Ilustraciones divertidas del día a día de una madre
Que hay que tomarse la vida con sentido del humor y ver siempre el lado divertido de las cosas es una máxima que, de manera indudable, repercute de modo positivo en la calidad de vida. Y eso es precisamente lo que ha debido pensar la mujer que se ha dedicado a sacarle el lado divertido del duro día a día que tiene afrontando el papel de madre.
Nos estamos refiriendo a Natalia Sabransky, una ilustradora que dispone de una página web llamada “Mamá ilustrada” en la que no duda en colgar divertidos dibujos de todo lo que le pasa a cualquier fémina que tiene hijos. Si tú también lo eres, sigue leyendo y conocerás algunas de esas viñetas con las que posiblemente te sientas identificada y que te saquen una sonrisa:
¡Por fin, puedo descansar!
Cualquier mujer que tenga un hijo pequeño estará de acuerdo con lo que se representa en esta ilustración. Y es que está claro que el momento en el que el menor consigue conciliar el sueño y se queda dormido en su cunita o cama es el instante en el que siente liberada porque, después de un duro día batallando con la hora del baño o con la comida, es cuando por fin puede descansar.
Es a partir del descanso del bebé cuando en la casa reina el silencio y cuando la mamá cree que puede relajarse y hacer lo que le venga en gana. Pero, reconozcámoslo, la mayoría de las féminas aprovecha esos instantes para recoger la casa, poner la lavadora, fregar los platos…
¿Soy madre o vigilante de seguridad?
El bienestar del bebé le preocupa tanto a cualquier madre que no puede evitar estar vigilándolo constantemente. Eso supone no sólo no quitarle ojo de encima cuando está gateando o cuando se encuentra jugando en el parque sino incluso cuando está durmiendo. Es más, podemos afirmar que especialmente lo hace cuando está relajado y descansando en la cuna, a la que se acerca una y otra vez para comprobar que está respirando con normalidad, que no ha adquirido una postura incómoda o incluso que no tiene frío ni tampoco calor.
Te acabo de cambiar y…a empezar de nuevo
¿A cuántas mujeres no les ha pasado que han decidido cambiar el pañal a su bebé antes de salir de casa y nada más hacerlo el pequeño ha hecho pipí o caca? Y es que parece que es la ley de Murphy: se cambia y se hace sus necesidades. Una situación que, en alguna ocasión, puede llegar a desesperar, especialmente si se va con prisa porque hay que acudir a una cita importante.
¿El marido o un segundo hijo?
Vale que el marido o novio, vamos el padre del bebé en cuestión, es adulto pero, a veces, no lo parece. Así lo piensan algunas mujeres de sus parejas cuando descubren que estas se comportan de manera más infantil que los hijos. De ahí que tengan que ejercer de madre por partida doble.
Soy madre, pero necesito a la mía
Si hay una persona imprescindible en la vida de cualquiera, sin la que no podemos estar, esa es la madre. Por eso, ni siquiera cuando se tiene un hijo se puede prescindir de esa. Es más, incluso se acentúa la dependencia a la misma cuando se pare, ya que se le consulta cualquier cosa relacionada con el cuidado del bebé, sea lo que sea y en el momento que sea, da igual la hora.
Lo bueno de eso es la abuela del niño está encantada de ser de utilidad, todo por su hija y por su nieto, al que llega a amar más aún si cabe que a la que parió.
Tener que soportar las opiniones de todo el mundo
Una de las grandes “losas” que trae consigo tener un hijo es verse en la necesidad de soportar los comentarios, opiniones y consejos de todo el mundo, incluso de los que jamás han sido padres o madres. Y es que tanto personas del entorno como auténticos desconocidos se creen en la potestad de poder indicarle lo que debe hacer con su bebé, ya sea en cuanto a vestirlo, a darle de comer, a dormirlo, a darle el pecho o a quitarle el chupete…
A las primerizas les estresa demasiado esta situación y pueden llegar incluso a agobiarse al intentar seguir los consejos de todo el mundo. Sin embargo, con el paso del tiempo y, sobre todo, con la llegada del segundo hijo todo cambia, a partir de ese instante harán lo que consideren adecuado sin escuchar a nadie, salvo a su propia madre.
¿Qué te han parecido estas ilustraciones de Natalia Sabransky? ¿Te has sentido identificada con las mismas o consideras que exageran la situación? Cuéntanos.