arte

Exposición ‘De sal y ceniza’ de Guillem Nadal en Palma

Una suerte de extensión del taller del artista ocupa la planta inferior de la galería Pelaires

Sal y ceniza remiten a lo que resta tras la evaporación del agua y la combustión de la madera y la carne

guillem nadal
Una de las obras que forman parte de la exposición 'De sal y ceniza'.

Tras los años de paralización forzada por la pandemia, poco a poco se empieza a recuperar el ritmo de las exposiciones en los espacios habituales, y los artistas vuelven a presentar sus trabajos con la cadencia a la que nos tenían acostumbrados. Es el caso de Guillem Nadal (Sant Llorenç des Cardassar, 1957), que, si bien en enero de este año ha realizado una exposición individual en la galería Álvaro Alcázar de Madrid, en Palma, si no voy equivocado, no había desplegado su obra desde la magna muestra individual del Casal Solleric de 2016 titulada La mirada del fuego.

Ahora lo hace en la galería Pelaires, extendiéndose tanto en la sala de la planta baja junto al patio como en el piso superior. De sal y ceniza se denomina la exposición y en ella, manteniendo activos sus recursos plásticos, aquellos que lo hacen reconocible en todo momento con su estilo peculiar, a medio camino del expresionismo matérico y la conceptualización orgánica en la abstracción (siempre muy apegado el discurso a la tierra, a la raíz, al surco que todo lo que acontece deja atrás después de su paso nunca inocente ni irrelevante), Guillem Nadal indaga en esa grieta candente entre la vida y la muerte, ese surco de cenizas donde el destino de todos nos tiene reservado nuestro particular naufragio.

La belleza de las piezas no debe desenfocar nuestra atención del drama que enfatizan, ese drama humano que se sustancia en el paso irreversible del tiempo, la muerte omnipresente en cada uno de los gestos con los que la Naturaleza nos somete a la memoria de nuestro destino, el lento deshacerse de nuestra materia en una progresión imparable hacia el vértigo de la desaparición. Sal y ceniza, que nos remiten a lo que queda cuando el agua se evapora y la madera o la carne terminan de arder. Fin de partida, que diría Beckett. Lo que queda del día para que la noche, eterna, hinque sus dientes.

guillem nadal
Otras de las obras de Guillem Nadal en Pelaires.

El planteamiento de la muestra, dentro de la utilización de todos los recursos propios del artista como hemos comentado, ha llevado a escenificar una suerte de ampliación del taller-estudio que posee Guillem en Sant Llorenç en la sala de la planta baja de la galería. Allí, en mesas-peanas que también recuerdan las utilizadas en su anterior Proyecto de una isla, por ejemplo, podemos encontrar un despliegue de pequeñas piezas, discretas instalaciones que podrían ser maquetas de obras más voluminosas, o bien quedarse así, como joyas en bruto.

Materiales como la madera, las telas, incluso la paja, otorgan al paisaje expositivo (porque de un paisaje generado por el artista se trata el conjunto) una carga antigua, cercana a los rudimentos ancestrales que fueron ya utilizados en los primeros pasos que el arte dio sobre la Tierra. Enormes lienzos con telas en escama que cogen volumen y presencia escoltan desde las paredes el despliegue de instalaciones, arropando el espacio y acotando la zona donde la magia eleva su hálito. Ese ambiente sacralizado es muy conveniente a la contemplación del arte, sobre todo si éste versa sobre lo esencial del ser humano y no se enreda en las cuestiones anecdóticas como en tantas otras ocasiones en nuestros días de espuma y brillos falsos.

guillem nadal
Nadal indaga en esa grieta candente entre la vida y la muerte.

En la planta superior se puede contemplar la principal instalación de la muestra, tres canoas rudimentarias construidas con varas de madera curva, dos de ellas conteniendo sal y la tercera ceniza y restos de un material carbonizado. El mensaje, pura poesía, por cierto, es claro, y ya lo hemos apuntado anteriormente. Otros lienzos con surcos en blanco y negro, en los que se pueden colegir enormes calaveras, así como en instalaciones de mesa con restos óseos medio enterrados en arena, remiten continuamente al paso del tiempo, la fugacidad de la existencia, la pugna de lo que fue por perdurar en la memoria del mundo.

La exposición cuenta además con un texto del crítico y comisario cubano Iván de la Nuez, que lleva por subtítulo uno muy indicativo de lo que hemos venido comentando: «Pasado y futuro de un paisaje sin nosotros». Buen texto de acompañamiento meditativo de la obra de Guillem Nadal, que en esta exposición en verdad ha alcanzado su nivel más alto, en mi opinión. Una magnífica exposición, muy recomendable.

Lo último en OkBaleares

Últimas noticias