Lucía Zumárraga: «Ningún bebé debería ver el móvil durante los 2 primeros años de vida»
Los dispositivos móviles, omnipresentes en nuestras vidas, se han convertido en un apéndice del cuerpo y mente de adultos y adolescentes. Su uso excesivo nos afecta en muy diferentes aspectos de nuestra salud física y mental, así como en nuestras relaciones interpersonales. Hablamos con más gente, enseñamos más a más personas (a la gran mayoría de ellas ni siquiera las conocemos), pero nos vemos mucho menos con los cercanos. El mundo se reduce en gran medida a lo virtual. Nuestros ojos se resienten, nuestra ansiedad también. Graves efectos que todavía lo son mucho más en los bebés, dado que el uso temprano de pantallas de móviles afecta a su desarrollo.
Las pantallas de móviles a menudo presentan colores brillantes, movimiento y sonidos extremadamente atractivos para los bebés que se quedan fascinados por las imágenes que se proyectan en una pantalla.
Aunque las pantallas pueden parecer educativas, especialmente con aplicaciones y videos diseñados para bebés, existe una creciente preocupación de que el tiempo que los bebés pasan frente a las pantallas podría afectar negativamente su desarrollo cognitivo. La neuropsicóloga Lucía Zumárraga nos explica que los bebés aprenden mejor a través de la interacción directa con sus padres y su entorno. El tiempo que pasan mirando una pantalla podría limitar estas oportunidades cruciales de aprendizaje. “Las tablets no despiertan el circuito de la recompensa que sí lo hace la cara de una persona”, afirma.
Preocupada por los efectos de este uso por los bebés, UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que los niños no deberían estar expuestos a las pantallas antes de los dos años, mejor todavía antes de los tres y, sólo hacerlo puntualmente, antes de los cinco años. Lucía Zumárraga lo ratifica, salvo ante la excepción del caso en el que el bebé esté viendo la pantalla digital con un adulto que está interactuando con él porque, ahí, comparte aprendizaje.
Debemos tener presente que la comunicación de los bebés con los cuidadores es esencial para su desarrollo del lenguaje y la socialización. El tiempo que los bebés pasan mirando pantallas podría interferir en su capacidad para desarrollar habilidades lingüísticas y sociales. Los bebés aprenden el lenguaje a través de la interacción verbal y la comunicación no verbal con las personas que los rodean. Cuando observa a otro adulto hablar se activan en el cerebro del niño unas neuronas que se llaman ‘neuronas espejo’ que lo van preparando para hablar. Si pasan demasiado tiempo mirando una pantalla, podrían perder oportunidades valiosas para desarrollar estas habilidades fundamentales.
Numerosos neuropsicólogos pediátricos aseguran que a los dos años un niño debe decir entre 20 y 30 palabras, sin embargo, hay niños que llegan a los tres años y no hablan, hablan mal o pronuncian mal. Pediatras españoles de atención primaria ya han advertido en varias ocasiones del aumento en sus consultas de bebés con déficits importantes en el habla por su exposición excesiva a tabletas y móviles, así como del «el enganche» de los niños menores de 3 años a las pantallas.
Otro de los peligros que resalta Zumárraga es que un elevado número de investigadores considera que es probable que el coeficiente intelectual deje de aumentar por el exceso de exposición a las pantallas.
Por otro lado, la exposición a la luz azul emitida por las pantallas de móviles puede tener un impacto en el ritmo circadiano de los bebés, dado que la luz azul puede suprimir la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño. Esto puede resultar en dificultades para conciliar el sueño y afectar la calidad del mismo. Los expertos recomiendan evitar la exposición de los adultos a pantallas al menos una hora antes de la hora de dormir para mitigar este efecto. En el caso de los niños, mucho más.
Recomendaciones para los padres
- Limitar el tiempo de pantalla: La Academia Americana de Pediatría recomienda que los bebés menores de 18 meses eviten por completo el uso de pantallas, a excepción de videollamadas con familiares. Si bien, siguiendo las instrucciones de la OMS, no exponerlos a pantallas hasta cumplidos los tres años.
- Priorizar la interacción: Nada puede reemplazar la interacción humana. Los padres deben dedicar tiempo a interactuar, hablar, leer y jugar con sus bebés de manera regular.
- Crear un entorno de sueño adecuado: Mantener las pantallas fuera del dormitorio del bebé y evitar su uso antes de la hora de dormir puede ayudar a mantener un patrón de sueño saludable.