Felipe VI, Letizia, Juan Carlos I y Victoria Eugenia: realeza, toros y otras cosas del montón

Conocido es que al rey Felipe VI, y mucho menos a Doña Letizia, los toros no le entusiasman en demasía, según los rumores de los mentideros de la Villa, a pesar de acudir de manera casi anual a la Plaza de las Ventas de Madrid para presidir la conocida corrida de la Beneficencia como han hecho los miembros de la Corona durante varias generaciones, aunque algunos de ellos, honrado es decirlo, fueran casi de las orejas hasta los tendidos. Éste era el caso de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, la inglesa esposa de Alfonso XIII, que se veía obligada a escuchar los clarines a la plaza en compañía del entonces monarca de España. “Si no te gusta, te tapas con el abanico”, le decía el rey Alfonso XII a su horrorizada mujer.

No obstante, y a pesar de que algunos miembros de la Familia Real de España no han compartido la afición taurina de sus regios semejantes, la relación de la Corona con la tauromaquia viene de lejos y siempre ha sido muy cercana. Tal y como explicaba Juan Manuel Albendea, ex presidente de la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados y, a la sazón, crítico taurino y sobrino de Jesús Pabón, miembro clave del consejo privado de Don Juan de Borbón, el conde de Barcelona: “La historia de las corridas de toros no se puede escribir sin su relación con la Corona de España, cuando ha apoyado la fiesta, ésta ha alcanzado su máximo esplendor”.

Don Felipe, entre “¡vivas!” y aplausos, ha estado en el palco real de la Feria de San Isidro este miércoles, el pasado año estuvo en la corrida de la prensa y en 2015, ya como Rey de España tras la abdicación de su padre, también acudió a barrera para disfrutar de los ruedos. Acudir a los toros, el Rey acude, pero nada que ver su presencia con el eterno disfrute de Juan Carlos I, la Infanta Doña Elena, su sobrina Victoria Federica o, ya tiempos más remotos, su abuela la reina Doña María de las Mercedes de Borbón o la infanta Doña Isabel de Borbón, hija de Isabel II conocida popularmente como ‘La Chata’ –por la forma de su nariz–.

A ésta, incluso, el poeta Rafael Duyos, de la ‘Generación del 36’, le dedicó un romance donde se relata cómo la hermana de Alfonso XII salía desde el Palacio de Quintana, en el barrio de Rosales, para atravesar Madrid por Gran Vía y Alcalá para llegar presta a Las Ventas. “Tras la regia baranda de su palco, bulle, ríe, palmotea y hasta jalea en voz baja, rompiendo el protocolo con más de un ¡olé! Se le escapa con acento chispero”, rezaba aquel romance sobre la infanta castiza.

“Dama de las romerías, los toros, las verbenas y manola de sangre azul”, así como la prensa de la época, en el S. XIX, hablaban de la tía tatarabuela de la hija mayor de Don Juan Carlos. ‘La Chata’ sentía pasión por Vicente Pastor, Juan Belmonte y Machaquito; mientras la esposa del Conde de Barcelona tenía devoción por Curro Romero y su bisnieta Victoria Federica, como es bien sabido, bebe los vientos taurinos por el peruano Andrés Roca Rey.

A Doña Letizia, previsiblemente y a pesar de haber estado hace una década en los toros junto al entonces Príncipe, no la veremos en la Plaza de las Ventas. De todos modos, la poca afición por las verónicas y la humareda a puro de los tendidos es algo que comparte con su suegra, la reina Doña Sofía que jamás ha ido a presenciar una corrida de toros. Pues es bien sabido que, al igual que la nieta de la reina Mary de Inglaterra y madre de su suegro o María Cristina de Habsburgo, la madre de Alfonso XIII, la esposa de Don Juan Carlos es tremendamente amante de los animales y nada aficionada al arte del toreo.

@MariaVillardon