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El universo es grande. Mejor dicho, enorme. Se estima que si miramos en cualquier dirección, sus regiones visibles más lejanas están a unos 46.000 millones de años luz de distancia. Eso da un diámetro de 540 sextillones de millas, una cifra absurda de pensar y hasta difícil de escribir.
Con las numerosas misiones que se han hecho y los métodos que siguen mejorando, se ha logrado identificar un sinfín de objetos. Galaxias, estrellas, planetas, agujeros negros, cometas, asteroides… pero ese trabajo nunca va a terminar. Cada cierto tiempo aparece algo nuevo que nadie esperaba. Y este es uno de esos casos.
El fenómeno inesperado que desafía las reglas del universo
En el núcleo de la Vía Láctea, el gas de hidrógeno está más ionizado de lo esperado. Hasta ahora se pensaba que los rayos cósmicos eran los principales responsables de este efecto. Pero los datos no cuadran: la energía registrada no basta para explicar los niveles de ionización detectados.
Un equipo de investigadores plantea una hipótesis que, de confirmarse, abriría una nueva etapa en la física: la materia oscura podría estarse autodestruyendo justo en esa región.
Específicamente, proponen que partículas de materia oscura más ligeras de lo que se había considerado posible estarían colisionando entre sí, generando electrones y positrones. Estas partículas, al interactuar con el gas, provocarían la ionización anómala observada.
El estudio, publicado en Physical Review Letters, sostiene que esta forma ligera de materia oscura tendría una masa inferior a los 100 MeV, lo que representa un cambio significativo respecto al modelo dominante basado en partículas WIMP.
¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Para investigar esta posibilidad, los científicos usaron modelos que simulan la distribución de materia oscura en el centro galáctico y su comportamiento al colisionar. Compararon diferentes perfiles (incluido el conocido modelo de Navarro-Frenk-White) y calcularon si las aniquilaciones podían generar la cantidad de electrones y positrones necesaria para causar la ionización observada.
También han usado simulaciones con herramientas especializadas en propagación cósmica, junto con modelos analíticos, para contrastar los resultados.
Lo importante es que los números encajan: los datos apuntan a que una materia oscura más ligera, con masas por debajo de los 100 MeV, podría explicar tanto la ionización observada como la falta de señales secundarias que contradigan lo que ya se ha medido. Y todo esto sin romper las restricciones impuestas por el fondo cósmico de microondas ni por otras observaciones.
Otro misterio del universo podría tener la misma causa
Además de explicar la ionización, este proceso podría estar conectado con otro misterio del centro galáctico: una línea de emisión de 511 keV. Esta señal, que indica la aniquilación de positrones con electrones, ha desconcertado a los científicos desde hace décadas.
Según los cálculos del equipo, la cantidad de positrones generados por estas colisiones de materia oscura bastaría para justificar esa emisión, lo que refuerza la idea de una posible conexión entre ambos fenómenos. Una sola fuente podría estar detrás tanto de la ionización del hidrógeno como de la señal de 511 keV.
No obstante, todavía hay dudas por resolver. Aunque la hipótesis es coherente con los datos actuales, no se puede descartar que existan otras fuentes responsables. Por ejemplo, ciertos procesos astrofísicos aún no bien comprendidos también podrían generar efectos similares.