INSTITUCIONES PENITENCIARIAS

Funcionarios de prisiones de Castellón van sin uniforme al trabajo porque los que les dan tiene taras

Funcionarios de Prisiones
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Ignacio Martínez

Más de medio centenar de funcionarios recién incorporados a los dos centros penitenciarios de Castellón van sin el uniforme al trabajo porque carecen del vestuario adecuado para desarrollar sus tareas: el que les han dado o tiene taras o las tallas están cambiadas. Una circunstancia que les ha obligado a llevar calzado y prendas de vestir de sus propios domicilios  o bien prestadas por sus compañeros para el desempeño de su tarea.

Así, lo ha denunciado este martes la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF), que ha criticado lo que ha calificado como «otra muestra más de dejadez del Ministerio del Interior», que dirige Fernando Grande-Marlaska. El sindicato ha reclamado medidas para mejorar de modo «urgente» el equipamiento del personal y la dotación de los centros, porque en el caso del de Albocásser lleva dos años sin servicio de limpieza y está desde enero sin cafetería.

El caso que ha denunciado este sindicato causa sonrojo. A los nuevos funcionarios se les tomaron medidas y se realizó, también, un tallaje previo, pero cuál no sería su asombro cuando las prendas que se han recibido no se corresponden con las tallas solicitadas. Hasta el punto de casos de varones a los que han llegado prendas de tallas femeninas y viceversa. Y, tampoco, se han recibido zapatos.

Desde CSIF tienen la sensación de que: «la Secretaría General de Instituciones penitenciarias ha aprovechado para vaciar el almacén y mandar todo lo que tenía en stock». Y han reclamado, a su vez, que se aporten a la mayor brevedad prendas de vestir dignas y adecuadas.

Además, han desvelado también que los funcionarios están recibiendo para su uso diario uniformes confeccionados con telas que califican de «inadecuadas», prendas que presentan taras, largos diferentes, errores en el tallaje y bolsillos mal cosidos. Una circunstancia que ha enervado tanto al sindicato como a los propios funcionarios.

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