Así es Francisco Sierra, el líder de Sumar Sevilla con actitud machista contra de Meer (Vox)
Cuentan sus amigos, entre los que cabría destacar al que fuera diputado andaluz, Antonio Maíllo, que es una «bellísima persona», una «persona decente». Y en estos tiempos en que la decencia parece estar infravalorada, es importante señalar el aspecto más personal de un personaje como Sierra, al que muchos estudiantes de periodismo recuerdan como ese profesor serio y algo esperpéntico, que se hacía llamar «dictador», porque limitaba sus clases de teoría de la Comunicación a dictar apuntes y a hablar de política, en esa indisoluble mezcla entre la vocación por la res pública y la Universidad, que convierte, en más que contadas ocasiones, las aulas magnas en espacios ideológicos cargados de progresismo y voluntad de izquierda.
Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla a los 35 años, haciendo historia como el más joven de España en aquellos momentos, Francisco Sierra es conocido, además de por su indiscutible carrera como Catedrático de la Universidad de Sevilla, donde ejerce como director del Departamento de Periodismo desde 2021, por su militancia en Más País, el partido que Íñigo Errejón crease en 2019 para ponerse de frente a Podemos. También fundó la Asociación Española de Investigación en Comunicación y la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura.
Su familia, natural de Granada, trasladó su residencia a Madrid en los años sesenta. De raíces humildes, presume de haber estudiado con beca en escuelas públicas, una experiencia que han vivido muchísimos estudiantes y que parece haber marcado especialmente al catedrático, altamente comprometido con las familias trabajadoras y que, según dicen los que lo conocen, ha convertido en una de sus principales preocupaciones. Por dicho motivo está centrando la campaña electoral en los principales barrios y pueblos andaluces que «necesitan ser escuchados».
De mirada despistada, bajo las gafas al más puro estilo del presidente del soviet militar revolucionario, León Troski, disculpa su actitud algo ausente en debates y entrevistas alegando que no está acostumbrado a encontrarse en ese tipo de formatos e incluso cuestiona que sean la fórmula correcta, por tratarse, según este teólogo de la comunicación de «programas americanos, que deben cambiarse por tiempos más completos, con más diálogo y cultura deliberativa». Sierra, presume de no mirar a la cara a los que, según afirma, «no permiten la convivencia democrática, saltándose ciertas líneas rojas en aspectos fundamentales como el respeto a las perspectivas feministas o al colectivo LGTBI».
Mientras normaliza el dicho de «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio» ignorando a sus contrincantes por pertenecer a partidos que ideológicamente no coinciden con su formación, defiende que «no se puede tolerar cualquier cosa y cualquier modo» afirmando que «no podemos normalizar ese tipo de comportamientos- refiriéndose a la distinta forma de pensar de partidos políticos no afines a la izquierda- por el bien de la democracia».
Así, en un acercamiento a las tradiciones de las madres andaluzas, el catedrático hispalense hablaba en una de sus últimas entrevistas de «Sumar, contar, coser y cantar» en un intento por filosofar acerca de la importancia de las conversaciones en las casapuertas o portales y sellando un compromiso de crear vínculos sociales, en un proyecto de futuro para las «mayorías», aquellas afines a los tintes de su camarada, la ministra de trabajo, Yolanda Díaz. Concluye con fervor el candidato por Sevilla, que la líder de Sumar «promete y ejecuta» y defiende tres medidas esenciales por encima del resto: modificar el trabajo (decente y digno y favorable a la conciliación familiar), ecologismo (en el que Andalucía sea la vanguardia en el tránsito hacia una economía verde) y, por último, cambiar la matriz productiva de Andalucía para favorecer la diversificación.
La paradoja del candidato de Sevilla al Congreso nace en reconocer con naturalidad y dar apellidos a la pedagogía de la política, a la que llama «pedagogía democrática de la esperanza» y que define como el paso hacia adelante de su formación para dejar de hablar del miedo, de los recortes de libertades y comenzar a hablar de la población, sin duda, aquella que es afín los postulados de Díaz. Subyace en su ideario un romántico retorno por regresar a esa España de rojos y azules que allane el camino al pasado más cómodo en la forma de ver la vida de Sierra, quien en los últimos días ha saltado a la fama mediática por haber dado la espalda a una mujer en un debate por ser de ideología contraria y defender postulados contrarios a los de su formación. Siempre dijeron de este profesor que su verborrea predicadora no era coherente con lo que sus hechos le delataban. Aunque insiste en que Sumar es transversal y va de frente, España le conoce de momento, por ofrecer su espalda.