El enemigo del taxi no es ni Uber, ni Cabify
El sector de taxi se encuentra amenazado, no por la aparición de competidores con modelos de economía colaborativa, sino por el cambio en la forma en que el cliente consume los servicios de transporte de pasajeros. Este cambio de actuación y necesidades de los usuarios es incontestable y provoca que la irrupción de competidores como Cabify o Uber en el sector del taxi tradicional sea inevitable. Si el problema estratégico al que se enfrentan viene promovido por el entorno ─algo inevitable─ y además aparecen nuevos competidores y sustitutos que ofrecen al cliente un servicio más adecuado a lo que el nuevo consumidor quiere, lo que es evidente es que el planteamiento estratégico que deben llevar a cabo debe de ser diferente al de hacer huelgas y movilizaciones, ya que, aunque están en todo su derecho de hacerlas, son acciones poco efectivas y pueden, además, dañar su imagen”.
Mi propuesta es una estrategia muy diferente a la que están llevando a cabo los taxistas: utilizar sus fortalezas como colectivo para eliminar las debilidades y afrontar mejor las amenazas para conseguir generar nuevas oportunidades. ¿Cómo se lleva a cabo ese plan en acciones concretas? De entrada, el sector debería utilizar su poder de compra y contratación para ofrecer servicios que les permita reducir costes en cuanto a adquisición de vehículos, coste de mantenimiento y coste de combustibles. ¿Por qué no apostar, por ejemplo, por los vehículos eléctricos mediante un gran acuerdo con un fabricante?
Además, el taxi debería potenciar la gran red que posee para ofrecer servicios de tipo logístico para el transporte de última milla y debe apostar por las nuevas tecnologías para ofrecer la misma experiencia al cliente que las aplicaciones de Uber y Cabify, y hacerlo de manera global para dar servicio en cada ciudad. Los taxistas deberían ofrecer un servicio premium, es decir, como mínimo el mismo que ofrecen sus competidores: más información al cliente, agilidad en la reserva y el pago, wifi, información turística, ofrecer servicios como bebidas, etc.
En ciudades tan turísticas y tecnológicas y a la vez que con tanta historia como Madrid y Barcelona, los taxis deberían transformarse en el trasporte de proximidad por excelencia, ofreciendo servicios logísticos, de guía turístico e incluso de soporte domiciliario; y todo eso con la agilidad, velocidad y la atención que ofrece la tecnología. En conclusión, los taxistas están apuntando mal al culpable de la situación ya que el consumidor es quién marca el cambio. ¿Por qué las grandes organizaciones sectoriales no han actuado para ayudar a transformarse? ¿Por qué los gobiernos municipales no les han ayudado a digitalizarse? Si ellos quieren continuar trabajando deberán adaptarse al nuevo entorno, y afortunadamente para todos, todavía están a tiempo de hacerlo para continuar siendo competitivos y para que toda la sociedad se beneficie de ello.
Jordi Damiá es profesor de estrategia en EAE Business School.
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