De respirar ozono al hospital por enfermedad cardiovascular
Los efectos se notan incluso por debajo de los umbrales seguros de ozono definidos por la Organización Mundial de la Salud
Aumentan los infartos y los ictus, entre otros episodios
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La presencia de ozono en el aire que respiramos, de acuerdo con los límites definidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), guarda relación directa con un aumento de los ingresos en el hospital por infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca e ictus (infarto cerebral). Lo plantea un estudio publicado en la revista científica European Heart Journal, editada por la Sociedad Española de Cardiología (ESC). Incluso los niveles por debajo del máximo que define la OMS tienen consecuencias en la salud, advierten los autores.
El ozono, que en las capas altas de la atmósfera nos protege de la radiación solar, es dañino cuando lo respiramos. Los expertos lo han calificado de «amenaza para la salud pública en todo el mundo».
El investigador Shaowei Wu ha explicado que durante los tres años que ha durado su estudio el ozono ha estado detrás de un aumento en la proporción de ingresos por enfermedades cardiovasculares. «Creemos que el cambio climático, que genera condiciones atmosféricas favorables a la formación de ozono, seguirá provocando un aumento en los niveles de este contaminante en muchos puntos del planeta. Nuestros resultados indican que las personas mayores son particularmente vulnerables a los efectos del ozono en la salud cardiovascular», ha explicado.
El ozono contaminante a nivel de suelo se forma por la combinación de emisiones de vehículos de combustión, plantas energéticas, industrias químicas y refinerías, entre otras actividades humanas. Había estudios anteriores que sugerían que puede dañar el corazón y las arterias.
En este nuevo trabajo se ha analizado la relación entre la polución ambiental por ozono y los ingresos en hospitales. Los datos se recopilaron en 70 ciudades de China entre 2015 y 2017. Las dos bases de datos empleadas incluían información sobre aproximadamente 258 millones de personas, lo que equivale al 18% de la población del país. Los episodios observados fueron enfermedad coronaria, ictus e insuficiencia cardiaca, además de angina de pecho, infarto de miocardio, síndrome coronario agudo, ictus isquémico y hemorrágico. Se midieron las concentraciones de ozono, partículas finas en suspensión, inhalables y otros contaminantes.
En el tiempo que duró el seguimiento, se produjeron 6.444.441 ingresos por enfermedades cardiovasculares en hospitales de esas 70 ciudades, con una media de concentración máxima de ozono de 79,2 μg/m3 (microgramos por metro cúbico, una medida habitual de la presencia de contaminantes).
Incrementos de 10 a 200 μg/m3
Estar expuesto al ozono se asoció con mayor número de ingresos hospitalarios por todas las causas cardiovasculares, con la única excepción del ictus hemorrágico. Por cada 10 μg/m3 adicionales de ozono, los ingresos por ictus (no hemorrágico) aumentaban un 0,4%, y los de infarto de miocardio, un 0,75%.
Wu aclara que aunque estos incrementos parezcan modestos, habría que tener en cuenta que los niveles de ozono pueden elevarse por encima de los 200 μg/m3 en verano, y que eso haría que los ingresos hospitalarios asociados se multiplicaran por 20 en casos de ictus, por ejemplo.
Los expertos han calculado los excesos de hospitalizaciones asociados con ozono que están en el umbral de seguridad definido por la OMS y por encima de este, pero también las concentraciones por debajo de ese límite guardan relación con más episodios que requieren ingreso en el hospital: 2,26% para insuficiencia cardiaca y 3,21 para enfermedad coronaria.
En un editorial que acompaña a los datos del estudio, el investigador Thomas Münzel escribe que «las proyecciones de la situación en Europa indican que el ozono será un elemento dominante como factor de riesgo en el futuro, y que habrá que reducir las emisiones a largo plazo para atenuar la contaminación por ozono y mejorar el aire que respiramos».