Frankenstein cumple 200 años tras el ‘año del verano que nunca llegó’
Los escritores Lord Byron, Mary Shelley, John Polidori y el poeta Percy Bysshe Shelley, entre otros, se reunieron hace ya doscientos años en la mansión de Villa Diodati –en los márgenes del Lago de Ginebra– en 1816, con motivo de un verano atípico en el que no lucía el sol y el cielo estaba oscurecido por una serie de factores climáticos.
Durante un par de días, los citados autores debatieron y tuvieron largas conversaciones que supondrían el germen del mito de Frankestein, la gran obra de Shelley, y también de ‘El vampiro’, la obra de Polidori que quizás quedó algo eclipsada por el abrumador triunfo de Shelley –y la apropiación posterior de esta figura por Bram Stoker–.
La erupción del volcán indonesio Tambora en 1815, la mayor registrada en la Historia, cubrió el cielo de nubes de ceniza y de azufre. Este fenómeno coincidió con los tres días en que Mary Shelley y su esposo –hasta entonces, un autor más reconocido que ella– aprovecharon la oscuridad para recitar junto a sus amigos relatos del ‘Phantasmagoriana’ leídos en voz alta, a modo de juego.
La propia Shelley describía en el prólogo los motivos que le llevaron a crear al Moderno Prometeo. «En el verano de 1816 visitamos Suiza y nos convertimos en vecinos de Lord Byron. (…) Pero resultó ser un verano húmedo y desagradable, la lluvia incesante nos impedía con frecuencia salir de casa», comienza a explicar.
«Unos volúmenes de historias de fantasmas, traducidos del alemán al francés, cayeron en nuestras manos. No he vuelto a leer aquellas historias desde entonces, pero permanecen frescas en mi mente, como si las hubiese leído ayer. ‘Cada uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas’, dijo Lord Byron, y su propuesta fue aceptada. Éramos cuatro», continúa.
El año del verano que nunca llegó
Entre los muchos libros que abordan este tema, uno de los más destacados fue el publicado por el autor colombiano William Ospina el año pasado, con el título de ‘El año del verano que nunca llegó’ (Random House Mondadori).
Así, el autor explicaba en una entrevista con Europa Press, con motivo de la publicación en España del libro, que eligió el tema de este libro (tras cerrar una trilogía sobre la conquista del Amazonas en el siglo XVI) al sentirse fascinado por la historia detrás del origen de Frankenstein.
Para Ospina, «la decisión de escribir un libro siempre nace de una obsesión», estableciendo un paralelismo entre su obra y la de los autores analizados. En cualquier caso, el autor insistía en señalar que no le hizo falta «inventar nada, porque lo que había que inventar ya lo inventaron los románticos».
«Esta historia es básicamente la historia de Frankenstein y la del vampiro, seres reales que han escapado de su condición de personajes literarios y se han convertido en sombras que acechan detrás de las puertas y en los sótanos, a todo el mundo, en todas partes», ironizaba el autor.
«Miedos vivientes»
Con el paso de los años, Frankenstein se convirtió en algo más que el monstruo que cobra vida independiente de su creador. En años posteriores, diversas obras literarias y el cine intentaron captar parte de esa atmósfera ideada por Shelley.
Por ello, Ospina alerta de que estas figuras –también engloba al vampiro, que más tarde fue ‘fagocitado’ por el mito del Conde Drácula– «no son criaturas de la imaginación, sino miedos vivientes que andan por ahí». De ellas se pueden «descifrar enigmas, cosas secretas y armar un rompecabezas en el que los monstruos son pequeñas piezas porque el cuadro incluye volcanes, poetas o enciclopedias».