La familia como parte indisoluble de la vida en común de las personas

Una familia
Una familia

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No hay mejor defensa que un buen ataque y, por tanto, este artículo se convierte desde este momento en una táctica de ataque ofensivo en defensa de la Familia, está usted avisado o avisada.

Familias hay muchas, la política, la deportiva, la sexual o la canina, todas las que usted quiera, pero el término familia responde, en su origen, a la descripción de un ecosistema natural creado por una Sabiduría superior que el humanismo cristiano admite como la Creación que engloba todas aquellas leyes naturales, entiéndase por estas las normas, principios y programaciones que hacen de la vida lo que es y que el ser humano aún no ha logrado descifrar en su totalidad. Lo descubierto lo llamamos Ciencia, el resto tiene muchos nombres, depende de con quién hables.

Por tanto, defender la familia es defender la naturaleza, el universo, el cosmos, la Creación, quédese usted con lo que quiera.

En este sentido, la familia siempre ha sido una parte de la Creación que ha sido necesario defender, como la propia naturaleza, sus plantas, animales y recursos. Todos ellos siempre amenazados por la vorágine del ser humano que, con la excusa de la innovación y el progreso, arrasa con bosques, aguas, aires y cuanto se le ponga por delante.

Si un ecosistema merece la declaración de Parque Nacional o Reserva de la Biosfera, un elemento esencial de ella, como es la Familia, lo precisa más que nunca.

La pregunta que les planteamos a ustedes es por qué debemos defender cada uno de nosotros a nuestra familia en particular y la familia en general.

Está claro que todo el mundo viene a este mundo por medio de una familia y que dicho hecho y circunstancia sería suficiente para ser agradecido y, por ello, ser militante en su existencia y preservación.

Pero para gustos se hicieron los colores y hay personas que, viniendo de una, renuncian a formar la suya, por muy diferentes motivos, el principal, es que molesta, es como un estorbo en el camino del desarrollo y crecimiento personal, que ahora está tan de moda. No quiero tener hijos, no quiero tener familia, quiero vivir, suele ser el argumento que expresan quienes así piensan.

Queridos míos, todos aquellos que así pensáis y os expresáis, creo que estáis equivocados. Ya os dije que este artículo era un ataque para defender la familia en un momento en que, vosotros, con vuestra total indiferencia hacia lo que os dio la vida, pretendéis montar una nueva sociedad sin familia como base y fundamento.

Déjame que adivine, gracias a la fecundación in vitro y otras técnicas biológicas, vais a lograr crear una sociedad a vuestra imagen y semejanza, es decir, de single comprometidos con vosotros mismos en los que la descendencia será un deseo más a satisfacer, sin llega y se presenta, que si no, pues no pasa nada, la vida se vive mejor sólo que en malas compañías.

Imaginemos una ¿distópica sociedad sin familia?

Languidece la familia en manos de quienes piensan como vosotros, que cada vez sois más y cada vez seréis menos y lo voy a explicar.

Si vuestra idea de sociedad sin familias alcanza un nivel de desarrollo adecuado al cabo de vuestra esperanza de vida, unos setenta años, no habrá nadie sobre la tierra, pues no habéis tenido descendencia. Sois los últimos, habéis decidido dar el cerrojazo a la vida del hombre y la mujer sobre la tierra, ya no hay más, se acabó.

Ahora, si me permites, voy a venderte un producto, un idílico paraíso en el que te propongo vivir en el futuro, una especie de cohousing, más que de coliving, en el que puedes encontrar un coworking. Mi propuesta pasa por vuestro compromiso de tener varios hijos, más de uno. A partir de ahí tú eliges.

Tendrás que parirlos, si eres mujer, eso sí. Será tu único sacrificio, si lo quieres llamar así, junto con los nueve meses de gestación. Pero tranquila, no tendrás que trabajar, estamos preparados en este Paraíso para atender todas tus necesidades durante este período, junto al padre de la criatura os vamos a cuidar para que ese período sea uno de los más fructíferos de vuestra vida en vuestro desarrollo y crecimiento personal. Sólo tendréis que cuidar del proceso, del resto nos encargamos nosotros.

Después también podrás ser madre y padre sin problemas, existirá la conciliación que tú quieras, la que tú decidas, estamos dispuesto a aceptarla y hacer prioritaria la crianza frente al trabajo y el desempeño laboral o profesional. Y así hasta que digas basta, es decir, cuando tú quieras podrás volver a vida común, a la de todos los mortales, la de trabajar para vivir. ¿Qué te parece? ¿Qué quién trabaja para ti, para vosotros, familia? Pues las máquinas, la inteligencia artificial, y los single, todos aquellos que no tienen familia, que han decidido vivir sin familia. ¡Cómo cambia el panorama! Ahora sí, te lo estás pensando. Si es así “pues me lo pienso”, te dice tu voz interior.

Te darás cuenta de que tu forma de pensar puede cambiar sobre la familia en el momento en que sobre el proyecto familiar se cierne todo un entramado de beneficios que lo hace viable y aconsejable. Por tanto, si ahora te resulta imposible aceptar la formación de una familia en tu proyecto de vida, es como consecuencia de que el sistema no apoya a la familia, no existen normas que configuren una sociedad como la que te acabo de describir. ¿Y por qué? La respuesta es sencilla, el sistema está basado en generar beneficios para pocos a coste de muchos y si esos muchos suponen un gasto excesivo, los beneficios merman. De esta manera reduzco gastos, para tener más beneficios.

Si no acometemos de manera inmediata una política de natalidad y de apoyo a la familia, nos veremos avocados a una sociedad en la que unos pocos verán aumentar sus beneficios a costa de la mayoría. Y me dirás, que eso ya ocurre, y es verdad, porque así ha sido, y así será siempre.

La utópica vida sin hijos y sin familia no acabará con los desequilibrios, ni siquiera, como ha apuntado alguno, hará que consumamos menos para no agotar los recursos sobre la tierra.

Los ataques a la familia son ahora más que nunca virulentos. Jamás a lo largo de la historia se ha visto la familia tan comprometida a la extinción como modo general de vida. A diestra y siniestra las propuestas del egocentrismo auto referenciado del que nacen todos los deseos de acabar con ella van calando en la juventud que se ha llenado de cigarras cantarinas que no quieren ser hormigas obreras de ningún hormiguero, tan sólo quieren reinar encima de su montaña de vanidad.

Y es que ya lo dijo Eclesiastés, vanidad de vanidades, todo es vanidad. Este es el verdadero cáncer, la vanidad, llamada hoy empoderamiento, que genera la creencia de que yo lo puedo todo.

En resumen y para concluir la familia es una sabiduría que lleva sobre la tierra miles de años y su alternativa es la vanidad de seres independientes en busca de su propia autorealización por encima de todo. La extinción del ser humano está asegurada. Bienvenidos.

Artículo escrito por Julio de la Torre. Escritor, profesor, conferenciante, humanista y firme defensor de la familia.

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