Coca-Cola se gasta más de 100 millones de euros en luchar contra la obesidad

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Establecimiento de comida rápida. (Foto: Getty)

Las grandes señaladas por la obesidad en el planeta invierten abundante presupuesto en combatirla o al menos en sensibilizar. Empresas como Coca-Cola o McDonalds son necesarias para entes como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) por su potencial como escaparates para promocionar hábitos saludables.

Coca-Cola, el mayor fabricante mundial de bebidas azucaradas, ha dedicado en torno a 120 millones de dólares en los últimos cinco años en becas para investigaciones relacionadas con el sobrepeso o la diabetes. Las subvenciones figuran en la web de la compañía, que consigue de paso una mejora en la imagen del consumidor y también de los especialistas en estas materias.

McDonalds, lugar por excelencia de comida rápida y sus connotaciones, trabaja también intensamente por cambiar la percepción, apoyando también iniciativas enfocadas a una dieta equilibrada y mostrando en todos los canales a su disposición la procedencia o el tratado de sus alimentos, ampliando además en sus menús el catálogo de opciones hipocalóricas.

Estas dos marcas son sólo dos ejemplos de una tendencia creciente por la adecuación a los estándares de los organismos competentes en alimentación y por la transparencia, acusadas tradicionalmente de secretismo.

La globalización «está eliminando rápidamente los límites entre los platos naciones y arrastra la cultura gastronómica del mundo hacia las dietas occidentales», relata la OMS, que identifica estas dietas precisamente con el fast food, motivo por el que era urgente que sus representantes más extendidos se volcaran en tareas de concienciación.

La obesidad en cifras

La proporción de adultos con sobrepeso -con un índice de masa corporal igual o superior a 25- aumentó de un 28 a un 36,9 por ciento en hombres y de un 29,8 a un 38, en mujeres entre 1980 y 2013, según cifras de la FAO. La energía de las ingestas ha crecido en un 81 por ciento entre 1971 y 2010, detalla el organismo.

“Gran parte del incremento en las calorías disponibles durante décadas ha venido de alimentos ultra-procesados, que son muy apetecibles, relativamente baratos y ampliamente accesibles, por lo que el consumo excesivo de calorías muy fácil”, declaran expertos de la FAO.

Pero hay más factores que contribuyen a este fenómeno, puntualizan, como “el aumento de la urbanización, la dependencia del automóvil y las ocupaciones sedentarias”. En 2014, el 39 por ciento de los mayores de 18 años tenía sobrepeso -1.900 millones de personas- y el 13 padecía obesidad. El problema no es menor en los niños.

El contraste con el hambre

Un informe de Naciones Unidas (ONU) de 1999 descubrió que la obesidad no entiende de territorios, estando presente ya en todas las regiones en desarrollo, disparándose incluso en países con hambre. «Consideramos la obesidad un problema importante que necesita tratarse, a la vez que el problema de la subalimentación», explica Prakash Shetty, Jefe del Servicio de Planificación, Estimación y Evaluación de la Nutrición de la FAO.

Hasta hace no demasiado, los expertos se cuestionaban alertar de los peligros de la sobrealimentación mientras había tantas personas afectadas por no tener nada que llevarse a la boca. De 815 millones de personas que pasan hambre en el mundo, 780 viven en países en desarrollo.

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