La paradoja del colesterol: por qué tenerlo alto ayuda a algunas personas a vivir más tiempo
Existen dos tipos principales de colesterol: el malo (lipoproteína de baja densidad o LDL) y el bueno (lipoproteína de alta densidad o HDL)
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Las consultas de los médicos, sobre todo de Atención Primaria, suelen ser el punto de información donde advierten que, tras examinar los análisis de sangre, se observa que el colesterol es elevado. Una circunstancia que suele llevar a la pregunta del paciente de si se debe iniciar algún tratamiento para rebajar estos índices. Pero más tarde surge la perpetua contradicción ¿Cómo es posible que tenga el colesterol alto si el resto de los análisis son buenos? Nada tiene que ver entre unos factores y otros y, sí, seguramente será necesario tomar medidas. Sin embargo, un reciente estudio indica la posibilidad de que algunas personas vivan más con el colesterol alto, una paradoja que estudian investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Así, han estudiado por qué algunas personas con el colesterol alto viven más tiempo, especialmente personas mayores. Porque tener un marcador alto podría estar asociado con una mayor esperanza de vida.
La UCM recoge en una nota que la relación entre los niveles elevados de colesterol LDL y la mortalidad «es más compleja de lo que se pensaba inicialmente», a la vez que recuerdan que el colesterol es una grasa que se encuentra en todas las células del cuerpo y que resulta esencial para mantener su estructura.
Una de las teorías marcadas sugiere que otros factores de riesgo, como la presión alta, la diabetes o el tabaquismo, influyen más en las enfermedades cardíacas que el colesterol, de forma que tener elevado ese parámetro no sería el principal culpable, sino que actuaría junto a estos otros factores.
Por ello, el colesterol alto «sí está relacionado con enfermedades cardíacas, pero la situación es más compleja en adultos mayores», lo que sugiere que el tratamiento debe ser personalizado y equilibrado a medida que envejecemos.
Sin embargo, apuntan que existen dos tipos principales de colesterol, como son el «malo» (lipoproteína de baja densidad o LDL) y el «bueno» (lipoproteína de alta densidad o HDL), habiendo establecido unos controles límites que no se deben sobrepasaren cada caso.
De hecho, los investigadores apuntan que durante años se ha creído que los niveles elevados de colesterol LDL «aumentan las posibilidades de sufrir enfermedades cardíacas», ya que puede acumularse en las paredes de las arterias y bloquear el flujo de sangre.
Sin embargo, la relación entre esa sustancia grasa y la mortalidad «es más compleja de lo que se pensaba inicialmente», y los investigadores sostienen que la evolución de los valores límite en las guías clínicas «ha suscitado controversias, especialmente sobre la influencia de la industria farmacéutica».
Esto es porque, con la disminución de los niveles recomendados de colesterol LDL, ha aumentado el número de personas tratadas con estatinas, lo que algunos «consideran beneficioso para la industria».
Entre otros estudios, uno realizado en 2016 por el médico danés Uffe Ravnskov y su equipo descubría que «no había una relación entre niveles altos de ese parámetro y un mayor riesgo de muerte», hasta el punto de que muchas personas con el colesterol «malo» más elevado vivían más tiempo que aquellas con niveles bajos.
«Es importante aclarar que esto no significa que tener el colesterol alto sea bueno», recalcan los autores, recordando que en las personas jóvenes o de mediana edad un LDL elevado «sí incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas y mortalidad».
El colesterol
El colesterol es una grasa que se encuentra en todas las células del cuerpo y que resulta esencial para mantener su estructura. Desempeña funciones importantes, como la reparación celular y la producción de hormonas, vitamina D y sustancias que ayudan en la digestión.
Como las grasas no se disuelven en la sangre, viaja por el torrente sanguíneo unido a proteínas, formando lo que se conoce como lipoproteínas.
Existen dos tipos principales de colesterol: el malo (lipoproteína de baja densidad o LDL) y el bueno (lipoproteína de alta densidad o HDL). En España, por ejemplo, se recomienda un colesterol total ideal de menos de 200 miligramos por decilitro (mg/dL). Los límites para el LDL varían: menos de 115 mg/dL para bajo riesgo cardiovascular, inferior a 100 mg/dL para riesgo moderado, menos de 70 mg/dl en el caso de alto riesgo y menos de 55 mg/dL para riesgo muy alto. Los niveles de HDL deben ser superiores a 40 mg/dL en hombres y a 50 mg/dL en mujeres.