¿Por qué con los latidos del corazón desarrollamos la percepción del tiempo o la gestión del esfuerzo?
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El tiempo es una dimensión fundamental que influye nuestras percepciones y, en consecuencia, nos permite organizar nuestras acciones. A lo largo de los años se han construido modelos para abordar la percepción del tiempo, los cuales se diferencian según el tipo de información utilizada para estimar el paso del mismo. Con base en lo anterior, podemos encontrar el cronobiológico (modelo dedicado), basado en la información del medio ambiente (luz medioambiental) y el cognitivo (modelo intrínseco), basado en la cantidad de información temporal codificada y almacenada en la memoria.
Sin embargo, ha sido un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) los que han descubierto que la percepción momentánea del tiempo no es continua, sino que puede estirarse o encogerse con cada latido del corazón.
La investigación aporta pruebas de que el corazón es uno de los importantes guardianes del tiempo del cerebro y desempeña un papel fundamental en la sensación del paso del tiempo, una idea contemplada desde la antigüedad, afirma Adam K. Anderson, profesor de psicología.
«Nuestra investigación demuestra que la experiencia del tiempo momento a momento está sincronizada con la duración de los latidos del corazón y cambia con ellos», asegura Anderson.
Los resultados revelaron lo que los investigadores llamaron «arrugas temporales». Cuando el latido que precedía a un tono era más corto, el tono se percibía como más largo. Cuando el latido precedente era más largo, la duración del sonido parecía más corta.
«Estas observaciones demuestran sistemáticamente que la dinámica cardiaca, incluso dentro de unos pocos latidos, está relacionada con el proceso de toma de decisiones temporales», afirman los autores.
El estudio también demuestra que el cerebro influye en el corazón. Tras oír tonos, los participantes en el estudio centraron su atención en los sonidos. Esa «respuesta orientadora» modificó su ritmo cardiaco, afectando a su experiencia del tiempo.
«El latido del corazón es un ritmo que el cerebro utiliza para darnos la sensación de que el tiempo pasa», afirma Anderson. «Y no es lineal: se contrae y se expande constantemente», remata.
Esta conexión entre la percepción dle tiempo y el latido del corazón tiene su origen en la bioenergética, que ayuda al cerebro a gestionar el esfuerzo y los recursos en función de los cambios en los estados corporales, incluido el ritmo cardíaco.
La investigación demuestra, según Anderson, que en intervalos de subsegundos demasiado breves para pensamientos o sentimientos conscientes, el corazón regula la experiencia del presente. «La influencia pura del corazón, de latido en latido, ayuda a crear una sensación de tiempo», explica Anderson.
¿Y el miedo?
En 2014, Garfinkel demostró que la forma en la que procesamos el miedo no se inhibe en la sístole. Aunque ese movimiento cardíaco activa las regiones inhibidoras del cerebro, también lo hace con la amígdala, el área concreta encargada de responder frente al miedo.
En el estudio, las personas que participaron reaccionaron de una manera más intensa al contemplar los que implicaban amenaza. «Lo más sorprendente del miedo es que se abre paso», cree Garfinkel. Al mismo tiempo, cree que «es impermeable a este efecto inhibidor del corazón». De ahí que cuando sintamos terror o una amenaza, ya sea real o ficticia, el corazón lata más fuerte y rápido. «Está en un estado de miedo, no quiere ser sensible al dolor. Desea escapar de la amenaza, aunque también mantenerse en estado de alerta. El miedo al fin y al cabo es una sensación que puede ayudarte a sobrevivir».