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Sergio Vila-Sanjuán: “Me parece bien que Juan Carlos I espere acontecimientos fuera de España”

Sergio Vila-Sanjuán
Sergio Vila-Sanjuán. @XavierCervera
María Villardón

Escritor, periodista y Premio Nacional de Periodismo Cultural 2020. Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) ha escrito el libro que quería leer: ‘Por qué soy monárquico’ (Ariel). Un relato perfectamente trenzado que repasa diversos aspectos de la vida y la obra de los últimos monarcas españoles –desde Alfonso XIII hasta Felipe VI– y que, además, llega en un momento en el que la Casa Real de España está atravesando una de las peores crisis del último siglo. Las informaciones poco ejemplares que sobrevuelan sobre la cabeza de Juan Carlos I pone en serios aprietos a los monárquicos a la hora de convencer a los indecisos sobre las bondades de la institución.

El barcelonés, autor de la novela ‘Estaba en el aire’ (Premio Nadal, 2013) , cree que la ausencia del Rey emérito en España es positiva porque “aquí sería, yo creo, un foco de tensión que es mejor evitar”. No obstante, defiende, “su trayectoria histórica es buena y ha sido un hombre que ha contribuido de forma decidida por el restablecimiento de la democracia”.

Las razones de Vila-Sanjuán para ser monárquico están profundamente conectadas con sus antepasados. Su abuelo y su padre fueron partidarios de Alfonso XIII y Juan de Borbón, respectivamente. Y él, como partidario de la Corona de su tiempo, siente especial simpatía por Felipe VI, un monarca al que ha podido conocer de cerca al formar parte del jurado de los Premios Príncipe de Asturias. “Es un profesional muy entregado que abre la posibilidad de un futuro”, añade.

De monárquica a monárquico. ¡Qué complicado es traer a los pecadores republicanos hasta el altar regio! Yo, al final, casi nunca les convenzo.

(Risas) Claro, por eso tenía muchas ganas de hacer un libro explicando las razones por las que se puede ser monárquico en 2020. En mi caso, hay dos tipos de argumentos, por un lado, los racionales y teóricos y, por otro, aquellos derivados de mi experiencia personal y familiar. Acumulé documentos y anécdotas de mi abuelo (Pablo Vila San-Juan) y mi padre (José Luis Vila-San-Juan) que eran dos monárquicos muy convencidos, pero muy diferentes, porque cada uno tuvo un Rey. Mi abuelo era alfonsino y mi padre juanista. Y, a todo ello, he añadido mi propia experiencia con Felipe VI gracias a mi presencia como jurado en los Premios Princesa de Asturias y Princesa de Gerona.

Felipe VI y Letizia, ¿están mejor relacionados con la cultura que sus antecesores? 

Todos han tenido una relación con la cultura de una forma general, pero no tan personal como ellos. Con Alfonso XIII tiene lugar la Edad de Plata de la Cultura con fenómenos como la Residencia de Estudiantes o la Generación del 27, aunque él no era un hombre especialmente apegado a la cultura. Con Juan Carlos I, cuando sube al trono, hay una gran operación para relacionar su nombre con personajes de la cultura como Joan Miró o Josep Pla, pero lo cierto es que el Rey emérito se ha interesado siempre más por temas deportivos y sociales.

Felipe VI, según relatas, pide incluso reuniones con aquellos intelectuales que le interesan o conoce en los Premios Príncipe de Asturias.

Así es, gracias a la asistencia a estos premios desde muy pequeño, Felipe VI ha tenido la oportunidad de charlar de primera mano con personalidades muy importantes como Antonio López, Chillida, John Berger o Kapuscinski, entre otros. Ellos lo viven mucho, la Reina Letizia, por ejemplo, es tremendamente cinéfila.

De hecho, hay una anécdota que cuentas en el libro y es el capote que le echas la Reina Letizia, sin saberlo, para que pudieras poner en marcha el suplemento de cultura de ‘La Vanguardia’ porque te estaban poniendo algunas pegas.

¡Pues sí! Como Príncipes vienen en 2004 a ‘La Vanguardia’ y conocen las principales secciones del periódico. No estaba previsto que vinieran a vernos al suplemento, pero, a media mañana o así, me llamaron y me dijeron que habían pedido explícitamente ir a vernos. Subieron y me hicieron una serie de preguntas muy al detalle y, más tarde, me enteré de que en una comida con los editores la Reina Letizia dijo que el suplemento ‘Cultura/s’ y ‘La Contra’ era lo que más le gustaba del periódico. Esa defensa me vino muy bien.

La monarquía pasa por horas bajas, es permanentemente atacada, incluso con deslealtad desde el propio Gobierno de España. ¿La vida personal poco ejemplar de Juan Carlos I terminará dinamitando la labor de su hijo?

Estas noticias sobre el Rey emérito y sus cuentas en Suiza tenemos que ver en qué acaban, ver cuáles llegan a la Justicia y cuál es el final. Pero, sin duda, todo lo que ha salido a la luz ha hecho mucho daño a la monarquía, a la institución y a los monárquicos. Sin embargo, creo que no es argumento suficiente para una descalificación global de la monarquía por dos razones. Primero, y en el caso de Juan Carlos I, porque su trayectoria histórica es buena, y segundo, porque ha sido un hombre que ha contribuido de forma decidida por el restablecimiento de la democracia. Ha sido, además, un gran diplomático y un gran vendedor internacional de España y la economía española. Eso es algo que debemos tener en cuenta.

Pero, claro, está también lo que tú dices. Durante los últimos años, algunas posiciones políticas han cargado contra la Corona española, pero no tienen en cuenta que la monarquía es la clave de la democracia establecida en la Constitución del 78 y que, si desestabilizamos eso en un momento tan complicado como este, con una pandemia mundial, entramos en un torbellino no deseable.

Si tú hubieras sido asesor de Juan Carlos I una vez que salen a la luz sus cuentas opacas, sus testaferros o sus donaciones millonarias a amigas entrañables, ¿le habrías aconsejado salir de España como ha hecho?

En estos momentos lo mejor es que el Rey emérito tenga un perfil muy bajo y que espere a ver qué pasa, dejar que la Justicia haga su trabajo y, si lo llaman en algún momento, presentarse. Pero a mí no me parece mal que esté fuera de España porque aquí sería, yo creo, un foco de tensión que es mejor evitar. Me parece bien que esté fuera del país y que espere el desarrollo de los acontecimientos.

En este sentido, podemos hablar de los dos cuerpos del Rey, la diferenciación que deberíamos hacer entre el Rey como institución y el Rey como ser humano vulnerable y falible.

Esta es una teoría medieval que explica muy bien el historiador Ernst Kantorowicz y se basa mucho en Shakespeare para explicar que el humano es capaz de lo mejor y de lo peor, y que, además, cuando hay personas que están en el poder durante un periodo prolongado de tiempo hay posibilidades de que se den las dos cosas. No es deseable, pero puede pasar. Por eso, a veces, para juzgar los reinados o las presidencias hay que saber diferenciar el cargo público de la vida privada que, a veces, es bastante cuestionable.

Bueno, en el caso de Alfonso XIII es que siempre andaba buscando amantes y su abuelo, que era gentilhombre del Rey, no lo aprobaba, aunque sí lo disculpaba como “una debilidad más o menos propias de las élites –masculinas– de su época”.

Mi abuelo era católico y todo esto no le hacía ninguna gracia. De hecho, el jefe de mi abuelo, que era el presidente del Gobierno Eduardo Dato, lo manda que ponga en la frontera a una actriz francesa de la que Alfonso XIII se había encaprichado. Y, la verdad, él lo contaba un poco abochornado. También es verdad que lo que hacía el Rey era un tipo de comportamiento machista muy actual de esa época, señores casados que tenían en casa a la esposa y se iban por ahí a buscar sus historias y, bueno, la sociedad no lo veía mal. Era una cosa más o menos característica, esto hoy en día no tiene pase, pero en aquel momento se aceptaba.

Leer el libro es como leer crónica social, lo que permite conocer a personajes con mucho peso que, al menos en mi caso, no sabía que existían como Lluís Reverter.

Claro, es que piensa que son eminencias grises. Personas que están trabajando detrás del telón y que no quieren asomarse. Reverter fue muy importante, era el número dos del alcalde de Barcelona, Narcís Serra, y se viene a Madrid con él cuando lo hacen ministro de Defensa y vicepresidente del Gobierno, un momento en el que le piden que haga de conexión entre el Ejecutivo y la Casa Real. Reverter está en la cocina de muchos hechos importantes, pero sobre todo en los de 1992, un año clave en el que se organizan los JJ.OO. y la Expo de Sevilla, y ahí están Juan Carlos I y el Gobierno de Felipe González, ambos tienen un papel muy importante. Todo el mundo recuerda ese año como una explosión internacional de la imagen de España ante el mundo y, claro, piensa que esto no se recordaba porque lo que había antes era el franquismo y no tenía internacionalmente ninguna aceptación. Hay un cambio radical.

Antonio de Senillosa, otro personaje absolutamente folclórico al que conceder mucha atención.

(Risas) Sí, es un personaje del que habría que hacer una biografía. Lo conocí mucho porque era muy amigo de mi padre desde niños. Era alguien pequeñito con barbita, muy listo y muy rápido que, además, siempre iba muy bien vestido con ropa de las mejores tiendas. Muy dandy, era de una familia aristocrática. Estaba en política, era monárquico, era productor de cine, crítico de todos los escritores, estaba un poco en todas las movidas. En los años 80, me acuerdo que llegué a una fiesta de la época y, de repente, me lo encuentro charlando animadamente con Alaska. ¡Encontrar a un amigo de mi padre de charla con ella me dejó atónito en ese momento! Senillosa era capaz de moverse con don Juan de Borbón por la mañana y por la noche con Alaska y los Pegamoides.

Me lo creo. Teniendo en cuenta que al salir del Congreso, tras los tiros del 23-F, lo único que espetó de forma malhumorada fue: “¡Son unos iletrados!”.

Salió con una bufanda preciosa y tan campante, sí, como diciendo: “Bueno, una noche divertida”. Aunque, claro, había estado allí toda la noche y se había tenido que tirar al suelo como todos los diputados cuando Tejero entró disparando. Pero sí, salió de allí diciendo: “De verdad, ¡es que esta gente no ha leído nada!”. Estas cosas de Senillosa fueron muy comentadas. Era muy amigo de Barral, Gil de Biedma y todo este grupo de intelectuales.

¿El discurso de Felipe VI el 3-O tras el golpe de Estado en Cataluña podría ser el equivalente a la intervención de su padre aquel 23-F?

Aquel discurso muy debatido porque se ha dicho que el Rey estuvo antipático y no habló catalán, y yo creo que fue muy sensato. Acotó lo que quería explicar, por un lado, decir que en Cataluña había unos políticos que se estaban saltando la ley y, por otro lado, dirigirse a los catalanes que no comulgamos con el procés y no somos independentistas. No creo que sea comparable con el del 23-F, pero sí muy importante y constructivo para el futuro de Cataluña.

Por lo que veo, en tu familia, cada generación tiene su Rey, ¿no?

En mi caso, simpatizo mucho con don Juan de Borbón y con Felipe VI, aunque por motivos distintos. El padre de Juan Carlos I es un personaje que luchó siempre por presentar a la monarquía como una alternativa positiva y de libertad a la dictadura franquista. Eso facilita bastante, desde mi punto de vista, que la monarquía sea ampliamente aceptada en la transición y, por ello, el rival al que más temía Franco era a don Juan de Borbón.

Y con Felipe VI simpatizo por lo que le he tratado, es un profesional muy entregado que abre, además, la posibilidad de un futuro. Siempre cito el famoso ranking de ‘The Economist’ que dice que de los 15 países con más calidad democrática, 10 de ellos son monarquías constitucionales europeas. A mí me gusta que España esté en este paquete con una serie de países que valoran su tradición histórica y la conectan con la modernidad, igual que ha hecho la Casa Real de Inglaterra.

Pero en Inglaterra han conseguido la formula perfecta. Es decir, la Reina Isabel II va en carroza y, al mismo tiempo, sus colaboradores hacen una gestión de sus redes sociales envidiable que, en mi opinión, no han conseguido en la Casa Real de España.

Las ceremonias casi litúrgicas que hace la monarquía gustan muchísimo porque da sensación de comunidad. De todos modos, la Casa Real de Inglaterra, que la vemos como la más aceptada y que parece que nunca tiembla, ha pasado por crisis muy serias con el momento de Lady Di, tal y como cuenta The Crown, pero ha salido adelante y ha demostrado que es un buen negocio para el país. Espero que con la monarquía española pase un poco lo mismo, que esta crisis pase y que en el futuro podamos disfrutar de los beneficios de estabilidad y simbolismo histórico de la institución.

Cuando hablamos de República también nos referimos a un ente bicéfalo, pero, claro, no es lo mismo que te llamen y te digan, por ejemplo, “Hola, ¿cómo estás? Soy Felipe VI” a que te digan “Hola, ¿cómo estás? Soy Pablo Iglesias”. Convendrás conmigo en que lo mismo, lo mismo… ¡No es!

(Reímos) Claro, María, es que esta es la historia. La figura del Rey es una figura que desde los inicios de la Historia tiene mucho peso simbólico, mucho pedigrí y mucha potencia. Por eso en muchas sociedades lo han conservado, va bien tener este tipo de personajes que sabes que su sola presencia en un acto lo ennoblece. Claro que no es lo mismo recibir una llamada del Rey de España que de un ministro, el Rey es el Rey, y esto de cara a la imagen internacional es muy importante.

¿La princesa Leonor reinará?

Sí, y creo que lo hará muy bien. La he visto en Asturias y en Barcelona, y tiene mucho dominio de la situación. Es una joven que se ve que trabaja bien y que, además, tiene ganas de hacerlo muy bien. Yo le veo futuro.

Pues nada, Sergio. ¡Viva el Rey!

(Reímos) Eso, eso.

@MaríaVillardón

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