‘Tu cerebro está inflamado’: una experta da las claves para recuperar energía y claridad mental
Ajustar el desayuno o apagar pantallas antes de dormir es suficiente para que el cerebro salga del estado de alarma

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La neuroinflamación es un estado silencioso que puede afectar a millones de personas, manifestándose a través de síntomas como fatiga crónica, dificultad para concentrarse, ansiedad, problemas de sueño o malestar digestivo. Muchos de estos signos se atribuyen al estrés cotidiano, cuando en realidad podrían indicar un desequilibrio más profundo en el cerebro.
Elena Garrido es una reconocida especialista en psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE). Con formación en microbiota, enfermedades autoinmunes y hormonales, aborda la salud como un sistema interconectado, identificando el papel clave de la neuroinflamación en numerosos síntomas crónicos. Además de su práctica clínica, mantiene una comunidad de más de 90.000 seguidores, a quienes transmite avances científicos y herramientas prácticas para optimizar la salud y aumentar la energía diaria.
OKSALUD la ha entrevistado con motivo de la publicación de su reciente libro ‘Tu cerebro está inflamado’, en el que explica cómo identificar los signos de neuroinflamación, diferenciar la inflamación normal de la crónica y aplicar cambios de hábitos —desde la alimentación y el ejercicio hasta la gestión del estrés— que permiten recuperar energía, claridad mental y bienestar general.
Señales de alerta
Garrido señala que la neuroinflamación no duele como una herida visible, pero se manifiesta en síntomas cotidianos que muchas personas normalizan: problemas de concentración, cambios de humor, despertares nocturnos, cansancio constante, dolores difusos o problemas digestivos. Un ejemplo frecuente es el de quienes necesitan café para comenzar la mañana, llegan agotados a media tarde con antojos de dulce y no logran desconectar por la noche. Según la especialista, ese aparente «estrés» puede ser en realidad un cerebro inflamado que reclama equilibrio.
La inflamación es un mecanismo de defensa natural: puntual, localizada y temporal. La neuroinflamación crónica, en cambio, mantiene a las células inmunitarias del cerebro en estado de alerta constante, liberando sustancias inflamatorias de forma continua y afectando la memoria, el sueño, el estado de ánimo y la energía. Garrido lo compara con una alarma de incendios que no deja de sonar aunque no haya fuego, desgastando al sistema entero.
El cortisol, imprescindible para activarnos y rendir, puede convertirse en un enemigo cuando sus niveles permanecen elevados de forma continua, generando ansiedad, fatiga y problemas digestivos. Señales como despertarse cansado, depender de café o azúcar, tener la mente acelerada, cambios de humor o dificultades para concentrarse indican que el cuerpo cree estar en peligro constante. Para revertirlo, la experta recomienda ejercicios de respiración profunda, movimiento diario, rutinas de sueño regulares y pausas conscientes entre tareas.
La exposición a tóxicos cotidianos también afecta al cerebro. Plásticos, cosmética con químicos, alimentos ultraprocesados o aire contaminado pueden acumularse y generar inflamación. En este sentido, Garrido sugiere medidas sencillas para reducir su impacto: priorizar alimentos frescos, sustituir plásticos por vidrio o acero inoxidable, ventilar la casa, elegir cosmética simple y limitar el uso del móvil antes de dormir. Durante el embarazo, estas precauciones cobran especial importancia, ya que muchas sustancias atraviesan la placenta y pueden afectar el desarrollo cerebral del bebé.
La piel, añade, puede reflejar lo que ocurre en el cerebro. Brotes de acné, eccemas o arrugas prematuras no siempre son solo un problema cutáneo: pueden ser un signo de neuroinflamación. Tratar únicamente la piel con cremas calma temporalmente los síntomas, pero no resuelve la raíz del problema.
Estrategias prácticas
El movimiento físico también es clave. El ejercicio libera BDNF, una proteína que protege y genera nuevas conexiones neuronales. Para personas sedentarias, Garrido recomienda caminatas de 20-30 minutos, subir escaleras o ejercicios básicos de fuerza en casa, siempre de forma progresiva y evitando el sobreentrenamiento que pueda afectar funciones hormonales.
El exceso de pantallas fragmenta la atención y dificulta el foco, tanto en adultos como en adolescentes. Limitar su uso antes de dormir, entrenar la concentración en bloques de tiempo, practicar actividades que requieran atención sostenida y rescatar momentos de calma sin tecnología son estrategias eficaces para recuperar claridad mental.
El nervio vago y las mitocondrias son piezas clave del funcionamiento cerebral. El nervio vago conecta cerebro, intestino y corazón, y su activación mediante respiración, canto, risa o duchas frías envía señales de calma que reducen la neuroinflamación. Las mitocondrias producen la energía necesaria para el cerebro; si se dañan, provocan fatiga, niebla mental y deterioro cognitivo.
Los cambios en la alimentación también generan resultados rápidos: reducir azúcares y harinas refinadas, priorizar proteínas de calidad, sumar grasas saludables, aumentar vegetales y fibra y mantener buena hidratación. Garrido aclara que algunos casos requieren tratamiento de causas de fondo, como intolerancias, infecciones crónicas o desequilibrios hormonales.
Finalmente, Garrido insiste en que revertir la neuroinflamación es posible con cambios progresivos y constantes, y que el primer paso, aunque mínimo, marca la diferencia en energía, claridad y bienestar general.