ¿te acuerdas? Pues le asignaban una cantidad ridícula, con eso te dabas cuenta de que no debías creerte esa cartera, que era algo estético.
Ese Ministerio fue de lo primero que cayó en los recortes de Zapatero cuando llegó la crisis de 2008.
Es que ese Ministerio salió ya recortado, era todo aire. El otro día leí, no sé dónde, que alguien dijo que los Presupuestos estaban para no cumplirlos. ¡Ay Dios mío! ¿Cómo las promesas electorales? Me gustaría que fueran unas cuentas serias, que se gasten en políticas sensatas, dar dinero a que se progrese socialmente, pero sin distraernos. Estos son momentos muy difíciles y muchas personas lo van a pasar mal.
A Ada Colau, con la que tenemos encima, se le ocurre gastar 800.000 euros en carriles bicis. Vamos a ver, hija mía, que no estamos para eso. En Barcelona hay gente que pasa hambre de no comer. Entonces, pensemos que hay cosas que políticamente como gobernante me favorecen, pero que, honestamente, no debo ni puedo hacerlo. No tenemos 800.000 euros, eso se lo das a Cáritas o a las Hermanas de la Caridad porque con ese dinero comen muchas familias.
Pero, eso, ¿da votos?
Si somos tan sinvergüenzas que lo que buscamos son votos, pues de acuerdo.
Afirma usted que los miembros del Ejecutivo son nuestros empleados. ¿A quién de los 22 confiaría usted la gestión de estos 140.000 millones de euros?
¡A ninguno! No, a nadie, de verdad. No le veo a Sánchez trabajando en serio para esto. A Pablito Iglesias, bueno, ahora como lleva corbata… Pues igual sí, pero no, no. Éste no está preparado para nada. Y , bueno, vete mirando la lista de ministros y verás que no se lo confiarías a nadie.
¿Ni a Nadia Calviño que viene de Europa? Pregunto.
Bueno, te he dicho una cosa que estaba mal. A Nadia Calviño sí que le daría dinero para administrar, me había olvidado de ella. Es una señora que ha estado trabajando en Bruselas, que ha venido a España, me imagino, por sus ideas políticas; pero es una mujer que vale, claro que vale.
Se rumorea que Calviño y Podemos tienen duros enfrentamientos en los Consejos de Ministros.
Sí, seguro. Pero que haya ese tipo de tensiones en un Gobierno –resopla– es muy muy serio. No estamos para tensiones, ni para perder el tiempo, este Gobierno es el que tenemos, así que tendrán que sacar las cosas para todos, no Iglesias sus cosas y Sánchez las suyas. Y Pedro Duque… Mira, mejor no te cuento lo que pienso…
Intuyo que no es bueno. Diga, diga.
Te lo digo tal cual, este tipo es impresentable. Un día le preguntaron por los fallecidos en la pandemia y dijo que es que los viejos en España ya vivían más que en Europa. ¿Quería decir que había llegado la hora de que se murieran? Con esta contestación, este señor no me vale para nada. Desde entonces no ha vuelto a aparecer, que se dedique a ser astronauta, ¿no se dedica a eso?
¿La meritocracia está en crisis?
Claro, ahora está la amigocracia. Es cierto que siempre ha pasado, pero sinceramente, antes los amigos eran de más categoría. Si mis amigos son los números uno en sus carreras, el que yo recurra a un amigo mío es mejor que si mis amigos son una panda de ceporros inútiles. Y, aquí, los amigos pues ya se ven.
¿Hay que dar de comer a demasiados amigos? Usted o yo, si nos nombrasen, podríamos ser asesores de ministros.
Sí, pero lo cierto es que deberíamos partir siempre de un presupuesto con base cero. Por ejemplo, si montamos el Gobierno de La Rioja tenemos que pensar en lo mínimo: un presidente, tres ministros, secretarias, ordenadores para trabajar y un lugar grande por si tenemos que recibir a gente. ¿Un palacio? No. ¿Coches para todos? Tampoco. Bien, ahora coge esto y lo multiplicas por 17 autonomías y te salen miles de millones de euros tirados a la basura. Hay que manejar la economía con prudencia, pero ¿qué pasa? Que saldría muchísima gente que sobra, incluidos los asesores.
Gloria Elizo, vicepresidenta del Congreso, jaleaba esta semana el cierre del restaurante Zalacaín porque era un lugar de mantel de hilo y cubiertos de plata, pero también un sitio con 50 empleados. ¿Mezclan el activismo político con la lealtad institucional?
Bueno, tienen claro que su lema es ir a por los ricos y las élites, ¿no? Eso se llama Revolución en Rusia en 1917. Tenemos un Gobierno con dos patas, una comunista y una socialista, no nos tenemos que extrañar ya por nada. En 2013, en Zaragoza, Iglesias dijo abiertamente que era comunista y que, claro, como comunista necesitaba la excepcionalidad. Oye, pues en este momento, está en una excepcionalidad seria y, sin duda, está en su salsa. Cuando esta señora dice algo así, no lo dudes, están trabajando en su programa y no para las instituciones. En eso son honrados, no se esconden. Gracias a Dios que tenemos a Europa porque, si no fuera así, este Gobierno bis podría hacer aún más cosas.
Bueno, tenemos a Europa y muy poco dinero porque debemos todo nuestro PIB.
No tenemos dinero, eso es así, pero sí una gran deuda. Tenemos un sueldo de 40.000 euros y debemos 40.000 euros, por poner una cifra. Y estas son nuestras cuentas de país, debemos más que lo que producimos al año, pero tenemos una ventaja: se lo debemos a varias entidades y cada año hay unos vencimientos y vamos pagando. Pagamos créditos con créditos, esto es lo que hacíamos mi mujer y yo para pagar las carreras de nuestros 12 hijos. Vamos, que debemos ser muy prudentes y no hacer el idiota.