ESPAÑA VA BIEN

Adiós a los ricos en Portugal, ¿bienvenida Ley Beckham?

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Patricia Sanz
  • Patricia Sanz
  • Abogado, periodista y máster tributario de Garrigues. Antes, asesora fiscal por Luxemburgo y España, ahora, redactora jefe de Economía de OKDIARIO.

Igual que en los últimos 13 años cientos de españoles se han beneficiado del régimen fiscal especial para impatriados en Portugal, así hubo un tiempo en España en que los futbolistas extranjeros de élite venían para ser contratados por los clubes de fútbol nacionales para aprovecharse de la Ley Beckham. Sí, el futbolista David Beckham fue el primero y de ahí la denominación coloquial que se le dio al régimen fiscal.

Tras el futbolista inglés, llegaron a España cientos de directivos de multinacionales bien formados y mejor pagados. Sólo tributaban por los ingresos de fuente española. Pero como el verdadero deporte nacional en este país es la envidia, los políticos de izquierda no tardaron en acabar con la gran fuente de ingresos que suponía los impuestos pagados por estos ricos: redujeron los ejercicios de aplicación del régimen especial de 10 a 5 y, durante un tiempo, les obligaron a tributar por su renta mundial y no sólo por la ingresada por trabajos prestados en España.

Y esto es lo que ahora nos han hecho creer que le ha sucedido al primer ministro portugués, António da Costa. El político ha dicho basta al régimen fiscal luso de residentes no habituales -ese por el que hace una década cientos de directivos españoles llevaron su residencia fiscal a tierras vecinas-. Pero no, Da Costa no ha expresado su voluntad de acabar con este régimen fiscal especial por casualidad. Se trata de la mejor estrategia de planificación fiscal de los últimos decenios. Voy a tratar de explicársela.

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Antonio Costa justifica acabar con los beneficios fiscales por la inflación de la vivienda.

El éxodo de capitales españoles huidos a Portugal se debió al plagio que de nuestra Ley Beckham hizo el ex primer ministro portugués y expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Desde entonces, cientos de españoles, brasileños y otros extranjeros con querencia por el país luso, han pagado un 10% por sus ingresos de fuente portuguesa, un 5% por sus pensiones y, lo mejor, un 0% por las de fuente extranjera -en nuestro caso, española-. Ahora, el primer ministro dice que se acabó, pero eso no es así.

Que el anuncio del fin del régimen fiscal especial para no residentes se haya hecho en octubre de 2023, permitirá, por lo pronto, que cientos de extranjeros nuevos dispongan de 6 meses -pues el acceso a este régimen se solicita en marzo de cada año- para planificar su cambio de residencia a Portugal y solicitar la aplicación del régimen, del que podrían beneficiarse hasta 2034. Es más, dado que su eliminación no comportará retroactividad, todo el que se encuentre bajo el régimen, aún podrá seguirse beneficiando hasta cumplir el tope de los 10 ejercicios fiscales.

¿Y qué sucederá con todos aquellos españoles que están a punto de agotar los dos lustros de baja tributación? Dispondrán de 3 meses hasta que finalice este año para decidir si se quedan en Portugal. Porque sí, les va a merecer la pena quedarse en Portugal. Incluso aunque hubiesen estado viviendo en el país vecino durante 10 años, requisito para ahora optar por nuestra Ley Beckham, las cuentas no les darán para volver a su Patria.

Hablemos de dinero. Pongamos el ejemplo de un directivo español llamado César. A César se le ha acabado el chollo del régimen de impatriados en Portugal y debe volver a España. En principio y gracias a una modificación legal realizada este año, César pagaría muchos menos impuestos sobre la renta al acogerse a nuestra Ley Beckham: con un sueldo de 500.000 euros brutos anuales, aquí, como no residente fiscal, pagaría cuatro quintas partes de lo que abonaría como residente en Portugal. Ahora bien, el Gobierno Frankenstein se encargó a finales del año pasado de que este gran directivo se piense si quiere volver a España. César no sólo tendría que pagar 120.000 euros por su IRPF especial como impatriado. También, porque es muy rico, tiene un gran patrimonio y su comunidad autónoma de residencia no es Madrid, hasta 350.000 euros por el Impuesto sobre el Patrimonio.

Y paramos de calcular pues, afortunadamente, la cuota de Patrimonio es desgravable del Impuesto sobre las Grandes Fortunas. Y esto es así por el ánimo confiscatorio de la izquierda que intentó aplicar un segundo impuesto a los ricos e incurrió en una posible doble imposición y ahora tiene otra pifia legal recurrida ante el Constitucional.

En consecuencia, si César tiene unos buenos asesores fiscales -que los tendrá porque fruto de su trabajo gana mucho dinero-, le recomendarán quedarse en Portugal. Que la vida y la vivienda no están tan caros, su Gobierno sabe utilizar las ayudas europeas que bien solicitará para su empresa y su primer ministro sabe bien que no le conviene volver a España. Mejor pagar 94.000 euros más de IRPF y 350.000 menos de Patrimonio. Eso sí, cuadratura del círculo bien atada: les digo a los extranjeros españoles que se vayan porque me encarecen la vivienda, pero en el fondo sé que no se irán, y comenzarán a pagarme un 45% de impuestos extra sobre sus ganancias desorbitadas que antes no me ingresaban. Bienvenida, Ley Beckham.

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