Rato se autoconcedió una subvención de un millón de euros siendo ministro

Rodrigo Rato (Foto: Getty).
Rodrigo Rato (Foto: Getty).

El Ministerio de Economía concedió en 2003, con Rodrigo Rato como titular de la cartera, una subvención de un millón de euros a una minúscula empresa  hostelera toledana sin empleados y con un capital de 150.000 euros: Layosalud.  Doce años después, la investigación fiscal ha revelado que esta sociedad era una empresa tapadera de Rato. La subvención pública, que el Gobierno de Rajoy ordenó devolver a las arcas estatales en 2013, más otros 14 millones de euros de préstamos bancarios se fueron por el sumidero del impago al quebrar la sociedad en 2010.

Esta autosubvención de Rato abre otro escenario: el exministro no sólo se benefició durante las dos legislaturas de Aznar de los créditos black que recibió su grupo familiar de los bancos bajo control amigo. El entonces titular de Economía y vicepresidente primero no dudó en tirar de BOE en 2003 para subvencionar a empresas que hoy la investigación judicial ha revelado como una tapadera suya.

Se trata de la enésima prueba de que el caso Rato no es un escándalo privado.  Toca a fondo su gestión política: nombró a Francisco González presidente del banco que le concedió los créditos black. González fue primero el máximo responsable de Argentaria, controlada entonces por el Gobierno, y después de BBVA. Los escandalosos tratos de favor que ambas entidades dieron a Rato ya han sido desvelados por Okdiario: le perdonaron una deuda de 312.000 euros, le concedieron créditos por un importe de 6,2 millones con la única garantía de su nombre, «Don Rodrigo», y le dieron 1,4 millones para saldar un impago de  965.000 euros al propio BBVA.

Pero en el caso de la subvención a Layosalud, Rato no tuvo que nombrar a ningún cargo para recibir ayuda económica: la dio directamente como ministro a una sociedad que la UCO (Unidad contra el Crimen Organizado) considera una tapadera del exvicepresidente popular controlada por su ya detenido testaferro, Miguel Ángel Montero Quevedo.

La realidad es que, aunque se ha tardado doce años en evidenciar tales nexos del exministro con esta sociedad, Rato ya poseía directa y públicamente, al menos desde 2009, una inversión de 480.000 euros en Layosalud. La consideraba a efectos contables como una empresa más del Grupo Rato. 

Y en 2006 aterrizó como consejero de Layosalud su hombre de paja, Ángel Montero Quevedo.

La situación de Layosalud en 2003, cuando recibió la subvención de un millón de euros, era la de una empresa sin empleados que se había creado un año antes con un capital social de 150.000 euros. Ese mismo año, coincidiendo con la subvención recibida, amplió su capital en 850.000 euros. Y en 2011 Layosalud ya debía 2,2 millones al Grupo Rato. El vínculo entre el exvicepresidente del Gobierno y la sociedad resulta evidente.

Rato salvó esta empresa en su arranque con la subvención de un millón de euros, que era tanto como pagar el total de sus inmovilizaciones materiales y que casi multiplicaba por diez su capital inicial. Los hombres de Rato en la sombra, con Montero a la cabeza, tuvieron que extraer de la banca el resto de ayudas al proyecto. Llegaron a sumar por esta vía otros 14 millones de euros en préstamos al negocio hostelero.

Pero ni el campo de golf, ni el spa sirvieron para hacer rentable el hotel de lujo construido en Toledo por Layosalud, la empresa mimada y participada por Rato. En 2010 entró en concurso de acreedores.

En 2013, un excompañero de Gobierno de Rato con Aznar, Cristóbal Montoro, en su calidad de ministro de Hacienda, declaró que esta subvención había violado los fines para los que fue concedida.

El Gobierno del PP conminó a Layosalud, por esta razón, a devolver el millón recibido porque la firma no mantuvo las inversiones pactadas (7 millones) durante el tiempo acordado. El Ejecutivo de Rajoy anulaba una orden del Gobierno de Aznar por fraudulenta en un singular choque de trenes: lo que Rato dio a Layosalud, Montoro se lo quitó.

Pero Montoro, oficialmente, aún no tenía evidencias de la segunda y más grave anomalía de esta subvención: su exvicepresidente con Aznar concedió esta ayuda pública en 2003 a una empresa en la que años después han aflorado ocultas conexiones con Rato, vía testaferro y accionariado, que han salido a la luz bajo  investigación fiscal.

En el mejor de los casos, Rato subvencionó a una sociedad en la que después invirtió; en el peor, controló y financió desde su arranque esta empresa a través de testaferros. No en vano, desde su constitución, los primeros administradores tienen vínculos con empresas del grupo Rato.

Por si no quedaba claro que era una aventura empresarial de amigos del PP, en su consejo se sentó el marido de la exalcaldesa del PP de Cádiz. Santiago Cobo no encontró mejor hotel en toda España para invertir que el hotel de Rato en Toledo. Nada más natural para un vocal del Consejo Promotor de Turismo del Ministerio de Economía que presidía su amigo.

 

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