Daniel Sancho contra los testigos: «Me estoy jugando la vida y aquí hay muchas mentiras»
El juez amonesta a Daniel Sancho por sus críticas a los testigos: "Es impertinente"
Daniel Sancho, muy crítico con los testigos: «Me estoy jugando la vida y aquí hay muchas mentiras». El juicio contra Daniel Sancho en Tailandia se ha convertido en un escenario de confrontación del acusado con los testigos. Usando el derecho que le confiere la justicia del país asiático para contestar cada intervención en el juicio, el joven español ha ido más allá cuestionando incluso la presencia de los testigos: «No entiendo por qué está este testigo en el tribunal si su testimonio no tiene nada que aportar». El comentario le valió la amonestación del juez: «Es impertinente, no puede hacer preguntas capciosas a este testigo».
Daniel Sancho está demostrando ante los testigos que se sabe el sumario al dedillo y sigue al pie de la letra la estrategia marcada por su defensa y por su propio padre Rodolfo Sancho. Lejos de aguantar estoicamente el desfile de los testigos de la acusación convocados por la fiscalía, el joven español hace uso de su derecho a intervenir llegando incluso demasiado lejos en su defensa.
La interpelación más dura de Sancho tuvo como objetivo al segundo de los testigos, la persona que le alquiló la moto en la que fue a recoger a la víctima Edwin Arrieta. Esta persona, una mujer, se prestó a tenderle una trampa a Sancho por orden de los agentes.
Los policías que ya buscaban a Sancho el día siguiente al crimen, pidieron a la mujer que llamara al español para que acudiera a la tienda de alquiler, todo con el objeto de detenerle. Sancho no picó el anzuelo, le dio largas y finalmente le dijo que estaba en un lugar de la isla diferente al que se encontraba.
El juez amonesta a Sancho
Al finalizar su testimonio, Sancho interpeló con dureza a los testigos: «No entiendo por qué está este testigo en el tribunal si su testimonio no tiene nada que aportar». El comentario le valió la amonestación del juez: «Es impertinente, no puede hacer preguntas capciosas a este testigo».
El juez le animó a reformular la pregunta y hacérsela a los policías que declararán durante los próximos días, a lo que Sancho respondió: «Me estoy jugando la vida y aquí hay muchas mentiras».
Tras una jornada de casi diez horas, hoy miércoles han declarado cuatro testigos en un espacio de tiempo más corto.
Uno de ellos, la persona que le vendió el kayak horas después del crimen y que usó Daniel Sancho para tirar al mar restos del cadáver de la víctima. También las dos personas que le vendieron la sierra, el cuchillo y las bolsas de basura que supuestamente utilizó en el descuartizamiento del cuerpo de Edwin. y finalmente el director del hotel donde Sancho olvidó una mochila con un cuchillo dentro.
Ho de nuevo, Daniel Sancho ha vuelto a preguntar a los testigos en la segunda sesión del juicio. El acusado, en un tono menos altivo que el martes, ha interrogado a los testigos que más le incriminan. Se trata de los dos dependientes que le vendieron la sierra, el cuchillo y los demás útiles un día antes de que llegara Edwin a la isla. Según la fiscalía, la prueba de que la muerte de Edwin no se produjo de forma accidental durante una pelea, sino que fue fruto de un plan premeditado de Sancho.
El juez amenaza de nuevo
Poco más se sabe de la declaración de éstos testigos. El juez del caso Daniel Sancho en la corte de Koh Samui que el primer día de juicio prohibió a todos los presentes contar lo que sucedía o se hablaba en la sala., ha vuelto hoy a insistir en el asunto. De hecho, hoy el juez ha elevado el tono de sus advertencias y amenazando que el que lo haga será castigado con penas de cárcel.
Los abogados de la familia de la víctima no critican las desmesuradas medidas que ha tomado el juez, ya que para ellos «simplemente quiere que no se produzca un juicio paralelo».
Sin embargo, detrás de una medida tan drástica que prohibe el derecho básico a la información, se haya la situación de desbordamiento que sufren la Policía y la Justicia de Tailandia ante la cobertura mediática del caso. Según los expertos, las autoridades temen que la información sobre el caso pueda perjudicar los intereses de un país que vive del turismo.
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