La hija de Ana Julia Quezada reniega de su madre: «No quiero verla ni hablar con ella»

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La hija de la asesina Ana Julia Quezada, fruto de un anterior matrimonio en Burgos, ha declarado este martes por videoconferencia en el juicio por el asesinato del pequeño Gabriel Cruz. La hija de Quezada ha pedido no ver a su madre, a la vez que ha señalado que se sintió «utilizada» por su madre puesto que ella le acompañó en el operativo de búsqueda que se puso en marcha ante la desaparición del niño.

Así, ha asegurado que la relación con su madre «una vez se vino a vivir a Almería era esporádica» y que antes era «sin apego». «Siempre ha sido muy distante, muy independiente», ha apuntillado.

Ha admitido que, una vez tuvo conocimiento de que ella había dado muerte al niño, se sintió «utilizada» y ha señalado que antes «nunca» llegó a pensar que «le estuviera manipulando para dar una imagen armónica familiar ante la Guardia Civil» cuando la llamó para pedirle que viniese a Almería a buscar al niño.

«Ella me lo pidió y yo fui de corazón a ayudar. Me da igual lo que ella quisiera hacer, yo vine de corazón», ha dicho entre lágrimas que no ha podido contener al final de su interrogatorio en el que ha confirmado haber roto cualquier relación con su madre «porque no quiero, no me sienta bien».

Así, ha indicado que no quiere «verla, no quiero hablar con ella, ni escucharla, ni me apetece ni tengo ganas», ha dicho a lo que la defensa le ha dicho que Ana Julia «siente mucho lo que está pasando» mientras la magistrada ha instado a omitir este tipo de comentarios «que no conducen a nada».

Sobre la visita que hizo con su madre durante el operativo de búsqueda a la finca donde estaba enterrado el pequeño, ha señalado que «no sintió nada extraño» aunque sí que estuvieron «apenas 20 minutos». «Me dijo que le gustaba ir allí porque sentía paz», ha afirmado si bien sí ha reconocido que la vio «nerviosa y ansiosa» por quitar los «tablones encima de la piscina» sobre la que finalmente se «fumó un cigarro» porque le dijo que estuviera «tranquila».

El psiquiatra clínico de la que es paciente Patricia Ramírez, la madre de Gabriel, ha asegurado ante el jurado popular que enjuicia a Ana Julia Quezada que el niño mostró «angustia y temor» cuando se inició a finales de 2017 la convivencia de esta con su padre a quien «no se atrevía a decírselo porque era «un niño noble, que se guardaba los problemas y jamás en la vida quería hacerle daño a nadie».

«Sentía que el padre no le prestaba atención desde que Ana Julia apareció en su vida, tenía una sensación de abandono y sufría experiencias de angustia, miedo y temor a dormir solo en Vícar», ha dicho en alusión al domicilio que ambos compartían y en cuya entrada fue detenida la procesada con el cuerpo sin vida del menor en el maletero.

El doctor, que ha solicitado declarar en calidad de testigo y no de perito para no violentar el secreto profesional y que se encargó de la coordinación del operativo psicológico de control de los familiares durante el operativo de búsqueda desplegado entre el 27 de febrero y el 11 de marzo, ha subrayado que «cinco días antes de que le mataran» la psicóloga de niño instó al padre a estar «más encima de él».

«No lo había verbalizado con Ángel pero sí con la psicóloga, que le pidió que se tomara más en serio el asunto y aumentase la cantidad y calidad de interacciones con el niño a solar», ha dicho.

Propuesto por la acusación particular, a cuyas preguntas ha respondido al igual que a la defensa mientras que la fiscal no ha interrogado, ha referido también dos episodios médicos de Gabriel Cruz con «un cuadro abdominal severo que la pediatra no supo achacar a nada en concreto» y que se produjeron «en martes, cuando Ana Julia se quedaba a solas con él porque el padre estaba trabajando» y tras la ampliación del régimen de visitas.

Esto abonaría la tesis del letrado Francisco Torres, que sostiene que Ana Julia Quezada habría intentado «envenenar» al niño con anterioridad a darle muerte en la finca familiar de Rodalquilar, en Níjar (Almería), «mediante batidos extraños de galletas Oreo y hierbas».

También a preguntas de este, el psiquiatra ha afirmado que a «instancia de la acusada y de Ángel se puso una recompensa», lo que, según ha subrayado, le resultó «llamativo porque no fue consensuado con la madre».

«Me heló el corazón»

Al hilo de esto, y después de que la acusación particular le haya dado el pie con varias advertencias de la magistrada-presidenta del tribunal sobre su falta de concreción durante el interrogatorio, ha apuntado un «cambio de relato» en Ana Julia que «me llamó la atención y casi me heló el corazón».

«El día de la concentración en Almería, el 9 de marzo, estábamos al lado del escenario y me dijo: ‘lo han matado, son demasiados días’, lo que me dejó patidifuso porque siempre decía que iba a aparecer el niño y hasta entonces y hasta el final, incluso la Guardia Civil, trabajaba con la hipótesis de que estuviera vivo».

Por otro lado, a preguntas de la defensa, ha admitido que no tuvo contacto directo nunca con Gabriel ni lo entrevistó cuando Patricia Ramírez le refirió «las alteraciones somáticas de ansiedad y angustia» que le confirmó de referencia la psicóloga cuyo tratamiento les recomendó.

A lo largo del día se ha producido una modificación en el orden de comparecencia de los testigos previsto para la segunda sesión del juicio después de que algunos de ellos, familiares del niño, hayan abandonado la sede de la Audiencia Provincial, obligando a pasar a una sesión improvisada de tarde las declaraciones de Ángel Cruz, Patricia Ramírez, la abuela del pequeño y una prima menor de edad, todas a puerta cerrada.

Asimismo, ha comparecido una amiga de la infancia de Ángel Cruz, quien ha relatado cómo se desarrollaron las jornadas de los días 2 y 3 de marzo de 2018. Ha trasladado que, tras recorrer el barranco de Las Negras, Ana Julia Quezada dijo haber perdido el móvil aunque lo encontraron «colocado sobre un palmito, no tirado en el suelo». «Cuando se lo devolvimos le dije que un móvil ahí no se cae y me llamó la atención que no lo mirase por si tenía llamadas o estaba estropeado porque ese día estaba lloviendo», ha apuntillado.

Ha asegurado, asimismo, que fue Ana Julia Quezada la que les guió por un camino hasta la casa-cortijo en el que residía su ex marido un día antes de que apareciera la camiseta en una zona muy cercana y ha descrito que notó «algo extraño, frialdad». «Luego ya me dijo que era su ex y le dije si él podía haberle hecho algo a Gabriel. Me contestó que no era capaz pero que odiaba a muerte a los niños», ha añadido.

Por último, ha referido una conversación con la acusada en la que se mostró «ofuscada» por el cambio del régimen de visitas «y le tocaba llevar a ella al niño al cole» o porque cancelaron un viaje a Marruecos «porque él no pudo gestionar con quien se quedaba el niño».

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