Crítica de la nueva miniserie sobre David Beckham y su familia

‘Beckham’ en Netflix: los nuevos ‘docurealities’ navegan entre la verdad y el narcisismo

‘Beckham’ en Netflix: los nuevos ‘docurealities’ navegan entre la verdad y el narcisismo
David y Victoria Beckham

Los ricos y famosos se compran un docureality como el que se compra un coche. Una oda al ego que las plataformas rentabilizan, pero que supone un cambio de paradigma. Ahora le ha tocado a David Beckham en Netflix, lo que podría ser una deriva moral dentro de los documentales. O no.

Beckham: perfección visual y victoria de la pija

Pero ahora, lo que nos ocupa: ¿Consigue Beckham (la serie) traspasar los límites del egocentrismo del personaje, nos cuenta algo, o es otra oda aburrida a mayor gloria del famoso en cuestión? Lo primero que hay que destacar es que la miniserie de Netflix es un prodigio visual. Está muy bien hecha, perfectamente documentada y fotografiada y con un ritmo de montaje envidiable.

David Beckham ha contado algo que está generando mucha polémica
David Beckham.

Para la tarea, los Beckham han querido rodearse de la flor y nata del documental para recrear su historia. Fisher Stevens, actor y director ganador del Óscar (The Cove), y John Battsek, productor y también ganador de una estatuilla (Un día de septiembre) y los productores Nicola Howson y Billie Shepherd son los responsables de narrar la carrera de la estrella del Manchester United o el Real Madrid.

Siempre con la trayectoria futbolística de David Beckham como hilo conductor, la miniserie también carga sus tintas sobre la relación entre el astro y su archiconocida esposa, Victoria Beckham.

Aquí Victoria cae bien. Muy bien. De hecho. ¿Por qué? Porque la perfección nunca es atractiva, la vulnerabilidad sí

Victoria Beckham
Victoria Beckham.

Es la pija de las Spice Girls la que mejor sale parada de la experiencia. La cantante y ahora diseñadora e icono de la moda siempre ha proyectado un halo de esnobismo, de frialdad y rigidez desmedida. Sin embargo, Netflix la retrata como alguien más rebajado, más divertido. Y esto es gracias a las escenas que comparte con su esposo, esas en las que se pican entre ellos o él saca a relucir el clasismo de ella. Aquí Victoria cae bien. Muy bien. De hecho. ¿Por qué? Porque la perfección nunca es atractiva, la vulnerabilidad sí.

Te guste o no el fútbol, te interese o no David Beckham y sus satélites, es innegable el carisma del personaje. Terminas queriendo ver más de la miniserie. Todo gracias a una producción meticulosa y perfectamente narrada, con sus puntos de giro, sus artimañas y su empaque audiovisual impecable.

Los nuevos docurealities: verdad o narcisismo

Harry y Megan, Tamara Falcó o Georgina Rodríguez son algunos de los privilegiados que pueden encargar series documentales narcisistas para dar la imagen que ellos quieren y como ellos quieren. Esta es la nueva tendencia de los realities con pedigrí. Los mencionados personajes tienen legiones tanto de fans como de haters. Los primeros consumen para seguir alabando a sus ídolos y los segundos para poder odiarles más. Empresarialmente es un negocio redondo.

Las Kardashian abrieron el melón

Frente a estos personajes tenemos, por ejemplo, a Las Kardashian. Esas sí que se meten en el fango. Su pornografía emocional es su arma para el entretenimiento. En su show no hay parafernalias visuales ni subtextos éticos. Los esnobs dirán que eso es lo contrario a la cultura pero habría que preguntarse si es más interesante ver cómo Kim Kardashian se tira de los pelos (literal) con sus hermanas o que Harry y Meghan nos vendan una historia de amor falseada y se victimicen ante los malvados seres de la Casa Real británica. ¿No se suponía que la finalidad de un documental era la de mostrar la verdad?

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Meghan Markle y el príncipe Harry.

Pero no nos engañemos, es lógico que se compren estos productos. El caso de los duques de Sussex fue una jugada empresarial previsible y muy meditada. Ellos, recién salidos de la Casa Real, eran los personajes del momento. El público quería saber. Firmaron un contrato con Netflix para asegurarse una buena vida como civiles y, obviamente, eligieron quién lo haría y qué se contaría.

Rostros como los de Georgina o Tamara Falcó tienen como reclamo su conocido histrionismo. Pero lo que podrían ser docurealities desternillantes e irónicos, terminaron siendo sendos catálogos de situaciones aburridas. ¿Por qué? En el caso de la Marquesa de Griñón, por ejemplo, la responsabilidad recaería en su representante, Susana Uribarri, celosa tesorera de la imagen de Tamara- su niña siempre tiene que salir guapa, perfecta y sin hacer el menor ruido posible-.

El palacio de El Rincón fue uno de los grandes protagonistas de la docuserie de Tamara Falcó en Netflix
El palacio de El Rincón fue uno de los grandes protagonistas de la docuserie de Tamara Falcó en Netflix

 

Al final, estas biografías televisivas pueden estar condenadas al nicho y a la sobrecarga. Lo ideal sería que cualquiera, aunque no sepa de qué personaje se trate, se sienta atraído por lo que se cuenta. Ahí está el truco: contar una historia que vaya más allá de los protagonistas. Por ejemplo, eso lo consigue C. Tangana en su último documental presentado en el Festival de San Sebastián 2023. Se llama Esta ambición desmedida y aunque no conozcas al cantante o no te guste su música, la película atrae por su paraguas narrativo; habla del ego como arma constructiva y destructiva, de la soledad del genio y del poder reparador del arte.

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