Una mafia peruana encerró a inmigrantes infectados de coronavirus en trasteros de Madrid
Tres mujeres embarazadas, una de ellas a punto de dar a luz, niños lactantes y personas de edad avanzada, en total 61 inmigrantes malvivían encerrados en 23 trasteros de 4 metros cuadrados en los barrios madrileños de Carabanchel y Usera. Allí algunos de ellos pasaron encerrados entre humedades y sin ventilación la infección de coronavirus hombro con hombro con el resto de infortunados.
Todos fueron captados por internet o en las colas para solicitar permisos de extranjería. Los mafiosos camuflados como una ONG de ayuda a los inmigrantes les ofrecían viviendas de alquiler entre 250€ y 400€ mensuales, tras efectuar el primer pago les mostraban la realidad. Pasarían meses encerrados bajo tierra en trasteros entre ratas y basura. Tal y como se puede ver en el vídeo exclusivo de OKDIARIO que acompaña a esta noticia, los mafiosos habían habilitado los almacenes subterráneos de una galería comercial de la calle General Ricardos de Madrid construyendo decenas de trasteros que alquilaban como habitaciones.
Las víctimas compartían cocina por turnos y un baño por cada diez trasteros. En cada trastero se alojaban tres personas fueran o no de la misma familia, todos inmigrantes de origen peruano, colombiano y venezolano. La organización les decía que su alojamiento en esas condiciones era provisional, que estaban reformando los pisos por los que estaban pagando el alquiler. Era mentira, les controlaban en todo momento con cámaras de vídeo instaladas en los trasteros que manejaba uno de los controlares desde su móvil. Los controladores se ocupaban de amenazar y coaccionar a los inquilinos para que no denunciaran su situación extrema ante la policía, pero también les cortaban la luz o el agua si no pagaban o presentaban alguna queja. El siguiente paso era propinarles una paliza como han denunciado ya algunas de las víctimas.
Cuando anochecía, los mafiosos cerraban con llave el acceso a los trasteros dejando a los inquilinos a merced de las ratas y las cucarachas. Varios colchones que los mafiosos habían cogido de la basura hacían la función de cama, y los ataques de tos de los infectados por COVID 19 impedían conciliar el sueño al resto. Uno de los infectados permaneció una semana en estado crítico lidiando con la enfermedad mortal tendido en un colchón sin supervisión médica, ni ayuda, ni posibilidad de escape. Tanto los enfermos como los que estaban sanos, entre ellos menores y ancianos, compartían un baño por cada diez trasteros. Sin ventilación. En plantas sótano sin salida de incendios ni otra escapatoria que una puerta cerrada por llave por las noches. Un pequeño incendio hubiera desencadenado decenas de muertos. Si pedían salir por cualquier excusa los controladores se negaban.
La Unidad Integral de Distrito de la comisaría de policía municipal de Carabanchel comenzó a seguirles el rastro tras recibir quejas vecinales por las idas y venidas de decenas de personas entrando en el edificio. A la investigación pronto se sumó la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional. Cada vez que presentían una inspección o la llegada de la Policía los controladores sacaban a los inmigrantes de los trasteros y los encerraban en cámaras frigoríficas en desuso, sin posibilidad de abrir la puerta desde dentro.
Finalmente los policías terminaron la investigación desmantelando la organización y deteniendo al jefe y a sus cinco colaboradores todos de origen peruano. Se les acusa de delitos de favorecimiento de la inmigración ilegal, coacciones, amenazas, contra la salud pública y detención ilegal. Los policías llegaron a tiempo de impedir que los mafiosos ampliaran el negocio, requisando ladrillos y material de obra preparado para construir nuevos trasteros y alojar a más víctimas.
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