El autor material del ataque con ácido culpa a ‘El Melillero’: «Me amenazó con una pistola, yo no quería»

El presunto agresor, en una ficha policial.
'El Melillero', en una ficha policial.
David García de Lomana

La operación ‘Tindra’, que investiga el ataque con un bote de ácido a dos jóvenes en Cártama (Málaga) el pasado 12 de enero, dio un vuelco días atrás con la detención de ‘El Poti’, el presunto autor material de los hechos.

Desde un primer momento, ‘El Melillero’, principal sospechoso del ataque y exnovio de una de las víctimas, se desligó de la agresión alegando que no presentaba herida por ácido alguna.

«Yo no soy la persona que agredió a Sandra, nunca lo haría. Además, tendría que tener alguna salpicadura de ese ácido, o lo que fuera. Yo no tengo ningún tipo de quemadura», declaró ante la juez que investiga el caso.

El testimonio, desvelado por el programa Espejo Público de Antena 3, se ratificó semanas después. Él era el autor intelectual e instigador del ataque, pero el autor material era otro: ‘El Poti’, un miembro de su banda especialmente agresivo que ocupaba el asiento del copiloto el día de los hechos. Según la investigación, se le seguía la pista por cortar la mano a un narcotraficante enemigo de la organización.

En su declaración, ‘El Poti’ apunta en todo momento a ‘El Melillero’: «Un día antes me dio un producto. Yo no sabía lo que era, me dio un bote negro y me dijo que tenía que echarle eso a unas muchachas.  Me enseñó una foto y discutí con él, no era capaz de hacer eso», argumentó en su defensa.

Según su versión de los hechos, ‘El Melillero’ le puso una «pistola» y le obligó a hacerlo pese a que él «no quería». «Me dijo que si no lo hacía nos iba a quitar de en medio a mí y a mi familia. Lo tuve que hacer. Me amenazó con la pistola. Fue todo muy rápido. Ni sabía que era ácido ni me fijé si las ventanas estaban bajadas, porque yo cerré los ojos y se lo lancé. En ningún momento quería hacer daño a las muchachas. Yo me quería ir, estaba asustado. Él se quedó ahí riéndose. Decía que la iba a matar (a su exnovia)», detalló ante el juez.

‘El Poti’ fue detenido el pasado 10 de marzo en Fuengirola (Málaga) y se encuentra ya en prisión provisional junto a otros tres investigados del caso. Tal y como desvela ‘Diario SUR’, el presunto agresor debía dinero a ‘El Melillero’, quien le habría conmutado la deuda a cambio de echar ácido a su expareja y a su amiga.

Su rostro, un testigo más, hablaba por él. Quemaduras en la frente y en el lateral de la cara que desvelaban su implicación en los hechos. ‘El Poti’ evitó acudir a farmacias o centros de salud para no delatarse y, según ‘Diario SUR’, se curó las heridas por ácido con unas plantas de aloe vera recogidas del campo.

Intento fallido un día antes

La operación ‘Dubrovnik’ permitió a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado tener constancia de ‘El Melillero’ y de su banda criminal, dedicada a los ‘vuelcos’, esto es, a robar mercancía a narcos. Un asalto frustrado en plena autovía a un camión cisterna cargado con 400 kilos de hachís puso a los agentes sobre la pista de la organización.

Los pinchazos telefónicos para continuar con las pesquisas arrojaron conversaciones que luego serían claves para detener a ‘El Poti’. ‘Espejo Público’ ha emitido una conversación entre dos miembros de la banda de ‘El Melillero’ que evidencia que el plan ya era conocido por personas de su entorno antes de llevarse a cabo. «Estuvieron ayer pero no se bajaban del coche y hoy van para allá otra vez», se escucha en un diálogo en el que se menciona a ‘El Poti’. Los agentes tenían un nuevo actor en la trama.

Los miembros de la banda involucrados en este diálogo son pareja. Ante las infidelidades de él, la ella busca tomar represalias: «Le voy a encargar un par de trabajitos», señala, aludiendo a una venganza contra las mujeres con las que se habría acostado.

Lo cierto es que un día antes hubo una agresión frustrada, tal y como apuntó Sandra, la exnovia de ‘El Melillero’. No se llevó a cabo porque la joven, por miedo, no bajó la ventanilla del coche ante la petición de su expareja, que había ubicado dispositivos GPS bajo su coche para conocer en todo momento su localización exacta.

La conversación pinchada referida anteriormente desvela pues que «el ataque con ácido era una circunstancia totalmente preconcebida», tal y como concluye la Guardia Civil.

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