Carlos López Otín, científico: «La toxicidad humana cambia los ritmos circadianos y los microbianos»
El científico explica que "la toxicidad humana cambia los ritmos circadianos y los microbianos" en su nuevo libro 'La levedad de las libélulas'
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«Somos un milagro molecular», afirma Carlos López Otín, uno de los científicos de mayor prestigio y repercusión a nivel mundial en el estudio del cáncer, el envejecimiento y las enfermedades minoritarias. Sus investigaciones han permitido el descubrimiento de más de sesenta nuevos genes humanos y el análisis de sus funciones en procesos normales y patológicos. Para que usted se haga una idea: en 2001, el biólogo Craig Venter contó con él para formar parte del Proyecto Genoma Humano, que consiguió, por primera vez en la historia, descifrar el ADN humano; en 2009 fue galardonado con el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal; también en 2009, comenzó a codirigir la contribución española al Consorcio Internacional de los Genomas del Cáncer, donde ha descifrado el genoma de centenares de pacientes con cáncer. Es académico de Número de la Academia Europea y de la Real Academia de Ciencias de España, y Doctor Honoris Causa por varias Universidades españolas y extranjeras. Sus trabajos han sido citados más de 70.000 veces y así podríamos seguir y seguir. Ahora, este genio de la ciencia —que le añado que es tremendamente humilde—, acaba de publicar el libro La Levedad de las Libélulas, una maravillosa reflexión científica, filosófica, onírica… a través de un viaje por la historia de la medicina, cargado de abundantes referencias literarias, musicales y artísticas. En él, a partir de una libélula con la que se encuentra, reconsidera algunas ideas clásicas de la medicina, la salud y sus complejidades, y muestra cómo los problemas físicos y mentales se entrelazan.
Él, que sabe tanto de salud y de enfermedades, nos explica que «la toxicidad humana cambia los ritmos circadianos y los microbianos». La realidad es que la mayoría de las enfermedades metabólicas, inflamatorias, autoinmunes, cardiovasculares, degenerativas y emocionales surgen en buena medida por alteraciones en la continua conversación de nuestro genoma con el ambiente en el que se desarrolla nuestra vida. «La alimentación excesiva, deficiente o insuficiente, la introducción de cambios drásticos o absurdos en la nutrición, la falta de ejercicio físico adecuado, la pérdida de eficiencia del sistema inmune o, incluso, un insoportable naufragio emocional pueden generar alteraciones epigenéticas que, actuando sobre un fondo genético de predisposición, consiguen modificar los patrones de expresión de los genes de nuestro genoma o pervertir su eficiente diálogo con los genomas de todos los microorganismos que nos cohabitan. Y así, poco a poco, vamos perdiendo el equilibrio consustancial a la salud y la vida».
Oírle explicarnos cómo las enfermedades somáticas afectan a las rutas bioquímicas y, entre otras cosas, producen alteraciones epigenéticas, disminución de las estrategias de reciclado, desaparición de la hormesis y descompensación de los ritmos biológicos, hace recapacitar sobre la necesidad del equilibrio. Debemos vivir en silencio, sin susurros de tristezas, ni angustias, ni preocupaciones, ni cabreos, porque la armonía interior es clave para nuestra salud.
Sin embargo, somos nosotros casi siempre quienes con nuestras vidas estresantes, aspiraciones, disgustos y rencores nos metemos en la senda de las enfermedades. López Otín nos desvela las nueve puertas para evitarlas en la medida de lo posible.
Como explica, a lo largo de su vida había considerado muchas veces la idea de explorar las claves genéticas subyacentes a las tristezas y melancolías asociadas con la creatividad humana, pero con La levedad de las libélulas ha ido mucho más lejos. Apoyado en esas «criaturas míticas, veloces y maravillosas, con una excepcional capacidad de observar el mundo a través de unos ojos formados por miles de estructuras hexagonales que les regalan una visión panorámica completa del entorno en el que viven» afronta el problema social que asola a la humanidad: los desórdenes emocionales.
Hoy, alrededor de mil millones de personas padecen alguno. Los efectos de los susurros de esa tristeza: numerosas enfermedades y un millón de seres humanos —incluido un número significativo de adolescentes— que deciden quitarse la vida cada año.
Esta mala noticia es también buena: somos los arquitectos de nuestra salud, podemos mejorar nuestra salud.
En definitiva, La levedad de las libélulas es un delicioso viaje de salud en sí mismo. Un viaje buceando por el arte, la literatura, lugares y personajes únicos, entre otros, Julio Cortazar. Disfrute.