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La imagen humana: arte, identidades y simbolismo en el CaixaForum de Palma

Seguramente, se trata de la mejor exposición de los últimos años en la ciudad

Un despliegue de arte de todos los tiempos para reflexionar sobre la figura humana en las distintas civilizaciones

la imagen humana
Una de las obras que conforman la exposición que puede verse en el CaixaForum de Palma.

Desde tiempos ancestrales la imagen del cuerpo humano ha dominado la representación plástica fruto de la mano del hombre, en todas las épocas, en todas las culturas. Objeto de interés y de inclinación emocional, sea en el caso del cuerpo propio o del del prójimo, ha focalizado de manera recurrente la mirada del ser humano y lo sigue haciendo hoy en día, apurando infinidad de matices y digresiones, aportando nuevas vertientes en la comprensión de la realidad y su relación con los seres que la habitan, y también proporcionando argumentos de peso primario a los actos de poder y de dominio, de sexo y de violencia a los que ha tendido siempre aquel. La figura humana aparece ya en las cuevas prehistóricas y se mantiene, a día de hoy, en la obra de los artistas contemporáneos después de un viaje de miles de años.

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Otra de las piezas que se pueden admirar en la muestra.

En las salas de la planta baja y primer piso del edificio del Gran Hotel de CaixaForum en Palma se despliega actualmente una extraordinaria exposición de tesis curatorial en torno a la figura humana, exposición que lleva como subtítulos ilustrativos los conceptos de arte, identidades y simbolismo, lo que da una idea inicial del alcance y propósitos del proyecto. No en balde la muestra se organiza en colaboración con el British Museum y con la aportación, entre otras instituciones, de piezas del mismísimo Museo del Prado. Es decir, que estamos ante una de las exposiciones más relevantes desarrolladas en la ciudad en los últimos años.

Utilizando obras de todas las épocas y culturas, desde piezas murales asirias y esculturas de las antiguas dinastías egipcias, pasando por las culturas griega y romana, las de la América precolombina, la Isla de Pascua, Japón, China o Guinea Nueva Papúa, hasta el Renacimiento europeo, el barroco o el arte contemporáneo, la exposición va desgranando todas las esferas en las que se ha planteado la incidencia de la figura humana en la historia y la vida de los pueblos.

la imagen humana
La muestra aparece programada hasta el 9 de abril.

Desde el capítulo que recoge el concepto cambiante de belleza ideal, pasando por lo que ha supuesto la expresión de la personalidad a través de las formas plásticas de presentación social, el cuerpo divino (la manifestación religiosa o mágica de manera formal), la importantísima encarnación en él del poder, hasta lo que hoy en día está tan en boga y que, sin embargo, por las piezas exhibidas (una referida a un personaje del siglo XVIII), no dejan de recoger una tradición que viene de lejos en el tiempo como es lo que la muestra recoge bajo el epígrafe de el cuerpo transformado, es decir, la ambigüedad sexual pormenorizada en la expresión corporal, la exposición atraviesa todas las facetas con un despliegue inaudito de selectas obras de arte que resumen, sintetizan a la perfección la larga tradición del arte en el mundo a lo largo de la historia.

Es sobrecogedor recorrer los espacios de las salas pasando sin solución de continuidad de una pieza antigua a una moderna, obras que focalizan con diferentes matices una misma temática pese a que les separan cientos de años y enormes distancias ideológicas y sociales respecto a sus respectivas civilizaciones.

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Otra de las piezas que pueden verse en la muestra.

Las firmas más próximas en el tiempo que se pueden ir detectando hablan por sí solas de la relevancia de la muestra: Rafael, Durero, Van Dick, Utamaro, Goya, Tàpies… Al comienzo de la exposición llama la atención una obra en loop del colombiano Óscar Muñoz, un vídeo art en el que el artista dibuja sobre una losa de piedra, con un fino pincel mojado en agua, un rostro humano que, a medida que el dibujo avanza, también éste se va desdibujando por la evaporación del líquido acuoso. Es una obra rabiosamente contemporánea que nos traslada no sólo lo efímero de la propia acción artística, sino también de la vida humana, y de la manifestación más personal del ser en sociedad, ante los ojos de los demás, cuál es el rostro, que decae a cada instante en un esfuerzo imposible a la manera de la condena de Sísifo.

La exposición aparece programada hasta el 9 de abril del presente año y creo que debe ser recogida en toda agenda que se precie como exposición en verdad imprescindible.

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