Cuatro universitarias de Málaga sobreviven a un naufragio con varios muertos en las Islas Galápagos
Cuatro alumnas de la Universidad de Málaga (UMA) han sobrevivido al naufragio de la embarcación ‘Angy’, hundida este domingo en el Pacífico cuando cubría la ruta entre la isla Isabela y Puerto Ayora, en el archipiélago de las Galápagos, provincia de Ecuador. La lancha de cabotaje naufragó en mitad de la travesía con 37 personas a bordo. Hay cuatro muertos y dos desaparecidos.
La Fiscalía General de Ecuador investiga lo sucedido y trata de esclarecer por qué la embarcación, con capacidad para 32 pasajeros, zarpó con 37 personas a bordo. Las autoridades del país apuntan a que el naufragio se produjo porque el navío se quedó sin combustible en un mar picado. Los cuatro fallecidos, un estadounidense-israelí, un colombiano y dos ecuatorianos, no sabían nadar. Además, la mayoría de pasajeros no llevaba chalecos salvavidas.
Entre los supervivientes se encuentran Estefanía (26 años), Yaiza (23), Marina (23) y Ana (22), cuatro alumnas de la UMA que participaban en proyectos de cooperación internacional. Las jóvenes se lanzaron al agua cuando el mar engullía la embarcación y nadaron hasta otra lancha que había acudido para suministrar combustible.
«Somos estudiantes de la UMA (de posgrado). Marina, Yaiza y yo somos biólogas y Ana, bioquímica. Nos dieron (antes de la pandemia) una beca de cooperación internacional y este año por fin hemos podido ir a nuestro destino, que es la Agencia de Bioseguridad de las islas Galápagos», relata Estefanía al diario SUR.
El archipiélago, a unos 1.000 kilómetros de la costa de Ecuador, es desde 1979 Patrimonio Natural de la Humanidad por sus especies terrestres y marinas, únicas en el mundo. Las investigadoras malagueñas trabajan en el proyecto Identificación de especies invasoras que ponen en riesgo la flora, fauna y alimentación en las Islas Galápagos. Su voluntariado comenzó en agosto y concluye a finales de octubre.
Las cuatro universitarias se embarcaron este domingo en el ‘Angy’ para viajar desde Isla Isabela hasta Santa Cruz. «El barco salía a las 14:30 (hora local), pero no zarpó del puerto hasta pasadas las 16:00 horas debido a un primer fallo en uno de los tres motores», cuenta Estefanía. «Finalmente, se decidió continuar con el trayecto sin saber muy bien si el problema estaba solucionado o no. La tripulación tampoco daba muchos detalles», cuenta Estefanía al citado medio.
El trayecto, de dos horas de duración, se prolongó hasta las tres horas y media. Al atardecer, la embarcación se quedó sin gasolina y tras 45 minutos de espera, otra barca acudió en su ayuda para facilitarles más combustible. Ya de noche, el barco prosiguió su marcha durante otros 30 minutos, pero el motor volvió a fallar: «De repente, Ana nos dijo: ‘Se hunde el barco’. Nosotras estábamos en la parte de arriba y escalamos como pudimos hacia la proa, que era lo único que quedaba flotando. En menos de cinco minutos nos vimos agarradas de las barandillas de metal», señala Estefanía.
Las jóvenes saltaron al agua y nadaron hacia la barca que previamente les había llevado gasolina y que, al percatarse del siniestro, acudió al rescate. «Nosotras fuimos de las primeras pasajeras en subir», relata la estudiante, que no dudó en ayudar a otros pasajeros. «Todo el mundo a bordo estaba en shock, por eso reaccioné. Me puse a lanzarles chalecos salvavidas, boyas, flotadores… Todo lo que pudiera ayudarles. Pudimos rescatar a 14 o 15 pasajeros. No llevábamos chalecos salvavidas. Antes de subir al barco pregunté por ellos y me dijeron que estaban secándose en el puerto», declara Estefanía.
«Por orden del capitán, regresamos a puerto por miedo a que el barco se hundiera si metíamos a los 37 pasajeros que llevaba la lancha que había naufragado, que era de dimensiones parecidas», cuenta la universitaria a SUR. Lamentablemente, no todos pudieron subir a bordo. Pese a la trágica experiencia, las jóvenes tienen intención de quedarse allí y finalizar su voluntariado.