La mayor amenaza para la Tierra no son los meteoritos y la ciencia lo ha confirmado: no es lo que piensas

Durante décadas, las grandes amenazas existenciales para la humanidad han estado asociadas a impactos de meteoritos, guerras nucleares o, más recientemente, el cambio climático. Sin embargo, cada vez más científicos advierten de un peligro mucho más cercano, silencioso y subestimado: los volcanes ocultos del planeta. Sistemas volcánicos que han permanecido inactivos durante siglos (e incluso milenios) y que, precisamente por esa aparente calma, carecen de la vigilancia adecuada y se convierten en una verdadera amenaza para la Tierra.
Mike Cassidy, profesor de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Birmingham, en un artículo publicado en The Conversation, ha explicado que riesgo no reside tanto en los volcanes más conocidos y mediáticos, sino en aquellos a los que nadie presta atención.
La gran amenaza para la vida en la Tierra
A diferencia de los meteoritos, cuyo seguimiento ha mejorado notablemente en las últimas décadas, o de las armas nucleares, cuyo uso depende de decisiones humanas, los volcanes operan al margen de la voluntad política y del control tecnológico. Su peligrosidad radica en la combinación de imprevisibilidad, escasa vigilancia y enorme capacidad de impacto a escala regional y global.
Cassidy subraya que muchos volcanes considerados «dormidos» no están extintos, sino simplemente en fases de reposo prolongado. La ausencia de actividad visible genera una falsa sensación de seguridad, pero la historia geológica demuestra que estos sistemas se pueden reactivar de forma abrupta y violenta.
Uno de los mejores ejemplos es el del volcán Hayli Gubbi, en Etiopía, cuya última erupción conocida se había producido hacía unos 12.000 años. En noviembre de 2025 volvió a entrar en erupción, con una columna de ceniza que alcanzó 13.716 metros y expulsó enormes cantidades de ceniza que alcanzaron regiones tan distantes como Yemen y el norte de la India.
El caso de El Chichón: una advertencia ignorada
La erupción del volcán El Chichón, en el estado mexicano de Chiapas, en 1982, se ha convertido en otro de los ejemplos más representativos. Antes de su erupción, El Chichón era prácticamente desconocido, incluso para la comunidad científica local. No figuraba entre los volcanes más peligrosos del país y no contaba con sistemas de monitoreo activos.
Cuando entró en erupción de forma explosiva, el impacto fue devastador. Grandes extensiones de selva quedaron arrasadas, numerosas comunidades fueron destruidas y más de 2.000 personas perdieron la vida. Asimismo, las enormes cantidades de dióxido de azufre liberadas a la atmósfera alteraron patrones climáticos a escala global.
Diversos estudios posteriores han vinculado estas emisiones con la alteración de los monzones africanos y con el agravamiento de la hambruna que afectó a Etiopía entre 1983 y 1985. Aunque la relación entre volcanismo y clima es compleja, El Chichón se ha convertido en un caso de estudio para entender cómo una erupción «olvidada» puede desencadenar efectos en cascada a miles de kilómetros de distancia.
Un planeta con escasa vigilancia
Uno de los datos más preocupantes que destacan los investigadores acerca de esta amenaza para la Tierra es que menos de la mitad de los volcanes activos del mundo cuentan con sistemas adecuados de monitorización. Instrumentos como sismógrafos, estaciones GPS, sensores de gases o vigilancia satelital siguen concentrándose en volcanes emblemáticos, como el Etna en Italia, el Vesubio o Yellowstone en Estados Unidos. Este enfoque desigual deja desprotegidas a regiones con alta densidad de población y gran actividad volcánica, como Indonesia, Filipinas, Papúa Nueva Guinea o Vanuatu.
Los volcanes dormidos más peligrosos
Un volcán dormido es aquel que «no ha mostrado signos de actividad en los últimos 10.000 años, pero que todavía puede tener un suministro de magma disponible o estar ubicado en una región sísmicamente activa» y, por ende, representa una amenaza para la Tierra.
- Caldera de Campi Flegrei (Italia). Situada al oeste de Nápoles, Campi Flegrei no es un volcán tradicional, sino una enorme caldera bajo una de las zonas más densamente pobladas de Europa. Su última gran erupción ocurrió en el año 1538, pero si se reactiva podría provocar explosiones volcánicas y liberaciones masivas de gases, afectando a millones de personas en el sur de Italia.
- Caldera de Yellowstone (Estados Unidos), Yellowstone es el ejemplo más conocido de supervolcán dormido. Su última gran erupción tuvo lugar hace unos 640.000 años, pero el sistema sigue activo a nivel geotérmico. Aunque una erupción a gran escala es poco probable a corto plazo, su impacto sería global.
- Monte Fuji. Su última erupción ocurrió en 1707; si ocurriera hoy, podría paralizar infraestructuras clave, afectar al transporte y generar importantes problemas sanitarios debido a la ceniza volcánica.
- Monte Rainier (Estados Unidos). Ubicado en el estado de Washington, el Rainier es uno de los volcanes más peligrosos de Norteamérica pese a llevar siglos inactivo. Su principal amenaza no son las erupciones explosivas, sino los lahares: avalanchas de lodo volcánico capaces de recorrer decenas de kilómetros a gran velocidad.
- Nevado del Ruiz (Colombia). En 1985, una erupción relativamente moderada provocó el deshielo del glaciar y generó lahares que causaron la tragedia de Armero, con más de 23.000 víctimas.