Foodtech: biotecnología agrícola, carne cultivada y comida impresa

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La industria agroalimentaria mundial consume un 30% de la energía global que producimos y, lo más triste, es que, según un informe de la FAO, de todos esos alimentos producidos para el consumo humano a nivel mundial, cada año se desperdicia un tercio. Esto equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas de alimentos. El 14 % de la producción alimentaria mundial (valorada en 400 000 millones de USD anuales) sigue perdiéndose después de recolectarse y antes de llegar a las tiendas, y el 17 % de los alimentos acaba siendo desperdiciado en la venta al por menor y por los consumidores, especialmente en los hogares. Según estima la FAO, los alimentos que se pierden y desperdician podrían alimentar a 1.260 millones de personas hambrientas cada año.

La fusión de la tecnología con la alimentación busca abordar y dar solución a problemas como éste. Sus desafíos: el aumento de la demanda global de alimentos, la seguridad alimentaria, la salud y el impacto ambiental de la producción alimentaria. Es la conocida nueva industria Foodtech. Cada vez oímos hablar más de ella. Engloba toda la cadena, desde el campo hasta nuestra boca, pasando por cocinas inteligentes, biotecnología agrícola (capaz de medir con precisión la cantidad de comida que sé produce y cómo se produce. Lo hace entre otras cosas con el uso de drones e IA que permiten el cálculo exacto de agua, pesticidas, piensos, abonos, monitorización el crecimiento de los cultivos…). Sus objetivos, dos:

Producir justo lo que se va a consumir (porque, no olvidemos, que, a nivel global, se desechan un tercio de los alimentos producidos).

Democratizar la comida para eliminar esa gran brecha de este planeta descompensado en el que el 40% de la población padece sobrepeso y un casi 924 millones de personas, es decir, el 11.7% de la población mundial, se enfrentaron a inseguridad alimentaria en niveles severos.

Una de las grandes controversias es la carne cultivada, también conocida como carne in vitro, de laboratorio o sintética (como ve, la terminología no escasea). Se trata de carne animal que no se extrae del cuerpo de ningún animal porque nunca ha formado parte de un animal. Proviene del cultivo de las células musculares extraídas previamente de animales. Se hace en laboratorio y se utilizan células madre o células musculares de un animal y se cultivan en un medio nutritivo para que se multipliquen y formen tejido muscular. El objetivo es producir carne sin la necesidad de criar y sacrificar animales.

Singapur ya la comercializa. Lo hace desde 2020. Los que se atreven a comerla dicen que “parece pollo, huele a pollo y sabe a pollo”. El sector crece. Según Mckinsey, alcanzará los 25.000 millones de dólares en 2030 y la Unión Europea ya se ha puesto como objetivo que al menos el 30% del consumo de carne provenga de esta fórmula. Lo cierto es que la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha dado el primer paso para que Estados Unidos consuma carne cultivada. Otro que incluso se ha adelantado un poco es Israel. España está a la cabeza en producción. La cuarta planta de carne cultivada del mundo es española y abrirá sus puertas en 2024.

Carne impresa

La otra gran controversia es la comida impresa (también conocida como comida 3D), una tecnología que utiliza impresoras 3D especiales para crear alimentos comestibles, si bien todavía no se comercializa en ningún país. En lugar de imprimir en papel o plástico, estas impresoras utilizan ingredientes en forma de pasta o gel que se depositan en capas para construir alimentos tridimensionales.

El proceso de impresión de alimentos comienza con la creación de un modelo digital del alimento deseado utilizando software especializado. Luego, la impresora 3D interpreta el modelo y comienza a depositar los ingredientes capa por capa, utilizando una boquilla o un brazo robótico controlado por computadora. La cantidad de alimentos que se pueden utilizar es muy variada como masa de pan, chocolate, purés de frutas y verduras, o carne molida, entre otros. Algunas impresoras incluso pueden combinar diferentes ingredientes para crear estructuras más complejas y sabores personalizados.

Esta tecnología ofrece varias ventajas. Por un lado, permite la creación de formas y diseños personalizados que serían difíciles de lograr con métodos tradicionales de cocina. Además, la comida impresa puede adaptarse a las necesidades dietéticas específicas de las personas, como la comida para personas con alergias o restricciones alimentarias.

Beatriz Ramos, autora del libro FOODTECH, nos cuenta que “las granjas del futuro van a seguir trabajando en innovación para ser más eficientes y consumir menos energía y menos agua” y que Foodtech va a permitir cuidar la salud del suelo.

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