Inteligencia emocional

Si tu hijo dice alguna de estas 4 frases, enhorabuena: su inteligencia emocional es más alta de lo normal

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Blanca Espada

Todos los niños son especiales, sin embargo, es más que evidente que hay algunos que llaman la atención sin necesidad de proponérselo. No es sólo que saquen buenas notas o que tengan la capacidad de aprender rápido, sino la forma en que entienden lo que sienten y cómo lo expresan. A veces sorprende escucharles poner en palabras emociones que muchos adultos aún no saben nombrar. Y en concreto hay 4 frases que tu hijo si las dice, estará demostrando que tiene alta inteligencia emocional.

Son niños que no temen lo que sienten, que pueden decir «estoy triste» o «necesito un rato» sin más, sin pensar en que tal vez no sean frases apropiadas o típicas de su edad. No se dejan llevar por los impulsos, pero tampoco los reprimen. Simplemente saben de una forma natural e innata como convivir con sus emociones y a darles un sitio. Y gracias a eso, enfrentan los cambios o las decepciones de otra forma: con más calma y comprensión. La psicóloga infantil Kelsey Mora, especializada en desarrollo emocional y formada en la Universidad de Minnesota, lo explica de una manera muy visual: «la inteligencia emocional actúa como un escudo invisible que ayuda a los niños a sobrellevar los retos de la vida». Según ella, hay frases que delatan esa capacidad sin que nadie se lo haya enseñado. Si tu hijo dice alguna de ellas, enhorabuena: está creciendo con una inteligencia emocional poco común.

«Está bien sentirse triste»

Esta frase encierra una madurez que es poco común cuando se trata de los niños. Cuando un niño reconoce que la tristeza es una emoción válida, demuestra que tiene mucha inteligencia emocional, ya que no juzga nada por sentirse triste. No intenta ocultarlo ni disfrazarlo con una sonrisa. Simplemente lo acepta. Y eso, según los expertos, es la base de una regulación emocional sana.

Muchos adultos todavía luchan con la idea de que estar mal es «de débiles», pero los niños que logran entender que todas las emociones tienen un propósito crecen más equilibrados. Saber que pueden llorar sin que eso sea un problema les da un espacio interno de seguridad. Es el primer paso para saber como consolarse, a pedir ayuda y, más adelante, a acompañar emocionalmente a otros.

«Necesito un momento para mí»

Tal vez vista desde los ojos de un adulto parezca una frase con poca intensidad, pero tiene un enorme poder. Un niño que dice esto sabe que ha llegado el momento de parar. Escucha a su cuerpo y reconoce los signos del estrés o del cansancio emocional , por lo que sabe que tiene que cuidarse.

Kelsey Mora explica que los niños que identifican sus límites emocionales suelen desarrollar estrategias espontáneas que les sirven para calmarse ya sea por ejemplo respirar profundo, retirarse a un rincón tranquilo o irse a su cuarto a hacer una actividad que les relaje. Saben que es mejor parar un segundo, antes de acabar explotando.

«¿Estás bien?»

Cuando un niño hace esta pregunta, lo hace de forma sincera. A diferencia de lo que hacemos muchos adultos no es por cortesía ni porque haya aprendido a decir lo correcto. Lo hace porque ha notado algo, porque percibe una emoción en el otro y quiere entender qué ocurre. Y eso, según los psicólogos, es una de las formas más claras en las que se manifiesta la empatía, una pieza clave dentro de la inteligencia emocional.

Estos niños no solo son conscientes de lo que sienten, también reconocen lo que pasa a su alrededor. No intentan arreglarlo todo ni dar consejos que nadie les ha pedido; simplemente acompañan. Entienden que cada persona vive sus emociones a su manera, y saben respetar ese espacio. Esa capacidad de leer el ambiente emocional y reaccionar con ternura y comprensión demuestra una clara madurez interior.

«No me gusta esto»

Decir que algo no gusta o sencillamente que no apetece hacer algo, pero desde el respeto, sin gritar ni esconderse, es algo que incluso muchos adultos aún no dominan. Por ello, si lo hace un niño logra , está mostrando autoestima, seguridad y claridad emocional. Sabe lo que le hace sentir incómodo y se atreve a expresarlo, sin miedo a decepcionar a nadie.

Otras frases que demuestra inteligencia emocional en tu hijo

Además de estas cuatro, la psicóloga Kelsey Mora señala dos más que completan el retrato de un niño con gran inteligencia emocional: «Me equivoqué» y «Tengo una idea». La primera implica reconocer los errores, cuando hay adultos que no la saben ni pronunciar. La segunda que estamos ante un niño creativo, que usa la imaginación y la creatividad para hacer frente algunas situaciones.

Son detalles pequeños, pero juntos dibujan a un niño que se conoce, se respeta y no teme mostrarse tal cual es.

Si tu hijo todavía no utiliza estas frases, no pasa nada. La inteligencia emocional se aprende, y sobre todo, se contagia. Los niños observan más de lo que creemos. Cuando ven a un adulto reconocer su enfado sin gritar, pedir perdón o simplemente decir «hoy necesito un momento», ellos lo aprenden también.

Validar sus emociones, ayudarles a respirar cuando están nerviosos o enseñarles que no todas las lágrimas son malas son gestos sencillos, pero poderosos. Al final, de eso se trata: de acompañarles para que comprendan que sentir no es un problema, sino una parte natural de la vida.

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