Cómo interpretar el llanto de tu bebé

Siendo la única manera que tiene de comunicarse el bebé, su llanto expresa sus emociones pero también todas sus necesidades diarias: hambre, dolor, miedo, aburrimiento, fatiga, etc. Dependerá entonces de los nuevos padres el  decodificar estas señales para responder a ellas lo mejor posible. Veamos entonces cómo interpretar el llanto de tu bebé.

Cómo interpretar el llanto de tu bebé

Muy común durante las primeras semanas de vida de un bebé, el llanto a veces es difícil de entender y soportar para los padres. Fuentes de ansiedad para las personas cercanas al pequeño, pueden percibirse como un sufrimiento real tanto para el niño como para sus padres. Sin embargo, el hecho de que el bebé llore, incluso en exceso es algo «normal» y habitual.

En promedio, el bebé llora unas dos horas al día, pero a veces mucho más (o mucho menos) dependiendo del niño y sin que estos fenómenos sean anormales. Estos llantos pueden ser consecutivos a una lactancia, o a un cambio de pañal tardío. Pero no solo esto, sino que muchos bebés experimentan un episodio de lo que se llama «llanto de descarga». Este es un momento en el que el bebé necesita «liberar» las tensiones acumuladas a lo largo del día. Impotentes, los padres solo pueden cogerlo y tranquilizarlo con su gentil presencia y su amor.

En cualquier caso, el recién nacido no llora para manipular o por capricho. Incapaz de tal perversidad a tan temprana edad, solo se comunica con sus padres para advertirles de un malestar, problema o necesidad. Por tanto, es importante estar atento a este llanto que expresa un malestar o una necesidad repentina.

¿Cómo descifrar el llanto del bebé?

A veces perdidos ante el llanto de nuestro bebé, los padres que son primerizos aún no saben analizar y diferenciar el llanto. Será a partir de los 3 meses cuando comiencen a interpretarlo y a conocerlo bien pero para comenzar estos serían los tipos de llantos del recién nacido y lo que «ocultan»:

• Un llanto bastante discreto al principio, que luego aumenta en intensidad y se vuelve muy rítmico es a menudo un signo de hambre;
• El dolor, por el contrario, provoca llantos más agudos y breves;
• En cuanto a los llantos de cansancio o aburrimiento, suelen ser discontinuos y bastante discretos, pero acaban aumentando en intensidad si el progenitor no reacciona;
• Si el llanto sigue a una toma de pecho o aparece durante una comida, es probable que el niño le esté diciendo que ya no tiene hambre, que comer le causa dolor de estómago o que prefiere amamantar en lugar de comer.
• Si llora estando en brazos, tal vez esté cansado, necesita jugar y que lo estimulen, o se siente incómodo con su pañal sucio. La sensación de frío o calor también puede causarle molestias que mostrará en voz alta al llorar;
• El llanto de un bebé acostado en la cama, por otro lado, puede indicar un rudo despertar, aburrimiento y el deseo de que sus padres estén cerca.

Cómo lidiar con el llanto del bebé

Si has satisfecho todas las necesidades de tu hijo, pero el niño sigue llorando, es posible que tenga un episodio de cólicos. En cualquier caso, estas crisis son muy difíciles para los padres que se sienten impotentes para calmar al bebé.

• Empieza por hablar con él con calma y gentileza. Sensible a tu entonación, el pequeño se calma y se tranquiliza al escuchar tu voz.
• Cógelo y también abrázalo tanto como sea posible porque al bebé le gusta sentirse envuelto y cerca de ti.
• También considera salir a caminar. Los movimientos del cochecito calmarán y rápidamente al niño.
• Por último, pero no menos importante, mantén la calma. Una verdadera esponja sobre tus emociones, el recién nacido siente tu estrés y solo reforzará su estado de malestar y agravará la situación.
• Y si el cansancio y los gritos te empujan al límite y tu estrés está al máximo, no dudes en pasar la batuta a tu pareja o algún familiar para calmarte y descansar. Al aceptar encomendar al niño y reconocer que la fatiga te abruma, no te sientas culpable. Un buen padre es alguien que hace lo mejor para su hijo y evita que las cosas se salgan de control.

Por último, si el llanto de tu hijo va acompañado de fiebre, diarrea, vómitos, o si son insistentes y duran más de lo habitual, no dudes en consultar a un pediatra o médico de inmediato.