Los investigadores ponen el grito en el cielo: EEUU desecha cada año toneladas de ‘oro blanco’ y minerales críticos
No es novedad que el oro blanco se haya convertido en una pieza central del debate energético y tecnológico. Y es que la creciente demanda de baterías, vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento ha puesto a este mineral en el centro de las estrategias industriales, mientras los países buscan reducir su dependencia exterior.
Frente a este contexto, Estados Unidos afronta una paradoja: grandes volúmenes de oro blanco y otros minerales críticos están presentes en residuos mineros que se descartan cada año. La cuestión no es solo geológica, sino también económica y política, y afecta de lleno a la seguridad de suministro y a la gestión de recursos.
Un desperdicio de ‘oro blanco’ que alarma a la comunidad científica
Un estudio publicado en la revista Science analizó residuos procedentes de 54 minas metálicas activas en Estados Unidos y encendió las alarmas en la comunidad investigadora. El trabajo señala que, en solo un año, los desechos mineros contienen suficiente oro blanco (litio) como para abastecer a unos 10 millones de coches eléctricos.
La investigación fue liderada por Elizabeth Holley, ingeniera de minas en la Colorado School of Mines, especializada en la recuperación de minerales críticos a partir de materiales ya extraídos.
Según el análisis, estos residuos no solo concentran oro blanco, sino también cobalto, níquel, galio, telurio y tierras raras.
Holley subraya en el estudio que «una recuperación del 90% de los subproductos procedentes de las operaciones mineras metálicas nacionales existentes podría cubrir casi todas las necesidades de minerales críticos de Estados Unidos».
Incluso una recuperación del 1% de estos subproductos reduciría de forma notable la dependencia de importaciones para la mayoría de los elementos analizados.
El litio y los minerales críticos ocultos en los residuos mineros
La mayoría de las minas están diseñadas para extraer un único metal principal, como cobre o hierro. El resto de los elementos presentes en el mineral se trituran y procesan hasta convertirse en residuos, aunque incluyan oro blanco y otros materiales estratégicos.
Estos elementos forman parte de los denominados minerales críticos, esenciales para tecnologías actuales, pero con cadenas de suministro vulnerables a conflictos, disputas comerciales o picos de demanda.
En el caso del litio, su papel en baterías lo convierte en un recurso sensible para la transición energética.
El estudio identificó que muchas tierras raras (17 metales utilizados en imanes avanzados y electrónica) ya figuran en listas oficiales estadounidenses de materiales de alto riesgo. A ellos se suma el litio, cuya demanda crece de forma constante en la industria del almacenamiento energético.
La situación en EE. UU.: la cadena de suministro en tensión y su dependencia externa
Como se mencionó previamente, los minerales presentes en los residuos mineros se emplean en motores de vehículos eléctricos, aerogeneradores, paneles solares y sistemas de guiado militar. También están en pequeñas cantidades en móviles, ordenadores y dispositivos electrónicos de uso cotidiano.
China concentra alrededor del 90% de la producción mundial de tierras raras y ha endurecido los controles a la exportación de algunos de estos materiales. Esta situación ha impulsado a Estados Unidos y Europa a buscar fuentes alternativas de suministro y a replantear su relación con el litio.
Actualmente, Estados Unidos clasifica 60 sustancias como minerales críticos, incluidos 15 elementos de tierras raras. Esta lista creciente refleja la preocupación por la seguridad energética y nacional, ya que la escasez de un solo elemento puede retrasar fábricas de baterías, encarecer proyectos renovables o afectar a la industria aeroespacial.
¿Por qué el oro blanco acaba en los vertederos de las minas?
Uno podría preguntarse: ¿Por qué no lo reciclan? Pero la recuperación de oro blanco y otros metales a partir de residuos no es sencilla. Cada elemento adicional requiere procesos específicos, nuevas infraestructuras y un aumento de costes en operaciones que ya funcionan con márgenes ajustados.
Este proceso, conocido como recuperación de subproductos, suele considerarse menos rentable que la venta del metal principal, especialmente cuando los precios son volátiles.
Por ello, muchas empresas evitan introducir cambios que puedan ralentizar la producción o generar incertidumbre financiera.
El análisis de Holley identifica, no obstante, dos casos con potencial claro:
- Minas de zinc en Alaska con posibilidades de recuperar germanio.
- Explotaciones en Montana donde los subproductos ricos en níquel podrían ser aprovechables.
En todos ellos, el oro blanco aparece como un recurso secundario que hoy se pierde en los flujos de residuos.
Las decisiones políticas y ambientales que deberá abordar EE.UU.
Los metales están atrapados en los llamados relaves, el material fino que queda tras procesar el mineral. Estos residuos se almacenan en presas o grandes acumulaciones que requieren vigilancia durante décadas para evitar filtraciones y fallos estructurales.
Extraer más oro blanco y otros minerales podría mejorar la estabilidad química de estos residuos y facilitar su gestión. En algunos casos, el material restante podría reutilizarse como agregado en construcción, reduciendo riesgos ambientales a largo plazo.
La investigación plantea que la recuperación de subproductos es una vía eficiente para asegurar suministros de oro blanco y minerales críticos, al tiempo que se reduce el impacto ambiental y la exposición geopolítica.
Dicho esto, el reto final no está bajo tierra, sino en las decisiones industriales y políticas que determinen si este recurso sigue siendo tratado como desecho o como activo estratégico.